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Perfume del norte

Músicos de todo el NOA analizan la importancia del carnaval en la cultura y el rock de la región. Además, una crónica de lo que fueron las celebraciones en Tilcara y Maimará. 

Para la región norte del país, todo el año es carnaval. Pero no como reza la canción de Los Fabulosos Cadillcs, sino porque todo el año se está pensando en él. “Es muy fuerte, hay mucho respeto hacia el carnaval” dice Fede Estrada, percusionista de Combo Locoto, sin dudas la banda más vinculada a esta fiesta desde el rock regional. El numeroso grupo jujeño fusiona e improvisa desde el 2009 en torno al ska, reggae, jazz y distintos ritmos andinos de toda Latinoamérica. Fede cuenta que la cosa viene de familia y que la fuerza carnavalera se la va sintiendo mientras uno crece, aunque asegura: “El carnaval nos vio crecer a nosotros.”

La importancia del carnaval ya ha transcendido la vinculación a la fe cristiana y a esas fechas que estipula el calendario, pero el verano, y especialmente febrero, sigue siendo el momento en el cual se hace carne viva el festejo. Cuando los lanza nieve y el papel picado invaden los rincones de las ciudades y las calles de los pueblos, donde las comparsas siguen siendo tradiciones familiares. Alomias Lizarraga grita “Yo soy diablo. Yo soy el carnaval, mi segundo nombre es carnaval” y despierta las carcajadas del resto del grupo. Toti Ríos, trompeta y voz en la banda nos explica que el saxofonista amante del jazz, es diablo de una comparsa de Uquía, una localidad cercana a Humahuaca.

A pesar de los años transcurridos y la fusión de culturas, la festividad todavía contiene algo de la mística de antaño, y principalmente está presente en la cotidianeidad de jujeños, salteños, catamarqueños, tucumanos y riojanos como nostalgia y como futuro. Con cada nuevo carnaval que llega al Norte, se presentan miles de visitantes de toda la Argentina y de varios lugares del mundo, estos se acercan a las clásicas localidades donde todo se va armando para entretener turistas. Gustavo Cruz, guitarrista, cuenta que si bien tiene su parte linda compartir su música ante tanta gente, “en Tilcara llega un momento que no se puede estar”; y destaca: “Nosotros laburamos bien, pero hay mucha gente, y por ahí en Tilcara se pierde un poco, pero hay lugares como Uquía. Más arriba es más tranquilo”. Termina reflexionando mientras su postura se torna dubitativa: “El carnaval, es todo un tema”.

Combo Locoto se presentó en reiteradas oportunidades en la fecha propiamente dicha de carnaval, aunque hacen el trabajo fuerte en enero. Tanto este año, como el anterior estuvieron apostados en Tilcara durante todo ese mes y de ahí partieron a los pueblos cercanos compartiendo fechas con comparsas locales. Tocando en la calle, en bares, pubs y peñas haciéndose conocer ante las grandes cantidades de turistas. Vicu Rios, vientos andinos, acordeón y coros, describe que eso está bueno y que la gente recibe muy bien al grupo: “Siempre vuelven o te ponen en las redes sociales saludos desde tal lado y tal otro, y cuando estás ahí no te das cuenta”. Tales visitantes llegan impulsados por relatos e imágenes que viajan por distintas vías contando la diferencia que tiene este carnaval regional con los otros clásicos carnavales alrededor del mundo. No deja de ser irónico cómo los de afuera vienen a ver algo autóctono y los de adentro terminan armando un show debido a tantos turistas. También es preocupante la invasión de extranjeros que explotan laboralmente a los locales en hoteles, hostales, y restaurants, y eso va en ascenso desde hace años. Incluso el alcoholismo que se exalta como nunca en estas fechas es un problema grave en la población del lugar como relatan en varias de sus letras los Humahuaca Trío en sus dos discos, Humahuaca Trío (2005) y especialmente en Originario (2012). 

