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“A la larga uno impone su idea” | A 30 años de la Paezmanía

Con El amor después del amor, Fito Páez se convirtió en el artista número 1 del país. Rescatamos fragmentos de una vieja entrevista, cuando el músico rosarino todavía no podía creer el éxito que había conseguido.

“A los pendejos que hoy agarran la guitarra a los doce años, yo les digo que la hagan, que sigan haciendo siempre lo que se les cante el culo. Porque a la larga uno impone su idea. Digamos que en el mundo moderno hay que saber moverse, es una jungla esto, lo sabemos, pero no se crean eso de los tipos que te encasillan, que te dicen esto no, que esta idea romántica tuya no va a perdurar, que los artistas renacentistas ya no existen más y todo eso. Es mentira. Así que sigan en la suya chicos, vale la pena”.

El párrafo anterior fue dicho por Fito Páez en 1992, en pleno auge de su música. Un tiempo de revancha para un músico que a esa altura, cuando apenas tenía 29 años, ya había pasado por muchas etapas artísticas y personales. Había conocido el infierno y había visto las puertas del cielo. Con El amor después del amor tenía las llaves del paraíso.

El amor después del amor se publicó el 1 de junio de 1992. Era el sexto disco solista de Fito. Fue un álbum que se convirtió en éxito total, una Paezmanía inédita que alguna vez se había vaticinado pero que se creía perdida para siempre. Fito, finalmente, después de tantos amagues, había hecho el disco perfecto de su discografía casi perfecta.

“Yo creo que me han dado una especie de crédito. Alguien dijo a este chico le vamos a dar carta blanca, y vamos a seguirlo”, seguía Fito, que recordaba que la idea de El amor después del amor había comenzado en 1990, en París: “Yo había llegado después de grabar Tercer Mundo sin un mango. Ahí compuse ‘Tumbas de la gloria’ en un departamentito. ‘Tumbas…’ abre el disco, de alguna manera. Después de hacerlo me dije: quiero hacer un disco como este tema: lírico, muy hondo y poderoso”.

El amor después del amor tenía catorce canciones. Casi todas fueron hits. Hoy casi todas son clásicos. Fito se despegaba de los 80, de su pasado como niño prodigio del rock argentino, de su relación con Fabiana Cantilo, que había inspirado varias canciones del disco (“Tumbas…”, “Creo”, “Brillante sobre el mic”). En pareja con la actriz Cecilia Roth, el rosarino encaraba la nueva década con energías renovadas.

“Trato de estar la mayor parte del tiempo posible conectado con cosas potentes, que me sacudan, que me gusten. La política es un tema del cual me he alejado absolutamente desde el punto de vista práctico”, decía. Con los años iba a volver, pero mientras tanto su mundo estaba conformado por todo aquello que Fito había acumulado en su corazón desde chico, lo había procesado y lo largaba en forma de canción.

Sus obsesiones estaban en el disco: Charly, Spinetta, los Beatles, su familia, Rosario, los libros que leía todo el tiempo, la bebida y sus parejas. Una enumeración que podría seguir en alguna de sus canciones, como lo hizo unos años después en “Al lado del camino”.

“Me gusta estar en el mundo haciendo canciones y no engañando a la gente. Me gusta ser un chiflado que se dedica a este tipo de aventuras. Y pensar en todas las vueltas que tiene que pegar uno, porque si no la tenés que pegar no pasó nada. Pero ojo, yo ahora te cuento esto con una sonrisa hasta acá, pero cuando lo viví fue una mierda”, decía Fito en la Revista Rock & Pop, en noviembre del 92, cuando el disco ya formaba parte de miles de hogares argentinos. Con el tiempo iba a conquistar casi todas. Se convirtió muy pronto en el álbum más vendido del rock nacional.