En una charla con nuestra revista, Sebastian Teysera habló de los inicios y la evolución de la banda uruguaya.
La Vela Puerca es la banda que dio el primer empujón para el avance del rock uruguayo en nuestro país. Lo hizo con un crecimiento paulatino que hoy los encuentra establecidos como uno de los grupos más populares de los últimos años de los dos lados del charco. También con la posibilidad de girar por distintas partes del mundo.
En una entrevista con la revista Rock Salta, el cantante Sebastian Teysera recordó aquellos orígenes y la evolución del grupo, que pasó de dormir en el escenario la primera noche de su visita a la Argentina a tocar frente a 100 mil personas. Compartimos un fragmento de esa charla.
– Han pasado por muchos momentos. ¿Cómo fue el primer viaje a Argentina?
– En el 99 al Salón Pueyrredón. Nos quedamos a dormir arriba del escenario. El Salón es nuestra casa desde esos días.
– Reducto punk, el Salón. ¿Entraron a través de esa escena al país?
– El Salón fue el primer lugar que nos abrió las puertas. Después sucedieron dos cosas muy importantes. La primera fue tomar una decisión. En el 99 ya habíamos llenado un Teatro de Verano con 5 mil personas y podríamos haber entrado a Argentina de una manera mucho más mediática, pero no. Quisimos hacer las cosas como si fuéramos una banda de Rosario, Córdoba o Salta. Subir cada escalón como era: Catulo Castillo, Marquee, Cemento, El Teatro, Obras, Luna Park y Ferro. Era la única forma creíble de crecer, que la gente entienda y nos adopte como una banda de acá. Yendo directo a Obras, capaz que lo llenás con una buena campaña de prensa, ¿pero quién iba a entender eso? Lo otro fue tomar el consejo de Claudio Kleiman, que nos dijo que teníamos que ir a tocar a la Costa Atlántica. Y cuando conocimos a Bersuit en México pegamos buena onda y nos invitaron a tocar con ellos, justamente por la Costa. Fue como un apadrinamiento mutuo porque nosotros lo hicimos en Uruguay. Fue la época de Libertinaje, un boom, La suerte de estar en el momento y el lugar indicado. El que no busca, el que no es valiente y no se la juega, nunca llega a estar en el momento o el lugar indicado.
– El crecimiento en Argentina, ¿sumó a lo que tenían en Uruguay o sienten que ya había un techo hecho allá?
– Ya habíamos hecho todo, vivimos un momento muy importante para todo el rock uruguayo, una época donde empresas multinacionales empezaron a apoyar y se hicieron cosas impensadas. El caso del Pilsen Rock, en Durazno que queda en medio del Uruguay. Meter 100 mil personas ahí, ni siquiera en Montevideo. ¿En Argentina qué sería? Diez veces más. Eso era insostenible, no era real. Después mermó y muchas bandas desaparecieron, pero quedó una parte buena, se llegó a aceptar la movida. El rock uruguayo quedó en un lugar muchísimo mejor que lo que era en los ochenta. No creo que lleguemos a más de lo que hicimos allá, ninguna banda lo hará. Si vos querés vivir de la música tenés que salir, en Uruguay no podés. Nosotros fuimos los primeros extraterrestres que nos fuimos a Europa, no había antecedentes. Veníamos a Argentina y en 2002 vivimos 45 días en México DF. Abrimos la cancha y hoy en día tenemos casi la misma cantidad de shows en Alemania que en Argentina. Aunque es cierto que en Alemania hacíamos 57 shows en 65 días (risas). Palo y palo.
– Pegaron buena onda con bandas como Die Arzte, los Hosen y Marea.
– Son cosas que te regala esta historia que son increíbles. Una banda uruguaya que va a Europa que termina tocando con la banda más grande de Alemania o en festivales con The Cure, Pearl Jam o Marilyn Manson. Después te vas a España y giras con Marea, con Reincidentes. Creo que a todo le hemos sacado el máximo jugo posible.
– ¿Cuándo se dieron cuenta que la cosa venía en serio? ¿El clic lo hicieron cuando se metió Santaolalla?
– No, fue antes. Cuando salió Deskarado me acuerdo de haberle dicho al Mandril “mirá, vamos a grabar un disco y lo vamos a sacar. Algo va a pasar, para bien o para mal, pero ya no va a ser lo mismo”. Yo sabía que venía una frustración porque no pasaba nada o que pase algo y nos tengamos que hacer cargo. Me acuerdo que Mandril le decía al productor del disco “estas escuchando un disco de oro”, haciéndose el canchero. En Uruguay la tirada era de 500 discos, si los vendías era un éxito y con tres mil era disco de oro. Fue disco de oro al mes, y terminó vendiendo doce o quince mil discos y decidimos hacernos cargo. Como hacerlo era lo que no sabíamos, y ahí entra Santaolalla. Tiró muchas cosas, en algunas le hicimos caso y otras no. Nos aconsejó mudarnos a Buenos Aires pero la banda ya tenía hijos, era todo un bardo. Costó más, fue más sacrificado pero nos quedamos en Montevideo.
– De alguna manera, ¿sufren las giras a esta altura?
. Yo las disfruto mucho, estoy acostumbrado. El hecho de oscilar en la cantidad de público y la estructura en los lugares donde tocamos me parece súper sano. Hemos pasado de tocar en Montevideo para 25 mil personas a hacerlo para cincuenta en Europa. Tenés que defender tus canciones en cualquier lugar como la primera vez. Lo hablamos y lo concebimos de esa manera. ¡Qué aburrido ser los Rolling Stones! Ellos mismos van y sacan 300 entradas a quince dólares para un show no sé dónde. Tocan así porque lo extrañan.
Entrevista publicada en el número 18 de la revista Rock Salta, de diciembre de 2013.