Rock & carnaval

En el verano del 2013, el rock tuvo una fuerte presencia en los festejos que se desarrollaron en Jujuy. Bandas como Bersuit y Los Auténticos Decadentes visitaron y animaron los grandes festivales que traen aparejados el carnaval. Incluso, Semilla Bucciarelli y Sergio Dawi, dos ex Redondos, también pasaron por la zona para esas fechas con su nuevo proyecto (ver página 37).

La Bersuit llegó a Tilcara en pleno fin de semana de carnaval, para tocar con sus amigos de Los Tekis y completar el concepto que el grupo abanderado de la fiesta en el folclore argentino plasmó en su último disco Rock & Tekis (2012). En el álbum se encuentran versiones de “Arde la ciudad”, “Marcha de la bronca” y “La luna y la cabra” entre otras, “que suenan a Tekis”, tal la afirmación de Walter Sader, guitarra (criolla) de la banda. Sebastián López, vocalista y la cara visible del grupo folclórico es el más canchero de los seis Tekis, con su sonrisa compradora se permite bromear acerca de por qué el acercamiento con Bersuit: “Son igual de mala vida y basura que nosotros”, dice, y continua: “Somos muy amigos, como con Manu Quieto, se nos dio naturalmente”. Todos coinciden en haber empezado a escuchar al grupo con el exitoso disco Libertinaje (1998). Juanjo Pestoni, baterista y percusionista, relata que los conocieron allá por 2004, cuando fueron hasta Buenos Aires para grabar junto con el Pelado Cordera (entonces todavía en Bersuit). El grupo autor de “Yo tomo”, versionado a vallenato en el álbum, era en ese momento dueño del mítico estudio Del Cielito. Por lo cual conocieron a toda la banda bersuitera en ese momento y se hicieron amigos al instante, cosa que se repitió con el actual dueño del estudio donde se grabó el disco, Manu Quieto, líder de la Mancha de Rolando; quien en una reunión regada con buenos vinos escuchó en uno de los celulares de los jujeños los demos que luego formarían el disco “y se copó”, cuenta el percusionista. “Y empezamos a conocer a los autores de las canciones, lo mismo fue con Dread Mar I, con Miguel Cantilo, que empezamos por mail.”

En la temprana mañana de la fecha Tekis – Bersuit, cientos de jóvenes llegan a la terminal de Tilcara, al lado de la abarrotada parada de colectivos, donde los vehículos tienen serias dificultades para maniobrar. Se ven carteles recientes de todos los grupos tropicales del momento. La popularidad del pueblo sigue en un pico altísimo. En realidad no sólo hay jóvenes caminando por las calles de tierra, sino que podemos encontrar gente de todas las edades, matrimonios cincuentones con hijos chiquitos, grupos mochileros europeos, pero el segmento entre 18 y 30 es amplia mayoría. Las remeras rockeras transitan constantemente. Desde NTVG, a Gardelitos, e incluso varias de Hermética. Con el correr de las horas los pocos reacios a usar lanza nieves ya están entregados, y llevan adosados a sus palmas el arma de eventual protección o venganza. Como si se tratara del recreo en un jardín de infantes, las féminas agraciadas son las que reciben constantemente la nieve artificial. Los changos no se tiran entre ellos, y están agazapados sentados en los cordones de las calles, o caminando lentamente, esperando que pase el próximo grupo de chicas.

