Con un gran recital de 29 canciones en dos horas y media, La Renga finalizó su postergada gira. El sábado 7 de abril se recordará como un paso más en el camino de una banda que resurge cada vez con mayor fuerza.
Ni un paso atrás
“Teníamos muchas ganas de volver acá al Norte. Muchas gracias. Se ha extendido esta gira. Ustedes saben bien por qué”. En las palabras de bienvenida que dio Chizzo Nápoli sobre el escenario montado en la cancha de Central Córdoba había dolor, ansias, sabor de revancha y también pocas ganas de extenderse sobre un incidente que estará siempre presente, aunque no lo nombren. La trágica muerte de Miguel “Keko” Ramírez al comienzo del concierto que La Renga dio el 30 de abril del 2011 en La Plata provocó un caos interno que debió ser cubierto con un silencio de meses. Con la vuelta al ruedo, y asegurando que todos los shows estarán dedicados a Keko; el grupo resurgió fortalecido. En Tucumán, esa fuerza se tradujo en dos horas y media de rock, que en los discos es cada vez más pesado, y que en vivo dejó escapar pocas grietas reveladoras de esa fragilidad profunda y silenciosa, la huella invisible en la que siempre estarán inmersos.
Casi un año después de lo previsto, La Renga terminó su gira de presentación de Algún Rayo. Con un delay importante (el show estaba programado para el 25 de junio del año pasado), el grupo ofreció un show acorde a la cita: quemaron las naves con 29 canciones históricas, clásicas, nuevas e inesperadas, ante un estadio repleto que acompañó y recibió muy bien los temas del último álbum, ya a esta altura no tan nuevo.
A las 22.30, las dos pantallas ubicadas a los costados del escenario mostraron algún rayo, uno solo, muy preciso; que después de recorrer el cosmos habitual de toda la gira se posó definitivamente sobre la Casita de Tucumán, la que los locales llaman Casa Histórica, enojándose con el resto del país, que la nombra como en los manuales de la primaria.
“Canibalismo galáctico”, el tema que abre Algún Rayo fue también la encargada de iniciar el concierto. La canción, un clásico rengo desde su estreno en diciembre de 2010, fue la primera patada, que continuó con “Tripa y corazón”, de La Renga, el disco de la estrella, del 98. La comunión entre el grupo y el público estaba creciendo, con un Tete Iglesias que arrancó saltando con un solo pie, dando señales de su reciente recuperación de una fractura; que en el recital anterior lo obligó a tocar sentado, con el yeso, emulando los históricos Obras de Bailando en una pata.
“A tu lado”, con las pantallas mostrando imágenes del público, continúo y sirvió de primera explosión grande en la gente. “Destino Ciudad Futura” retomó el camino de la presentación del disco; pero sólo por un rato: “Detonador de sueños” y “Motoralmaisangre” devolvieron a la banda a la senda de los clásicos. “La furia de la bestia rock”, que servirá para titular las notas de todas las bandas que den grandes shows, fue el excelente preludio de una seguidilla de canciones que cotizan alto en el ránking rengo: “El twist del pibe”, “Almohada de piedra”, “Poder” (con Nacho Smilari en la guitarra) y, especialmente, “Ser yo”; dejaron altas las agujas de ese calorímetro viviente que es el público del rock argentino.
Las canciones de Algún Rayo aparecieron en pequeñas dosis, entre clásicos y hits. Esa combinación sirvió para que el show no decayera en ningún momento y tuviera varios momentos destacados. El excelente sonido que acompañó todo el tiempo ayudó al disfrute.
“Inventa un mañana”, la canción que tiene un flamante video, fue la número 12 de la noche. Luego, “Bien alto” y “Dioses de terciopelo” anticiparon a “Veneno”, que levantó a todo el estadio: los que estaban comprando escabio en la parte de atrás salieron despedidos hacia el escenario; los que fueron de pasada para ver qué onda, también se convirtieron en agitadores compulsivos. Todo para cantar a garganta pelada ese cover que durante mucho tiempo fue sinónimo de canción recontra quemada y que hoy, más de 16 (!) años después de su momento es recibida como una canción simplemente inolvidable.
Despedazado por mil partes (el disco) fue uno de los trabajos de La Renga más repasados durante la noche tucumana. Después de “Veneno”, llegó “Despedazado por mil partes” (la canción) y tras “Lunáticos” (de Algún Rayo), apareció “el tema que fue inspirado en esta zona, hace muchos años”: “Lo frágil de la locura”.
“Algún rayo” fue la última canción del nuevo disco. A partir de allí, sólo se sucedieron himnos rompe mandíbulas de todas las épocas: “Al que he sangrado”, “Arte infernal”, “Negra es mi alma, negro es mi corazón”, “El rito de los corazones sangrando”, “El viento que todo empuja”, “La razón que te demora” (muy celebrada) y una falsa despedida con “Oscuro diamante”. Tras diez minutos de receso, “Panic Show” retomó la paliza, que siguió con “El final es en donde partí” y cesó finalmente, “como siempre”, “Hablando de la libertad”.
Tras el final, la guitarra de Chizzo acopló para siempre, mientras los músicos repartían púas, parches, palos (de batería) y saludaban una y otra vez. Tete, ya confiado de la resistencia de su pierna, se bajó del escenario y saludó a los que soportaron toda la noche apretados contra la valla.
Para el cierre, quedó la satisfacción de ver a la banda en un gran momento, que de ahora a la eternidad estará en plena lucha contra sus fantasmas y tragedias. También quedó claro que a Chizzo, Tete, Tanque, Manu y Gaby; lo que no los mata los fortalece.
Puntos flojos
Se pueden destacar y repudiar dos momentos de la noche:
La Policía
Es casi un lugar común, pero también es necesario decir que la policía de las provincias del NOA es una horda de patoteros armados amparados por la ley. Tipos que se cagan olímpicamente en los derechos de las personas y proceden al maltrato y a la violencia injustificada casi constantemente. En Central Córdoba, los oficiales sacaron ¡a rebencazos! a los que se demoraron en salir del estadio. Quizás, quisieron emular los latigazos en la espalda que recibió Jesús en el Vía Crucis. Por la Semana Santa, viste.
La futbolización atrasa y mucho
Cuando hay miles de personas apretadas en un concierto de rock, transpiradas, agotadas, llenas de humo y rodeadas de calor; lo peor que se les puede hacer es taparlas con una sábana gigante. Es lo que viene sucediendo desde hace años, gracias a la bendita cultura del aguante, los trapos, el cantito y las bengalas; que (por si no lo recuerdan) ya mató a 195 personas.
¿El próximo Cromañón será en un pogo gigante, con asfixiados a los que se les acabará el aire por estar tapados por un trapo de 20 metros y sin posibilidad de correrse para ningún lado?
La Renga habla de la libertad, pero muchos fanáticos del rock argentino parecen no tener en cuenta la postura. Ponen el trapo encima de la gente y al que no le gusta a llorar a la Iglesia Maradoniana. Así, mientras muestran de dónde son (como si importara, ¿no era que somos todos iguales?) y pretenden hacerse de un protagonismo que el espectáculo no necesita; le impiden a muchos ver, escuchar y respirar.