Coberturas

Cielo Razzo en Salta: Chapa y bandera

En su tercera visita, Cielo Razzo presentó su nuevo disco y demostró sus años de carrera ante fieles seguidores salteños.

Desde aquella primera vez de Cielo Razzo en el desaparecido Beel Zebul, los rosarinos nos visitan anualmente y siempre en pleno invierno. Un detalle es que a pesar de que la convocatoria se mantuvo más o menos en los mismos números, en cada oportunidad lo hicieron en lugares de distintas capacidades, mostrando la volatilidad que tiene nuestra ciudad en cuanto a locales para tocar.

Con un atraso de dos horas, y siendo las once de la noche, “Caminando” (el tema que abre Sideral, su última placa) sirvió para calentar los cuerpos de los presentes y aplacar los silbidos por la demora. ¿Será imposible lograr que un show inicie medianamente puntual en la provincia? ¿Tan difícil es que los recitales domingueros no terminen después de la doce?

Como segundo tema Cielo apeló a uno de sus clásicos: “Luminoso”, que logró el primer pogo de la noche. Entre banderas, remeras del grupo y el grito del público: la marea volvía a crecer en Salta. Los rosarinos se mostraron cansados, la gira fue larga y las cuatro fechas consecutivas por el Norte se sintieron en los músicos. Esto aplacó un poco la contundencia de la banda, pero también le puso sentimiento a la noche. Se notó que la entrega vino con un plus.

Las firmes demostraciones de afecto hacia Pablo Pino, el cantante, por parte de la gente fueron constantes, aparte de los apretones de manos abrazos, fotos y saludos. Al frontman le llovieron varias remeras. “Me ven mal vestido todo el tiempo, que me regalan ropa”, bromeó mientras señalaba su remera, también regalada, que tenía una imagen de Luca Prodan. Justamente las locuras del vocalista fueron los puntos altos de la noche, llegando a lanzar el contenido de un vaso de cerveza hacia uno de los músicos para que vuelva al escenario, o colocarle una zapatilla a “la cenicienta de la noche” e incluso a un amague de arrojarse a la gente luego de treparse al entrepiso del local.

Con la sección de nuevos temas lentos “Posdata” y “Viaducto” o de término medio como “Estrella”, la banda rescató esa lirica que los acercó a bandas como Las Pastillas del Abuelo, El Bordo o Pampa Yakuza, a pesar de que los rosarinos son anteriores. Como dato curioso, a mitad del recital el baterista invitado para los shows del Norte cedió su lugar en los parches a su hijo durante varios temas. En un día eleccionario en el país, el vocalista sólo tocó el tema para dirigirse a unos pibes pasados de copas que estaban algo violentos. Pino definió al rock como el único lugar para encontrarse, ya que todo lo demás, política, clase social, religión; “nos divide”.

Al igual que lo sucedido en el show de Eruca Sativa, el sonido fue complicado y en varios puntos del local se escuchaba sólo ruido. Esto motivó el enojo de Diego «Pájaro« Almirón, uno de los guitarristas, que cansado de pedir retorno en la voces, arrojó el pie de su micrófono a un costado del escenario. Realmente este fue el único aspecto negativo del nuevo local Euphoria Bar, que se muestra como una muy buena opción para shows de varios niveles de convocatoria. Llamó la atención que durante toda la noche el sonidista del grupo movió y movió los controles de la consola sin encontrarle la vuelta al sonido alquilado para la ocasión.

A pesar de no contar con su habitual percusionista en esta gira, sus aires rioplatenses fueron inobjetables y se exhibieron en “Qué sé yo” y “Luna”, el esperado súper hit que los llevó bien alto en los ranking durante la década pasada.

En el falso final, “Sin salida” cayó justo como banda de sonido del domingo de sufragio, donde la derecha más recalcitrante representada por Urtubey, Romero y Olmedo; se llevó la amplia mayoría de votos en la provincia: “la realidad es la verdad que nos da la mentira”.

Mostrando la buena onda y sus ganas de tocar a pesar del cansancio, con dos bises más y promediando las dos horas de show, Cielo Razzo se despidió entre los aplausos de sus fieles seguidores del Norte.