La plaza principal se va tiñendo de blanco, entre el talco y la nieve. En el transcurso de la tarde noche sólo los más valientes se quedarán al centro o se animarán a pasar por las diagonales, quedarse cerca de los puestos de artesanías y CDs que rodean la plaza es una buena opción para ver el espectáculo y como decenas de personas juegan al carnaval. Los clásicos diablos no se hacen esperar: hay de todos los tamaños, desde niños a adultos disfrazados, con espejos y colores fuertes. Haciendo ruido con cada paso que dan. En uno de estos puestos está el vendedor que decidió comercializar la música del Combo Locoto, pero a falta de disco oficial para copiar, el puestero resolvió armar uno propio usando la música que está en YouTube y Soundcloud. El violero Gustavo Cruz cuenta la anécdota de cómo le compraron su propio disco “al dueño del localcito”. “Yo le preguntaba quién se lo había dejado, y él no me conocía, y me decía los changos del grupo andan por acá y me lo dejaron. Entonces se lo compré para ver qué había”. Toti Ríos agrega: “Ese vago a mí sí me conocía, cuando me enteré me mandé y le pregunté y me dijo que no tenía el CD”. El vocalista relata que fueron a preguntar pero no enojados o diciendo que los estaban pirateando, sino contentos porque sintieron que el grupo estaba creciendo. Ahí nomás regresaron a la casa bunker de grabación que habían alquilado, para seguir trabajando en mejorar las canciones para ese futuro primer disco.

A una par de cuadras de los puestos se descubre otra plaza, que no es tan concurrida, en uno de los bancos que forman una especie de semicírculo se encuentran un grupo de chicos. Seguramente no pasan los diecisiete años, están en ronda tomando algo, las bebidas descansan al medio, en el piso. Uno de ellos va rasgueando las cuerdas de la criolla haciendo un verdadero zapping radial. Pasan por temas de Abel Pintos, La Bersuit, “Piedra y camino” de Atahualpa Yupanqui y “Arde la ciudad” de La Mancha, entre varios más. Todos cantan, todas las canciones. Mauro Coletti se emociona con la anécdota y dice: “Eso es lo que pasa hoy, un chico tiene en su celular de todo, de Los Nocheros a Los Rolling, de La Bersuit o nosotros. Y está buenísimo por que la música es una”, dice al respecto el rubio, aunque la cabellera lo va abandonado, encargado de los coros y vientos en Tekis.

Llegada la noche, las calles son un hervidero. En la puerta de ingreso todos preguntan por el precio de las entradas y se llevan algo de impresión al escuchar precios que superan los cien pesos. Algunos desisten de entrar y prefieren volver a las calles, augurando encontrar algo menos costoso. De todas maneras el galpón se va a llenar a medida que se acerque la actuación de los anfitriones y llegue la hora pico. Antes pasarán grupos realmente muy parecidos a Los Tekis, incluso harán los mismo temas que popularizaron ellos. El lugar es un galpón por momentos bien alto, con añadiduras a los costados.

La gran difusión que se le dio al evento funcionó. El logo del kolla con el chulo, más la quena en una mano y los cuernitos en la otra, tal la tapa del disco, es conocida por la gente que la vio en las paredes y en distintos spots televisivos. Ahora se venden remeras y gorros de diablos con el logo impreso. Adentro se venden humitas, panchos y hamburguesas, más la famosa bebida cola, solamente en botellas pequeñas. Durante la actuación de los grupos se van a nombrar distintos puntos del país, todos los visitantes aplauden y gritan al escuchar su lugar de origen, pero un profundo silencio se vivirá en el galpón cuando se grite “¡Tilcara!”.

Bersuit sube con sus clásicos piyamas al escenario, que es imponente, arremeten con “La soledad”, y van mezclando los temas del nuevo disco La Revuelta (2012) con hits y clásicos como “El Baile de la gambeta”, “Perro amor explota”, “Murguita del sur” entre otros. Siempre la gente responderá con pogo y muchísima energía. La banda parece haber reencontrado la fuerza de antaño. Sus integrantes contarán detrás del escenario que disfrutan mucho este momento de no tanta exposición y de tocar en lugares pequeños. Durante la tarde y terminado el show no tendrán problema de sacarse miles de fotos con cada uno que lo pida, ya que, aparte de tocar, fueron a disfrutar el carnaval. “Yo vine acá con mi esposa antes de armar Bersuit. Siempre fue algo increíble” dice el pelado Juan Subirá. “Hoy me tuve que bañar tres veces, no paran de tirar nieve”, son las palabras de un muy alegre Dani Suárez. Quien supiera cantar “Esperando el impacto” es el gran encargado de las voces junto al Cóndor Sbarbatti, quien sigue portando sus largos dreads. Al finalizar el eficaz show luego de hora y media de hits y temas nuevos, los plomos desarmarán todo con una velocidad gigante pero aun así la espera será de más de media hora. Que será disimulada con la música bien al palo pasando por distintos estilos folclóricos como saya, carnavalitos y otros.

