El escritor de Amantes Subterráneos, el libro que retrata la movida under del rock argentino de los 80, cuenta los detalles de la obra y asegura que habrá una segunda parte.
«Por amor al arte ya no se puede hacer nada»
En el año 1986 estaba tan inmerso en el circuito que decidió editar un fanzine muy conocido por aquellos años: Señales Rock. Pero no sería sino hasta después de 20 años que su pasión comenzaría a tomar otra consistencia y a ser compartida. Internet potenció su tarea y entendió que se podía gestar un proyecto más serio.
– ¿Es un libro de fácil lectura, o requiere mucho conocimiento previo?
– No creo que sea difícil. El que no está en el tema, obvio, va a tener otra lectura del libro. Seguro lo va a ir siguiendo, pero cuando se vaya metiendo va a entender poco y nada si no está por lo menos en el mundo de la música. Pero hay de fondo todo un componente social y económico: era un momento particular del país, veníamos del proceso, estaba Alfonsín. Seguro lo va a disfrutar más el que lo vivió, me imagino.
– Sin embargo, creo que el gran logro de tu libro fue poder transmitir cómo fue vivir en los 80.
– Que bueno que hayas logrado eso (risas). Era mi intención, pero sabía que no era fácil. Hay muchos jóvenes que lo leyeron y está bueno que entiendan que todo cambió: hoy hay 100 mil bandas, Internet, descargas en mp3; cambió realmente todo, la forma de laburar, los shows, las canciones también.
– ¿Cuál sería el umbral que determina qué es under y que no lo es?
– Es una muy buena pregunta esa, justamente, yo en un capítulo pongo la dificultad de determinar “qué es under”. Muchos me cuestionaron por qué no puse tal o cual banda, por ejemplo Fricción o Man Ray, qué sé yo. Y realmente hubo casos donde era ponerlos en una moneda y ver de qué lado caía, estaban al límite. Tenía que tomar una decisión y no me iba a pasar años pensándolo (risas). Hasta donde yo conocía, me pareció que no iban, qué sé yo. También me lo pregunto todavía, si debían entrar o no. Con algunos fue más fácil determinar que eran “subterráneos” porque los iban a ver un caudal mucho menor de gente. Pero bueno Don Cornelio y la Zona sacó discos y tenía difusión radial, no sé… tuve que decidirlo porque noté que no terminaron de despegar.
– Está claro que amás esa década, pero ¿los escuchas por nostalgia nomás o de verdad todavía disfrutas el sonido?
– Casi no escucho otra cosa, estoy todo el tiempo pasando material, de cassettes incluso que coleccionaba. Me gusta el sonido, los ruidos y todo lo que trae implicado meterse en ese viaje. Yo laburo nueve horas al día, como cualquier persona normal, y cuando me desconecto escucho esas bandas, tanto las que publiqué en el libro, como muchas otras. Claro, algunas me gustan más y otras menos.
– ¿Los músicos se hacen cargo de su pasado?
– En general sí, si yo les pido material si me lo pasan. Ayer me encontré con un flaco que vive en Miami y que tocaba en una banda llamada Etcétera, me pasó todo lo que tenía sin problema. Eso depende de su mambo, algunos te pasan al toque, sin vueltas. Otros, por ejemplo los Teddy Boys, no me soltaban ni a palos sus cosas, tenían el temor de que yo los fuera a vender a alguien. Y yo, que los quiero un montón y me encantan, pienso: “flaco, tampoco es una grabación inédita de Lennon. No la voy a vender, es un tema de tu banda que sonaba en los 80, tampoco no está desesperada la gente esperándolo”. Hay algunos medio canutos (risas).
– Te gusta la música, pero hiciste un libro ¿por qué elegir la gráfica para empezar un proyecto?
