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Canciones para revivir los 90 aunque seas centennial

Un repaso básico para adolescentes y adultes que en esa época estaban más pendientes de Videomatch y Gasoleros. 

Carlos Saúl Menem, ex presidente de la Nación entre 1989 y 1999, murió ayer a los 90 años. Fue uno de los mandatarios más importantes de la Argentina, nos guste o no. Llegó con promesas de justicia social y continuó con el camino económico originado por la última dictadura militar. Disimuló la crisis bajo un maquillaje de glamour berreta y dejó servido el estallido social que llegó en 2001. 

Aunque hay que reconocer que esas condiciones fueron maravillosas para el rock, que encontró un lugar desde donde combatir y decir cosas. Menem se las hizo fácil. Así, a caballo de consignas opositoras al gobierno, describiendo la realidad llena de tierra que se escondía detrás de los modelos Versace, las bandas y artistas argentinos musicalizaron la década y acompañaron la cada vez mayor desconfianza hacia la clase política. En Rock Salta ofrecemos un recorrido básico para tratar de entender aquellos años a través de la música. 

La famosa frase “Ramal que para, ramal que cierra”, pasó a la historia como un símbolo del gobierno de Menem. El avance neoliberal que sacudió con privatizaciones a los trabajadores de todas las provincias. Hubo pueblos enteros que se vieron perjudicados. Los trenes pasaron a ser un objeto extraño para casi todos los habitantes del país. Sólo quedaron en el paisaje suburbano del conurbano bonaerense, donde los pasajeros tenían que colgarse como podían. De algo de eso habla “Ay, ay, ay”, la canción de Los Piojos de 1994.

Un resumen clásico del gobierno menemista es el de “pizza con champán”, una manera de retratar cierta fiesta decadente que podría tener ramificaciones tan distintas como los programas de Mauro Viale, el caso Cóppola, la Ferrari, los trajes, Madonna, Susana Giménez, la revista Gente, las camisas de Maradona y más demostraciones de derroche innecesario, algo que incluso hasta alcanzó al supuestamente contestatario rock nacional, que no tuvo problemas en ir a grabar a Los Angeles cada vez que pudo. “Circo Beat”, la canción de Fito Páez, con voces grabadas en la Isla de Capri, resume todo aquello. 

Algunos años más tarde que Fito, Babasonicos publicó Miami, su último disco antes del éxito comercial de Jessico. La tapa del disco es icónica y representa a la década de los 90 con una precisión que envidia hasta el mejor creador de memes de la actualidad. Argentina frívola, de derecha y sin ideología más que aprovechar la paridad del peso con el dólar. 

Menem llegó al gobierno con promesas que luego no se concretaron. Cuando estaba en el cargo se le atribuyó una frase que todavía hoy muchos piensan que la dijo: “Si yo les decía lo que iba a hacer, no me votaba nadie”. En realidad la frase es de Guillermo Vilas. Pero para el caso es lo mismo. Menem ganó en el 89 y buscó la reelección en el 95 tras impulsar la reforma de la Constitución. Un año antes, en 1994, Hermética lo advertía: “Politiqueando un doctor de la ley / ganó lugar con sólo prometer / carnes asadas convido al pueblo / Quien dio su voto creyendo / que poseía sensibilidad social / Que cumpliría sin aflojar / con sus discursos pre electorales / con los que tejió su fraude”.

La crisis económica y social empezaba a crecer. Con ella también aumentaba el desprecio social a la clase política argentina. Los músicos de rock se embarcaron enseguida en ese camino y, como sus colegas de los 70, empezaron a ver a la militancia política como un acto casi hereje. «Yo sé que no puedo darte / algo más que un par de promesas… ¡no! / Tics de la revolución / implacable rocanrol / y un par de sienes ardientes / que son todo el tesoro», cantaba el Indio Solari. Lo único que podía ofrecer el rock era un refugio. 

El rechazo absoluto a la dirigencia iba a tener su pico en las elecciones legislativas de 2001, dos meses antes de la renuncia de Fernando de la Rúa. Pero era un sentimiento que venía en crecimiento y que La Renga había relatado en “El rebelde”, su hit de 1998 que hoy parece casi infantil pero que entonces revelaba un compromiso. 

Clarín, 15 de mayo de 1997

El estallido social generalizado que ocurrió en 2001 se percibía desde mediados de los 90, con piquetes en distintas localidades. En nuestra provincia se dieron algunos de los primeros cortes de ruta. Bersuit Vergarabat lo entendió muy bien cuando grabó “Se viene”, una arenga profética que inundó los medios. 

Bersuit grabó “Se viene” en Libertinaje, un disco producido por Gustavo Santaolalla que los consagró como una de las bandas más exitosas del cambio de milenio. El álbum, de 1998, también traía “Señor Cobranza”, un cover de Las Manos de Filippi mucho más explícito y directo. Pedía la muerte de Cavallo en manos de Norma Plá, acusaba al presidente de traficante. A nadie le parecía descabellado.

La referencia a Norma Plá y la protesta de los jubilados venía de antes, de los primeros años del gobierno de Menem. Pappo habló de eso en “Mi vieja”, una canción que no le gustaba (formaba parte de un sketch para el programa de Tato Bores) pero que le dio muchos beneficios. 

Mientras los jubilados protestaban y los docentes calentaban listos para salir a las calles, les argentines estábamos encandilades por las mieles de la flamante apertura al mundo que nos brindaba el 1 a 1. 

Viajes, marcas, artículos importados, garantizados. De eso hablaba “Capitán América” de Las Pelotas.  

Pero en las calles de las provincias, en los barrios donde no se desayunaba con Kellogg’s, la situación era distinta. La desocupación a mediados de los 90 creció casi hasta parecer no tener techo. Había que agradecer tener trabajo, si es que se tenía. Y el progreso no existía. La meritocracia siempre fue un verso de las clases privilegiadas. 

“Cuando yo me vaya, el modelo seguirá”, decía Menem en aquellos años. Tenía razón. Pero el rumbo no duró mucho más sin ser cuestionado. En 2001 todo estalló. Un año antes, Divididos lo decía muy claro: “Esta tierra a cero peso no es real”. 

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