Con un vestuario particular y lenguas de fuego que trepan los dos metros, Los Tekis saldrán rugiendo con la intro de “Post Crucifixion” puesta como leitmotiv en la “Marcha de la bronca”. Walter Sader recuerda: “Estábamos en el estudio y el violero, que estaba grabando, dijo que sería bueno meterle la intro y salió y pegó con el seis por ocho”. Sebastián López completa: “Hay una gran admiración (por Spinetta), de parte de todos. Pero no fue pensado, salió sin querer. Es más, el mismo Cantilo nos decía ‘con el Flaco nunca se nos ocurrió mezclarla’.  Porque va como si fuera la introducción de la marcha, va perfecta.”

Luego de eso, el grupo intercala temas de toda su carrera, pero hace hincapié en este disco, siempre demostrando lo que los llevó a ser la banda de sonido de casi todos los festejos del carnaval. La gente en el galpón sigue tirando nieve y bailando y saltando. Mañana seguramente cientos de ojos estarán inflamados por la sustancia artificial. Y varios dormirán hasta la siesta.

Baila que baila Maimará

Durante enero y febrero varias bandas regionales como Humahuaca Trio, La Yugular Reggae y Luca Makonia tocaron por distintas localidades, mostrando algo de rock en la época clásica de los festivales de folclore. Demostrando la fusión que existe en la zona, “Creo que es inevitable, a pesar de que el rock sea un poco más pesado, o más tranqui, siempre tienen algo del lugar. Quizás desde la letra o hasta del sonido. Por ejemplo La Yugular mete zampoñas, charangos y porque los changos son kollas, jujeños criados con el carnaval con la Pachamama, por más que tu forma de sentir sea más vinculado al rock siempre esta amalgamado, me parece que en el interior pasa eso” dice Sebastián López de Los Tekis al escuchar que el santiagueño Raly Barrionuevo le dijo palabras similares a esta revista hace un tiempo (ver Rock Salta 4). Cuando se le pregunta por bandas nuevas, coincide en el gran parecido a Los Tekis que tienen la mayoría de las bandas de chicos en el folclore de hoy en día pero se alegra al ver que la fusión no para: “Está bueno porque se largan a hacer un ska sin ningún tipo de prejuicio.”

“Vengo desde el olvido / toro serrano / pa’ ver si mato penas / carnavaleando”, así comienza la “Zamba del carnaval”, clásica y bella composición del gigante Cuchi Leguizamón. Desde hace varios años, cuando se habla de festivales de carnaval, se ven muchos grupos que suben al escenario a mover y bailar, y esa música del Cuchi se siente tan pero tan lejana, que incluso parece que se va a perder. Pucho Ponce, bajista Teki, responde al instante: “No, jamás”. Walter Sader aporta: “No, en un festival convive todo, nosotros hemos tocado en Cafayate con el Dúo Salteño”.

– En los festivales de verano, cuando le dan quince minutos a un pibe y si no hizo bailar, que venga el otro. Por ejemplo un chico que pinta como futuro Ricardo Vilca, le das quince minutos hace un tema o dos, lo bajan y toda esa gente se perdió de escuchar un gran artista.

