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CJS pasó por Salta

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Casi Justicia Social pasó por Salta y tocó ante 1300 fanáticos. La Estación Mega vivió una noche de desbordes, descontrol policial y cuestiones alrededor del grupo.

Cuando duele nunca se olvida

federico anzardi Por Federico Anzardi – fanzardi@rocksalta.com

 

violeta gil Fotos: Violeta Gil – vgil@rocksalta.com

 

Casi Justicia Social, la banda que comanda Patricio Fontanet, ex líder, vocalista y letrista de Callejeros; se presentó en Salta por primera vez. Un show que será recordado como uno de los más concurridos de los últimos años. Los seguidores del grupo colmaron la Mega Estación agotando un día antes las 1300 entradas a disposición. Otros 200 estuvieron afuera, sobre la calle Balcarce, agitando los trapos y mochilas que no dejaron ingresar y cantando las canciones que se emitían desde el escenario.

La previa fue impactante porque no es común ver en la zona de la Balcarce puestos improvisados de remeras y banderas desplegadas en la calle. Además, se podía observar una gran cantidad de gente esperando hacer su ingreso al boliche escuchando canciones de Callejeros desde los autos y tomando la cerveza que vendían los pubs de la zona, estratégicamente abiertos desde temprano.

A medida que la gente iba acercándose a la Mega Estación, la policía y los miembros de la seguridad privada (formada por empleados de la organización local y por los que viajan con el grupo) comenzaron a ponerse cada vez más nerviosos. La combinación espectáculo masivo + rock + jóvenes parece encenderle el Modo Represor a los uniformados. La misma fuerza de seguridad que reprimió a los estudiantes de la escuela Tomás Cabrera hace algunos meses está siempre deseosa de repartir palos, de demostrar lo fuertes que son y ampararse en la impunidad institucional que los cobija (algunos miembros de la Brigada ni siquiera tenían identificación y contestaron sarcásticamente cuando se les preguntó su nombre). De esta manera, los ratis acomodaron cortitos a diestra y siniestra, empujaron a los pibes que sólo estaban saltando en el medio de la calle, cantando las canciones; les quitaron las cervezas de las manos y afrontaron la situación intentando saciar sus eternas intenciones criminales escondidas debajo de la ropa que le entrega el gobierno.
Los miembros de la seguridad local, los mismos que vemos habitualmente en los conciertos salteños, no actuaron con mala leche pero sí demostraron que la situación, en muchos momentos, los superó. Prohibirle la salida al público hasta que el concierto hubiera finalizado fue el claro ejemplo.
Lo cierto es que la organización esperaba el número lógico para un show masivo en Salta: 800 personas. El desborde (llegó, incluso, gente de otras provincias) y la excesiva paranoia de seguridad, sumada a que se trataba de una banda controvertida, provocaron momentos innecesarios, que se podrían haber evitado.
 
Adentro, la Mega estaba a pleno. En los recitales masivos se notan las limitaciones del lugar. Muchas personas que debieron presenciar el show desde el piso superior no pudieron apreciar demasiado. Al haber un solo nivel, con dos o tres filas de gente volcadas a la baranda, la visión hacia el escenario se anula y sólo queda escuchar. Para colmo, el sonido fue pésimo por momentos. El precio de la entrada, entonces, no se justifica si el espectáculo no se puede disfrutar del todo.
Los que podían mirar hacia el escenario notaron la muy buena puesta en escena que realizó el grupo, aprovechando los espacios y cubriendo el habitual y horrendo fondo que posee el boliche. Un Pato más flaco comandó a la banda, que sólo posee dos miembros de Callejeros: el propio cantante y el bajista CristianDiosTorrejón. El show fue de comunión absoluta entre los músicos y el público, que cantó casi todas las canciones a la par de Fontanet y no dejó de saltar y bailar en cada sector del local.
 
El problema con Callejeros, hasta su separación, y actualmente con CJS es cómo abordarlos. ¿Puede un grupo que se lavó las manos y no se hizo cargo de su responsabilidad en la muerte de casi 200 personas seguir siendo considerados como un número musical serio? Fontanet y compañía (el resto de Callejeros y su mánager, Diego Argañaraz) desligó la responsabilidad que le tocaba en la tragedia de Cromañón, negando sus declaraciones anteriores e intentando hacerse pasar como meras víctimas.
Existen muchas citas que se pueden hacer. Una de ellas es lo que dijo Fontanet en mayo de 2004: «Todo lo que pasa en un show me encanta, inclusive el tema de las bengalas, que me mata porque en cierto punto no puedo respirar y menos cantar. Nuestra gente lleva todo tipo de pirotecnia. A veces tratamos que no metan cualquier cosa, pero por una cuestión de que nadie se lastime». Luego, en 2009, ya inmerso en la tragedia, el cantante declaró: “los chicos nunca recibieron un mensaje de mi parte sobre el uso de bengalas”.
El comportamiento post Cromañón es el que condena socialmente a Callejeros y por ende a Casi Justicia Social. La tragedia podría haberle ocurrido a cualquier artista del rock argentino que haya estado en actividad durante los últimos quince años. El problema surge cuando la necesidad de lavarse las manos y zafar como sea dominó el discurso y las actitudes del grupo. Callejeros le echó toda la culpa a Omar Chabán, al gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y al público. Ellos se autodenominaron “músicos que sólo tenían que tocar”, sin reconocer que habían incentivado de manera directa e indirecta el uso de pirotecnia.
Cinco minutos (¡cinco minutos!) antes de que sucediera la tragedia, Chabán, el dueño de República Cromañón dio un discurso tildado de careta y silbado por la mayoría del público presente esa noche. «Che, manga de pelotudos, no prendan bengalas, déjense de joder. ¿No se dan cuenta del peligro de esto? Acá hay más de seis mil personas. Si esto se incendia, no se salva nadie. Tomen conciencia, boludos, del peligro de una bengala, de un tres tiros en un lugar cerrado. Puede llegar a ser una masacre», declaró en el escenario, con Fontanet al lado, que protocolarmente preguntó el ya tristemente célebre “¿Se van a portar bien?” y dio por iniciado el show, que arrancó con “Distinto” y no duró ni una sola canción.
El público más fiel de CJS niega la responsabilidad del grupo en la tragedia. Canta que ni las bengalas ni el rocanrol mataron a los 194, sino que fue la corrupción. En la vereda de la Mega, varios seguidores del grupo fueron consultados por Rock Salta. Se les preguntó por qué siguen al grupo todavía, a pesar de que los músicos dieron claras muestras de negar lo obvio y ser capaces de entregarlos con tal de no sufrir una condena. Ninguno de los entrevistados supo explicarlo, todos se escudaron en “le podría haber pasado a cualquiera”, desviando el tema. Se hace necesario preguntarse si esa no culpa que aseguran los fanáticos es por lástima, por cierta empatía con su héroe rockero; o son simplemente pibes que no reflexionan al respecto, que no les importa ese asunto.
Lo cierto es que el que los escucha y no se da cuenta o no le importa todo esto está en todo su derecho de hacerlo, pero indirectamente apoya la lavada de manos más grande del rock argentino.
 
Entonces, la respuesta es: no, no se puede tomar en serio lo que haga musicalmente Callejeros o sus derivados. No se puede desligar un asunto del otro. Todas las buenas letras de Pato y las interesantes canciones que en 2004 perfilaba a CJS como una de las bandas con mayor proyección quedan totalmente anuladas, inútiles, imposibles de ser apreciadas nuevamente. Citando a Carlos Solari, la traición es una cosa jodida, arruina el pasado.