Coberturas

Massacre: canción de los muñecos

La banda comandada por Walas regresó al NOA en una extensa gira que concluyó en nuestra ciudad el pasado domingo 9. Crónica y fotos de una gran noche.

La cita, luego de casi tres años de ausencia, parecía haberse multiplicado por mil: Massacre volvía al NOA con Ringo, su último disco, para una presentación que se hizo esperar. Y fue a lo grande: una Gira Cósmica que los llevó por Santiago Del Estero, Tucumán, Jujuy y el broche final en nuestra ciudad.

Una banda que marcó quizás un inicio en clave musical dentro del mundo skate ligado fuertemente al rock y/o punk con la actitud que se debe. Y hoy, con más de veinte años de carrera, los tipos siguen tocando igual de fuerte que lo que se llega a apreciar en antiguos registros, con la misma energía y actitud que los sigue remarcando como “la banda que hace skate rock”. Walas, camuflado bajo dos camisas escocesas (“compradas en la feria de ropa usada de acá”) es la cara visible de todo esto; su personalidad de showman se gana casi todas las miradas del público y él ayuda a eso manteniendo una fluida charla entre temas y en los espacios muertos. “Porque, viste, estas camisas las pusieron de moda tipos como Kurt Cobain, de Nirvana, o unos grosos que nos visitaron recientemente, los Pearl Jam”, dice señalando su vestimenta en una pausa sobre el escenario. “También los The Cure usaban estas camisas. No mentira, ellos ni en pedo.”

El lugar elegido para el show tuvo sede final en el boliche Sublime Disco, una verdadera opción para shows de características como el de la Gira Cósmica. Sea por su capacidad como por el fácil acceso, ya que no está muy alejado del centro de la ciudad. Inicialmente todo se iba a desarrollar en un bar de la zona de la Balcarce con, era visible, resultados pésimos por el limitadísimo espacio para el público disponible. Por suerte, se encontró el templo tropical apartado al lado del río Arenales, yendo por la avenida Paraguay: un sitio que parece más grande por afuera que lo que realmente es por dentro, con un escenario para las actuaciones en vivo por encima de las cabezas del público y delimitado por unas barandas. Gracioso porque en medio de los instrumentos ya montados, y como escenografía, quedó inmóvil un caño que en las buenas noches de reventón oficia de palo aceitado para las bailarinas de turno. Más tarde, por supuesto y como era de esperarse, el cantante y auténtico frontman le supo dar un pequeño uso en medio del show.

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Pasados unos diez minutos de las nueve de la noche las puertas se abrieron para el ingreso del público. Un par de inconvenientes con algunas acreditaciones y entradas ganadas en sorteos generaron un pequeño grupo de personas estancadas en la puerta por un buen momento. Mientras adentro sonaban como bandas sonaras de la espera canciones hitos de The Ramones, algo de The Clash y Fun People, entre otros. A un costado de todo se había armado una tienda de venta de discos y merchandising oficial de Massacre para el que quisiera suvenires de cada show. A la media hora la gente de Madre T Rezo ya había arrancado con su show: temas y composiciones nuevas de este cuarteto con una trayectoria recorrida aún sin disco editado, algo que tanto les hace falta para también promocionarse ante más público aunque dentro del grupo los conceptos son distintos. “No queremos grabar un disco. Nosotros estamos para molestar y tocar nuestra música”, dirían sus integrantes. Luego fue el turno de la banda elegida por Walas para girar desde Buenos Aires, los Surfistas Del Sistema, tocando canciones de su primer disco homónimo, lanzado a principios de este año. “¡Aguante Cerati!”, exclamó su cantante y guitarrista  antes de empezar con una versión calcada de «Puente», uno de los temas más conocidos de Gustavo. El cierre de las bandas soportes estuvo en manos del trío Luca Makonia, en un rol de banda/productor de toda la gira por el norte del país: acompañaron, junto a Surfistas Del Sistema, a Massacre por las todas las fechas. Y con Luca llegaron los primeros pogos de un público que necesitaba hacerlo desde hace rato. “¡Seguimos con las canciones nuevas porque en noviembre se viene el disco nuevo!”, lanzaron sobre el escenario antes de hacer uno de los temas finales, “El metal”.