Mauro Coletti: Depende de la característica del festival, hay lugares que son diferentes. Dino Saluzzi no se cagó de odio cuando subió la otra vez en Cafayate. Siempre depende de la hora, después de quién subís y de la característica del festival. Yo no sé si alguien como Ricardo Vilca es para que toque en (el festival de) La Chaya, y más a las tres de la mañana, cuando ya están todos copeteados con ganas de bailar, saltar y joder. Y más porque ese festival tiene esa característica. Es como que yo te diga que en un festival de jazz la hagas tocar a la Mona Jiménez.

La gente de Combo Locoto cuenta que en verano y en carnaval cambian el repertorio. Fede, el morocho percusionista, dice que “se pone más fiestera la cosa”. “El que toca en carnaval, toca y toca. Tocás cuatro horas o más”, cuenta Toti Rios. Durante este verano la banda que fusiona el jazz y el ska con ritmos andinos recibió muy buenas críticas de parte de Dancing Mood. Su líder Hugo Lobo saludó afectuosamente a sus integrantes después  de ver su actuación, cuando el grupo porteño visitó Jujuy y compartió fecha con la banda. También en verano hicieron su primer videoclip gracias a la colaboración de una productora rodante que le gusto el grupo, se trata del tema “Piernas de planta”, que esta filmado en Tilcara, y en el cementerio de Maimará. En esta importante localidad jujeña, es otro lugar donde se vive el carnaval de manera muy fuerte, con varias comparsas que ya tienen décadas encima, y que cada vez son más conocidas por sus despliegues y particularidades, podemos nombrar a La Avenida de Mayo, Los Ácidos y Casastchok. Y entre algunas que van creciendo, como Los Afligidos y Los Cachafaces.

Para el entierro del carnaval se vivió una fecha muy especial, ya que se decidió traer a Los Auténticos Decadentes. Algunas de las agrupaciones se mostraron recias a este hecho diciendo que se perdía lo clásico del carnaval, pero otros se alegraron muchísimo, y es que la banda más fiestera del rock argentino está marcada a fuego en el imaginario de todos. El show se realizó en el patio de la Escuela Técnica del pueblo, con similares características a lo visto en el poco concurrido Tilcara One Love, que cerraron los chilenos de Gondwana hace dos veranos. En el mentado entierro, también actuaron grupos folclórico/tropicales, muy festejados por el público: Tupac 7, Los Quebradeños, César y su Grupo Felicidad, entre varios más.

Esta fecha fue totalmente distinta a la vivida en el galpón de Tilcara. Se llevó a cabo un sábado sin fin de semana largo mediante, por lo que no atrajo a demasiados turistas de lejos. Sí asistieron jujeños (de varias localidades vecinas) y muchos salteños. Todos bailaban los distintos ritmos clásicos como la saya, se divertían, y se reían con el talco y el papel picado, más que con la nieve. Que también estaba presente pero en una medida muchísimo menor. A pesar de la entrada, que también superaba los cien pesos, muchas familias llegaron con las típicas sillas plegables y se sentaron bien adelante. La muchedumbre gritaba cada vez que los presentadores nombran a los Decadentes durante la noche y se abarrotaron adelante de todos cuando la banda comandada por «Cucho» Parisi y Jorge Serrano salió al escenario, erguido al final del patio de la escuela.

Comenzaron con una seguidilla de hits: “Somos”, “Cómo me voy a olvidar” “No puedo” y “Los piratas”. La lista sería en total de veinticuatro temas y dos bises, redondeando dos horas y un poco más de un show ATP, a pesar de los pechos falsos y las pelucas que les acercó el público a los músicos. El cada día más valorado Jorge Serrano se puso en varias oportunidades los gorritos de diablo que le arrojaba la gente que no paraba de cantar y gritar las letras de esta banda, que es inoxidable. Luego de ellos, el entierro seguiría con otros grupos, el reloj marcaba las cinco pasadas y desde los micrófonos se anunciaban todas las fiestas que quedaban por venir en el año, siempre con la cola del diablo del carnaval dando vueltas. Aunque se festeje en febrero para la región norte del país, todo el año es carnaval.

* Nota publicada en la Revista RockSalta Nº14 (abril 2013)

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