Coberturas

10 años de Belle Epoque

Uno de los epicentros de la nueva escena cordobesa cumplió su primer década.

Texto: Alejandro Wierna
Fotos: Anahí Rosales

Anfitriones de la correntada indie, de los proyectos paralelos y de varios solistas intrépidos, “la taberna” posicionó además un nombre ineludible en la agenda de músicos y visitantes que quieren saber por dónde viene la mano en la ciudad.

La celebración (primera, y en compañía de una muestra visual en un centro cultural) tuvo fecha el pasado viernes 26, y para ello apelaron a la itinerancia de llevar el circo algunas cuadras más al centro, alejándose de la zona álgida que tan lindo paisaje le da a sus ingresos, para instalarse en Studio Theater (disco/teatro con hermoso diseño que se permite lucir una estampa en la puerta donde reza haber recibido a nada menos que a Gardel).

De las cortinas de humo y su patio furioso, a las cazuelas y a las columnas barrocas. Con un sonido imponente y muy buenos efectos visuales para todos, el lugar calzó muy bien para la ocasión. Para esta fecha hubo una decisión curatorial interesante ya que compartieron escena una banda pampeana de rock, una banda local de pop y unos platenses alternos.

El recorte no fue azaroso sino consecuente a una modalidad de trabajo, a una trayectoria y a una visión que tal vez sea la que haya permitido que esta casa de paredes empapeladas por afiches no haya sido comida por el paso del tiempo.

Los encargados de abrir la noche fueron Las Sombras, quienes tomaron el control de aunar las miradas en una sola dirección y organizar la fauna en torno al momento recital que la fiesta prometía. Con guitarras filosas, bajos muy presentes y un ritmo irrefrenable mostraron por qué el garage puede ser siempre una novedad. Con mucho desplazamiento escénico, juegos constantes de violas y la castellanización de ese rock que tan nuestro suena (el importante legado de Los Gatos) aprovecharon su set hasta último momento. La frescura y la intensidad que transmite la banda da una bocanada intensa de vida a toda la oferta desgarbada de esta era.

Por su parte, los locales fueron los renovados Telescopios, quienes sólo vienen dando pasos sólidos, están mejor parados que nunca y consolidados en su fina psicodelia. De hecho, ya al segundo tema pusieron a cantar a una buena porción del público. Con sintes y melodías taquilleras tejen el nido perfecto para darle rienda suelta a la progresión de sonidos que desembocarán en un profundo trance.

Las correcciones horarias indicaban que todo estaría bien y que esto iba a dar para rato. El ambiente menor de la Belle Epoque también se había trasladado y las Djs hicieron un set ecléctico para aplacar los momentos de montaje y puesta a punto de cada show. Un dato importante a destacar es que el club cumpleañero tiene su propio público de seres danzantes que se apersona cada fin de semana amen de quién toque en el escenario de su patio trasero.

El cierre fue para Peces Raros, quienes con sus guitarras y sus maquinolas garantizarían la fiesta interminable, enlazando el set en un continnum flotante de matices industriales. Más alejados del formato canción, se permitieron manejar la energía de los momentos hasta volverlos completamente atrapantes. Es casi enigmático intentar resolver a dónde va a ir a parar cada uno de ellos; como fuere, el final los encontró con las condiciones dadas para mostrar su sonido con la mayor de las comodidades.

El futuro se va escribiendo al paso, y probablemente habrá muchas cosas para ignorar, pero si queremos estar alertas al momento y vivir en tiempo real nuestra época, conviene tener el ojo bien puesto en esta clases de lugares, que son generadores de cultura y no simples salones vacíos a alquilar.