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Pasada la medianoche, la sombra de los muñecos dispersados por sobre los instrumentos y el clásico “¡Hola!” de Walas indicaba que la banda ya estaba preparada para arrancar con un show que se hizo esperar. “Somos los Massacre”, concluyó su tradicional presentación ante el público y arrancaron las guitarras de Pablo Mondello y Fico a modo de introducción, con una base marcada por Charly Carnota en batería y el bajista Luciano Facio. “Plan B: anhelo de satisfacción”, fue la primera canción y el hit que alguna vez cantaron los Catupecu Machu. Era inevitable que Walas se convirtiera en el centro de atención durante todo el show no relegando roles con sus compañeros de banda pero sí marcando fuerte una relación que se hace una sola con el público. “Es un placer volver a Salta”, saludó obviamente como todo el mundo que pasa por un escenario salteño. La lista siguió con “Nuevo día” y el corte de Ringo “Tengo captura”. Antes de la quinta canción, “Querida Eugenia”, Walas pidió a la reflexión, ¿social-política?, de todos, agradeciendo: “Estamos muy felices de que todo esté empezando a ir mejor”, dijo, tras el silencio del resto de la banda. “Gracias a Luca Makonia, que se armaron toda esta movida y, sobretodo, ¡gracias a Luca Prodan por existir!”, dijo Walas a modo de una presentación referencial de “Estallando desde el océano”, covereando a Sumo. Es interesante recordar una frase bien Prodan que tiró sobre el escenario del Cosquín Rock, en febrero al terminar el show: “Ahora podrán decir que vieron en vivo a Massacre como hoy algunos dicen que vieron en vivo a Sumo”. En lo posible, el cantante en su diálogo intenta presentar la siguiente canción con una referencia casi textual. También se tomó su buen tiempo para nombrar a cada uno de los implicados en la gira y, como un comentarista deportivo en la pausa antes de un tiro libre, mencionó lugares de ropa y de catering. “Gracias a ellos tengo esta panza”, dijo levantándose la remera.

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“La virgen del knock out” sonó y ya Ringo pegaba fuerte sobre el escenario de Sublime Disco. Después, la lista fue variando entre grandes canciones de épocas pasadas entremezcladas con lo nuevo, “Te leo al revés”, “Muerte al faraón”, “La octava maravilla”, “Compulsión”, “Sofía, la súper vedette”, “Te arrepiento”, “Tanto amor” y “Juicio a un bailarín”. El momento de ver a Walas dándole un uso, menor pero uso al fin, al caño llegaba con “Celebrity” con un par de intentos de piruetas con un cierto guiño de complicidad entre todos, desplegando una lámina educativa del cuerpo humano sobre el poste. Usando la base del micrófono como puntero, señalaba distintas partes de las tripas internas que cubren al esqueleto. Como si fuera que se quedó con ganas de reflexionar sobre una mirada política, y a modo de presentación del siguiente tema en la lista, recordó un conflicto que data del 2008: “No sé si recuerdan, pero tanto el gobierno como el campo, ambos putos. Y hoy Salta es testigo del conflicto del duelo entre el robot y la momia azteca”, y comenzaba así el último tema a interpretar del disco nuevo con un final un tanto experimental: Walas improvisando un solo con un raro instrumento electrónico conocido como teremín. “Somos los Massacre, bienvenidos al rock del futuro”, siguió presentando al grupo por más que el show estaba culminando con un bis de tres canciones clásicas, “Tres paredes”, “Mi mami no lo hará” y el broche de todo (gira maratónica y show) con el cover furioso punk de The Kinks, “You really got me”. Afuera quedaron algunas canciones pedidas por los más fanáticos y la reversión de Almendra con “Ana no duerme” que sí estaba planeada en una improvisada lista de temas pero que al final nunca sonó. Carnota y Mondello repartieron baquetas y púas respectivamente y el resto del grupo se perdió entre la gente para desaparecer entre saludos, fotos y agradecimientos por lo vivido. Próxima estación, la esperamos.

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