El trío de synthpop Automatón propone una línea de trance bailable y de reflexión colectiva. Sintetizadores que atraviesan una Rosario segmentada donde alcanzar nuevos oídos representa un desafío.
Por Lucas Canalda
Foto gentileza Automatón
Automatón es un trío de synthpop expresionista nativo de las calles de Rosario. Salvando las referencias idiomáticas, podría ser un exponente universalista con el sonido futurista de un mundo del mañana.
En Automatón (2016), Godzilla (2017) y Lacrimae (2018), los EP editados hasta la fecha, se reconocen elementos del italo disco, post rock, synthwave y lucidos guiños de cultura narcopop que disparan un rico imaginario personal. Las letras se explayan en inquietudes sociopolíticas del ayer y sus derivaciones de hoy en referencias como “División Burzaco”, “Tony” (por Montana) u “Hombre comunista”. El resultado es un viaje profundo a la introspección que lleva al oyente a preguntarse de qué libro de Sci-Fi salieron Juan Aspeitia (voz, sintes, programaciones), Marcos Mosca (sintes, bajo) y Mauro Cuffaro (sintes, guitarra), robots existencialistas que no parecen tener número de serie pero sí DNI.
“Nos gusta el concepto o lo conceptual como punto de partida. Es decir, una idea con cierto anclaje teórico como disparador”, dice Aspeitia. “Generalmente este anclaje responde a un movimiento estético determinado. En el caso del expresionismo, puntualmente el expresionismo en el cine alemán, fue en un principio la condición para determinar el nombre de la banda: el autómata o ser maquinal, aquel que es movido por fuerzas que desconoce, ese que no tiene el poder del logos, nos parecía una buena analogía para una banda que usaba máquinas para hacer música. De ahí en adelante la sombra de ese movimiento nos persigue pero de una manera más sintética y en cierto punto más estética todavía. Si ves la tapa de nuestro disco podríamos hablar de una estética expresionista. Sería en realidad un expresionismo abstracto influenciado por el pop que es, en líneas generales, el estilo que hacemos. Entonces tenés la conjunción de estas dos grandes ideas. Godzilla, el monstruo mutante creado por el hombre (indirectamente), el autómata. No hay ningún monstruo en la tapa, nos encontramos con la cabeza de una estatua solitaria en un espacio indeterminado o abstracto (color rojo) pero dice Godzilla. Y ves los nombres de los temas y encontrás, efectivamente, los nombres ‘Tony’ y ‘División Burzaco’ o ‘Algas’, y escuchás la letra. Sólo queda hacer asociaciones para armar la foto total. Eso es un concepto, y esa es la parte pop en la forma que nosotros lo vemos: una manera frívola o risueña, en apariencia, de mostrar algo que nos parece muy grave.
– Las letras del grupo tienden a la introspección. Paradójicamente, la música va hacia el movimiento y al trance. ¿Cómo se maneja eso?
– Aspeitia: No están pensadas como un viaje introspectivo, pero sucede que muchas de ellas cuentan con un narrador en primera persona porque justamente son diferentes personas las que hablan. Si eso permite una mayor inmersión en la parte lírica de la canción, bienvenido, pero no está directamente buscado. Pienso ahora que una introspección también es una especie de trance. Volvemos a lo dicho anteriormente; lo bailable es la parte pop, el lado de la apariencia, el envase. Sin ese contenedor, y bueno… sería un lamento por tema. De alguna manera, y aunque cueste creerlo, nos ponemos en la difícil tarea de bailar para no llorar.
Automatón forma parte del sello independiente Discos Del Saladillo, dueño de una variopinta paleta de sonoridades que van del stoner rock de Aguas Tónicas y Conecticud hasta el paisajismo sonoro y experimental de Cromattista o el space rock infinito de Campo. Los integrantes del trío, al igual que todos sus compañeros de escudería, creen en la autogestión y del impulso DIY en una opus city cada vez más librada al rigor burocrático y a las modas comerciales de los gastronómicos/bolicheros que van haciendo mella en el circuito de recitales.
Durante 2017 el sello llevó a cabo Si lo construyes, ellxs vendrán, una cita mensual en el (hoy desaparecido) Centro Cultural El Espiral, bajo la premisa de reunir artistas e invitados de otras ciudades, para generar un encuentro artístico que vaya más allá de las expectativas de convocatoria o de rédito financiero. Dentro del tísico circuito rosarino el ciclo fue una sana apuesta por generar un lugar de encuentro genuinamente musical donde la propuesta artística era el principal objetivo, sin hype o marketing social.
El ciclo tuvo un cierre de alto perfil en el clásico Teatro del Sindicato de Empleados de Comercio donde Automatón, Cromattista y Unexcoder fueron las atracciones musicales. “Para nosotros como sello fue una experiencia muy enriquecedora y podría decir fundamental”, señala Aspeitia. “Fue un laburo de autogestión colectiva en donde la premisa fue el cruce de diferentes artistas en un entorno íntimo para que la música pudiera ser lo principal. Se dieron unas fechas alucinantes. Culminó con la presentación en vivo en el teatro en donde se presentaron tres proyectos de nuestro catálogo junto al colectivo Axiolandia, que se encargó de las proyecciones. La convocatoria superó nuestras expectativas y fue una suerte de apertura hacia un nuevo público”, agrega.
Más allá de seguidores de cada artista, la movida de Si lo construyes, ellxs vendrán obtuvo un vistazo de gente curiosa que se acercó atraída por el título del ciclo y terminó descubriendo proyectos nuevos. Un detalle no menor en una Rosario segmentada donde alcanzar nuevos oídos se presenta casi como un desafío contemporáneo para las bandas locales. Según Aspeitia, para 2018 tienen “la intención de continuar con el ciclo de forma itinerante”: “Es decir que las sedes van a ir cambiando según los artistas que vayan pasando. Esa podría ser una de las formas para encontrarse con un público nuevo”. Finalmente, reflexiona: “Entiendo que la música que hacemos, tanto nosotros como nuestros compañeros de sello, es en principio alternativa o fuera de un circuito comercial, por lo que no sé bien cuál es el potencial alcance qué podríamos tener o cuál sería ese nuevo público al que acceder. Si a eso le agregamos los pocos lugares que quedan en la ciudad para presentarse en vivo, el panorama que se viene es bastante complicado. En principio la intención de la banda es empezar a tocar fuera de la ciudad con mayor frecuencia y existen las ganas de, alguna vez, salir al exterior”.
– ¿Cual fue el aprendizaje más importante después de tantos años laburando desde la autogestión?
– A: Cuando se encara esta forma de emprendimiento, el cruce colectivo entre los diferentes artistas involucrados, por ejemplo para una fecha, ya sean músicos, DJs, sonidistas, diseñadores, VJs o stages, tiene siempre una impronta comunista que es muy sana y sobre todo muy subversiva al discurso que predomina en la actualidad, porque nadie tiene decisión o poder sobre el otro. Todos somos iguales, nadie vale más o menos que otro. Y es un desafío y una puesta a prueba constante porque el mundo en el que vivimos está preparado para otra cosa y las contradicciones afloran y los prejuicios se manifiestan, pero a la mañana siguiente pensás que es el camino que hay que seguir y no hay que aflojar.
Artículo publicado en el número 28 de la revista Rock Salta, de marzo de 2018.