Almafuerte pasó por Tucumán en una fecha única. Con un Iorio sobresaliente y ante un gran marco de público, el combo metalero demostró por qué son lo mejor del heavy nacional.
Fotos de Eduardo Pece
Anunciada desde hace varios meses y publicitada fuertemente en cada provincia del NOA, la previa de la fecha en Tucumán de Almafuerte no pasó desapercibida: avisos en la radio, y tv, enormes afiches en las calles más transitadas, invadieron la provincia que este año se vuelve a transformar en la mimada de la región, como lo fuera antaño.
Esta visita tenía como excusa la gira presentación del último y excelente material del grupo, Trillando la fina (2012), el primer disco editado luego del ascenso y transformación en figura mediática de Ricardo Iorio, por eso no era extraño imaginar un recinto colmado, y para muchos su primer show de Almafuerte, incluso su primer recital de metal si nos ponemos meticulosos.
Una gran cantidad de personas compraron su entrada en la puerta donde el costo trepó a $180, cosa que enojó a varios. Recordemos que el precio de las anticipadas empezó en $120. El lugar sólo contaba con una ventanilla de expendio, cosa que es extraño para un show tan grande, ya que generó constantes demoras. En su interior, el Club Floresta se mostró casi completo en su parte baja, la única habilitada, ya que se prescindió de las plateas, similar a lo visto en otros recitales allí.
Sin banda telonera, algo que causó mucha polémica en la escena tucumana, los momentos previos se musicalizaron con temas del disco solista de Iorio, charlas entre amigos, cerveza y fernet. Como se explicó reiteradas veces desde Rock Salta, en los shows tucumanos siempre se vende alcohol a pesar de que el espectáculo sea apto para todo público, algo que en Salta está prohibido, y que para los productores de la región es absolutamente importante a la hora de decidir si armar un recital o no.
El enorme escenario contaba a los costados con los sponsors que suelen acompañar a la banda desde hace tiempo, y que se pueden ver en la edición física del último álbum. Pasadas las 23.30, el combo salió a escena y se desató el pogo nacionalista merced de “Patria al hombro”, al que se le pegó “Debes saberlo”. En estos primeros momentos se notó un Iorio lucido y en su máximo nivel, totalmente distinto a lo vivido en el show salteño de 2010. Sin dudas que al tratarse de tan grandes distancias un solo y enorme recital es el mejor formato que pueden presentar. En sus intervenciones con el micrófono, Ricardo fue desglosando su tan mentada personalidad, esa que sirve (y sirvió durante años) como ejemplo paterno para muchos pibes y pibas. Vierte consejos, humor y reflexiones.
En lo musical, Almafuerte es la obra cumbre de uno de los mejores guitarristas que parió el país: Claudio “Tano” Marciello. Su virtuosidad y buen gusto se nutre tanto del metal tradicional como del folclore, el tango y el flamenco. Durante la noche demostró las técnicas que aprendió a lo largo de su carrera, y regaló a todo aquel que lograra apartar por unos segundos su mirada de los ademanes y gestos del cantante, un curso acelerado en las seis cuerdas.
La batería a cargo de Bin Valencia aparece certera y precisa, pero es el bajo, lugar ocupado por Beto Ceriotti, el cual se lleva una parte importante del sonido arrasador del grupo en vivo, a pesar de que muy pocos lo tengan en cuenta en los discos.
Los coros del público y el pogo se alzaron en “Del más allá”, “Triunfo” y “La máquina de picar carne”. Con sólo una decena de canciones Almafuerte te vuela la cabeza. A mitad del show, el Tano se quedó solo en el escenario e interpretó un par de esas hermosas composiciones con las que acostumbra finalizar los discos de la agrupación.
“Acá le cantaron a Balderrama, a la luna, pero nosotros que vivimos en esas inmensidades también tenemos canción”, “A nosotros nos gustaría tocar todos los sábados, acá en el Norte”, fueron algunas de las frases que lanzó Ricardo para demostrar lo especial de tocar en Tucumán y en el NOA. El momento más emotivo de la noche llegó con un tema del nuevo disco: “Mi credo”, una confesión agria de un hombre que las padeció todas y que sigue en pie. Iorio le dejó como legado al metal parte de las mejores letras del rock argentino.

“¿Alguno leyó la nota de La Gaceta?”, fue otra frase del caudillo, esto demuestra el momento del grupo y de la personalidad que es el líder de Almafuerte para todos los medios, ya que hace no tantos años atrás era imposible pensar que “el gran diario Tucumano” le diera cabida.
Para el arrime a la tranquera, el combo metalero siguió desglosando las arrolladoras canciones de su último disco: “Pa Pelusa”, “Trillando la fina” y “Ciudad de Rosario”. A las que mechó con clásicos como “Toro y Pampa”, “Almafuerte” y “Ser Humano”, este último para delirio de la localia ya que nombra en su lirica a los presentes.
El defintivo final llegó, como de costumbre, con “A vos amigo”, mientras que todas las luces del Estadio Club Floresta se encendían y el pogo era una marea.
Con este, show Almafuerte saldó la deuda que tenía con la región merced a su anterior polémico paso, y sembró la idea de que forma parte de ese grupo de bandas a las cuales hay que ver siempre que se tenga la oportunidad cerca. Y el NOA ya espera la próxima.
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