– A mi hace unos años me contactó un flaco que tiene un estudio de grabación, para que reclutemos bandas de aquel circuito y armemos algo interesante, donde puedan grabar –o regrabar- su material. Pero nunca le dimos forma, desapareció el loco. Y me di cuenta que no necesitaba intermediarios, a mi me encantaba y sabía del tema, conocía a los músicos. Me incliné por escribir y contar todo lo que se había vivido, comencé a reclutar músicos y a preguntarle cosas, rescatar anécdotas. Fue el puntapié inicial de algo, al libro lo presenté en la Biblioteca Nacional, y tocaron tres bandas ese día: Sector Diván, Chernobyl y Uno x uno. La primera se juntó por todo esto y grabó un disco que nunca había grabado en los 80. Cuando yo estaba en el escenario, y me preguntaron si iba a hacer una segunda parte, dije “ni en pedo, que se estrese otro”. Era mi primer libro, y lo hice solo, tuve que buscar gente, por Google, por teléfono, por contactos que me iban pasando, entrevisté a 68 músicos. Quedé tan agotado que no quería saber nada más. Pero a los tres días, entro a Facebook -que me parecía una pelotudez-, y comienzo a encontrar una cantidad enorme de músicos y amigos de los 80, y el reclamo era constante de por qué no aparecían. El escollo más grande era mi mujer, me decía “no vas a volver a gastar esa fortuna que invertiste en el primer libro” (risas). Mi hermano lo diseñó, pero la editorial hizo la impresión y distribución, hubo una gran inversión. Es a cuentagotas lo que voy recuperando. Por suerte salí en la Mega, en Página 12, La Nación, Rolling Stone, en varios lados. Va a haber una segunda parte, estoy convencido.
– ¿Los periodistas de rock esa época se acercaron a vos?
– Casi no hablé nunca con ellos, en mi vida. Yo les agradezco porque con sus programas “Feedback”, “Scoop”, “Crema Americana”, me influyeron y ayudaron mucho. Igual, yo no se hasta donde lo hacían porque amaban esa música y esa época o lo hacían porque era su laburo y les pagaban. No sé. En todo este tiempo, alguno podría haberme pegado un llamado, un mail. Dudo que ellos estén en la misma postura que yo, ellos laburaban con eso, yo siempre fui un amante, pagaba por acceder a eso y disfrutaba ese momento.
– ¿Qué sentimiento predominaba en los entrevistados, se sienten “olvidados”?
Los medios los tienen completamente olvidados. Sí te hablan con Palo Pandolfo o Kevin Johansen, nombran a Don Cornelio o a Instrucción Cívica, respectivamente; pero no creo que a muchos otros músicos les pase lo mismo. Muchos no saben que Diego Frenkel no nació con La Portuaria, por ejemplo, sino que tenía una banda llamada Clap y que sacó un disco. Y Mario Ian, cantaba en Hellion y Alakran. Pero en realidad a los medios les importa tres pitos lo que hacían antes los músicos.
– El laburo final del glosario fue un laburo más, ¿no? Yo me preguntaba si hacía falta, fue estresante. Un Libro más casi (Risas).
– Cuando yo coleccionaba cassettes, tenía un mueblecito donde los apilaba, pero estaba harto de ordenarlos en orden alfabético, no me resultaba cómodo. En un momento los comencé a numerar, y después agarraba los suplementos Sí de Clarín, y anotaba las bandas que me faltaban. A todo eso le había puesto hasta nombre (“Catálogo Arteche”), y ahora –para el libro- lo perfeccioné, supongo que mucho me faltó, puse 740 bandas, pero me deben haber faltado muchas que ni conocía. Por suerte ya está, queda como un manual único y no lo hago más, hasta ahí llegue. Era algo que quería hacer. Podía tirar mis papeles a la mierda, porque estaba todo ordenado ya en el libro.
– Al under se lo vincula con “algo de culto”. ¿Se puede volver a gestar un movimiento así?
– No. Ya nada de eso es rentable. ¿Cómo bancás un local hoy, económicamente? Ponele un bar. Tenés que regentearlo y buscarle un fin económico, si no te fundís. Por amor al arte ya no se puede hacer nada. Por ahí te dicen “bueno vení tocá, te doy el miércoles”. Es imposible eso, la gente labura, loco, por más que seas rockero. El objetivo de los pubs es otro, ya no es tan artesanal. Antes el dueño se ponía a escuchar tu demo y armaba una buena fecha donde sabía que podías encajar. Ahora les importa lo económico y nada más, si termina en una mezcla de estilos que nada tiene que ver, les importa un carajo.
En estos momentos Flavio se encuentra trabajando con vistas a un show memorable para septiembre, donde tocarán muchas de las bandas que menciona en el libro y le dieron vida a aquella década. Incluso es probable que toque Beso Negro (quienes se están rearmando, sin Andrés Giménez). “Hay bandas que no habían vuelto a tocar nunca más, ni sus hijos los habían podido ver, va a ser un momento emotivo calculo, para la gente que amaba esa época y para los que no la pudieron vivir”.
Habrá que esperar el segundo tomo de Amantes Subterráneos, esta vez con bandas que quedaron fuera, managers, dueños de locales y parte del movimiento teatral que caracterizó aquella explosión cultural de primeros años de democracia en Argentina.
Para los ansiosos, el blog de Flavio es: http://amantessubterraneos.blogspot.com