Libros

Ciudad Dormitorio, de Damián Snitifker

Una novela donde la música atraviesa la vida suburbana.

En Ciudad Dormitorio, la primera novela de Damián Snitifker, el rock y la pasión por la música están presentes al mismo nivel que la realidad del conurbano bonaerense que domina a los personajes. Son mundos paralelos que conviven dentro de cada uno de los protagonistas. La rutina musicalizada, los momentos justificados gracias a un festipunk o un show inesperado en una bailanta.

El libro, publicado a fines del 2020 por la editorial Crack-Up, muestra ese ritmo aletargado del conurbano que para los que no somos de allí pasa desapercibido, cubierto por la sombra porteña. Instantes pequeños que parecerían no significar demasiado. Silencios que no son incómodos sino inevitables. Y el acelerador a fondo cuando corresponde para avanzar por la autopista o para saltar la medianera.

La novela tiene como protagonistas a jóvenes de veintipico. Está relatada con mucha presencia de bandas, radios locales que pasan mejor música que las FM más famosas, y chicos y chicas que aunque tienen edad para ser padres quizás aún no sepan muy bien qué quieren para el resto de sus vidas. Además, el libro cuenta con la presencia estelar de Nito Mestre, que tiene que andar aclarando una teoría muy graciosa que lanza uno de los personajes. De todo eso charlamos con el autor (oriundo de Berazategui, en la zona sur del conurbano) en la siguiente entrevista.

– En general los habitantes de las provincias piensan que la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense “son lo mismo”. Sin embargo, y creo que el libro lo muestra, las ciudades que rodean a Capital Federal quizás tengan un paisaje, incluso un ritmo, parecido al del resto del país. ¿Coincidís?
– A mí me parecen dos universos completamente diferentes. Coincido en eso de que el timing de la periferia bonaerense es más similar al del interior. En mi barrio todavía tenés a los viejos que salen a la tarde con las reposeras a tomar mate en la vereda, donde todavía existen calles de tierra y a las seis o siete de la tarde sale el vecino con la manguera a regar la calle para que no levante polvo. Tenés el que pasa con la bicicleta vendiendo bolitas de fraile y churros, el camión del chatarrero, hay un montón de cuestiones identitarias del conurbano que lo asemejan más a un pueblo de provincia. Obviamente que en los centros se va perdiendo. El centro de Quilmes o el centro de Berazategui, con la cantidad de edificios que han ido construyendo a lo largo de los años, son más parecidos a Capital Federal que a sus propias periferias. Pero el tiempo, el ritmo y el modo de vida son más similares al interior.

– En una nota de Infobae decías que quisiste hacer un homenaje a las radios locales. En tu novela, el programa de Julián pasa canciones que si fueran emitidas por las emisoras más conocidas serían súper elogiadas. ¿Eso fue lo que quisiste decir? ¿Que en los márgenes muchas veces hay cosas mejores que en el centro?
– No sé si es mejor que el centro. Creo que hay buenas cosas en ambos lados. No creo que la cuestión geográfica determine si algo es bueno o malo. Si vas a La Tribu la música es totalmente diferente a la que escuchás en la Rock & Pop o la Metro, en todas esas radios que son empresas. Sí reconozco que Capital Federal quizás está asociada a las radios mainstream con pauta publicitaria y estudios de mercado a la hora de elegir la música. El homenaje a las radios viene porque yo desde muy chico, desde antes de terminar el secundario, ya hacía radio en radios locales. Siempre pasando la música que me gustaba a mí, entrevistando bandas independientes, libros, películas que me llamaban la atención. Entonces desde muy chico vengo observando el ambiente de las radios locales. Y me parece que es muy interesante ese tipo de radio donde uno va y lo hace con amor porque paga para hacerlo. En general las radios locales del sur del conurbano es de gente que paga su espacio. A veces consigue alguna pauta publicitaria, una farmacia, un comercio, pero no aporta demasiado. No es algo que sea para ganar dinero sino para cubrir el espacio. Y ese esfuerzo que uno hace, lo hace para hacer lo que a uno le gusta. Entonces de ahí se identifica que quizás sea más genuino. Se pasa la música que el conductor o el productor tienen ganas de escuchar y no lo que «debería escucharse» en esa franja horaria. Esa música que se ve reflejada en la novela es la que yo pasaba cuando hacía radio. La que paso eventualmente cuando voy a algún programa. La radio es algo a lo que voy y vengo todo el tiempo.

– ¿Cómo se te ocurrió insertar a Nito Mestre en la historia? El personaje termina siendo fiel al original. Es decir, uno se imagina que Nito podría reaccionar así, aunque en la escena de la entrevista también encuentro una referencia a la famosa nota de Pappo en MuchMusic.
– Fue una locura, una bizarreada que se me ocurrió. De hecho, Sui Generis es una de las bandas que me influenció mi viejo y me gusta al día de hoy. Le tengo un gran cariño a Nito Mestre. Y efectivamente hacia el final de la novela termina siendo un Nito más auténtico, fuera del chiste. Conocía bastante su historia y me fui informando un poquito para armar esa entrevista del final. Es un claro homenaje, sí, a la entrevista de Pappo en MuchMusic, viene por ese lado. Y también es un poco aprovechar para mostrar qué hizo Nito Mestre en los 90, que tenía problemas de alcohol, es de público conocimiento, pero no hizo el disparate que tira el personaje de Julián en su programa de radio. Eso era un relato que tenía hace tiempo que pensé que iba a terminar en un relato corto. Estaba inconcluso cuando lo rescaté. Me parecía interesante la anécdota y siguió a lo largo del transcurso de la novela porque son esas cosas que le causan gracia incluso al que escribe. Yo lo iba leyendo a medida que lo escribía y me cagaba de risa. Así que me parecía que era algo interesante para agregar.

– ¿Hay algún otro libro de cuentos o una novela con influencia del rock que te guste y nos quieras recomendar?
– Creo que el más relevante es Primavera ninja, de Luis Orani, un escritor amigo de Florencio Varela que ahora vive en Capital. Es un gran libro. También transcurre en el conurbano, también hay bandas de rock. Después, no con bandas pero sí con radios locales, pequeñas e independientes, está El amor nos destrozará, de Diego Erlan. Una novela que arranca con un drama familiar. Un personaje, un niño, encuentra en los cajones de su hermana una cinta con «Love Will Tear Us Apart» de Joy Division y eso marca un poco el ritmo de la novela. Se empieza a juntar con gente que escucha ese tipo de música, hacen un programa de radio. Es un gran libro también. Y después, de costado, el rock aparece en Los puentes magnéticos, de Ignacio Molina, un libro que me gusta mucho.