Sesenta mil personas vibraron durante tres días y más de sesenta bandas se subieron a los escenarios para vivir otra edición del histórico festival. RS te cuenta todo.
Texto: Gonzalo Quispe – cordoba@rocksalta.com
Fotos: Santiago Gallo Bluguermman / In Concert R&P
Cuando muchos opinan que Cosquín Rock se vuelve repetitivo, que el rock argentino se encuentra en una debacle difícil de maniobrar y que los sponsors faltan para seguir apoyando la causa del festival, éste vuelve a mostrarse como un evento convocante por sí mismo, más allá de las figuras ausentes, las inoportunas lluvias, el frío y los altos precios. Cosquín sigue siendo el lugar indicado para medir el pulso de nuestro rock. En una suerte de reivindicación a los malos pronósticos, el festival (ahora con sede en Santa María de Punilla) tuvo su pico de asistencia el sábado 12 con más de treinta mil personas. Aquí un repaso de lo sucedido en las jornadas de viernes y sábado.
“Acá está el verdadero público de rock…”
Attaque 77 subió al escenario punk con la intención de disipar el magnetismo de los puertorriqueños Calle 13, que se encontraban en el principal. Residente y Visitante habían pedido participar y generaban una suerte de polémica. Mariano Martínez boqueaba «acá esta el público de rock, no allá escuchando reggaetón», mientras que René (sin saber que su grupo era el blanco predilecto) pedía integración con frases como «no dividimos, queremos la unión de todos». El episodio se sumaba así a la larga lista de enfrentamientos entre músicos en festivales argentinos, desde sus comienzos.
Durante el atardecer, los Calle 13 iban descorchando canciones como «Vamos a portarnos mal», «Fiesta de locos», «No hay nadie como tú» y «El baile de los pobres». Este cronista se hacía preguntas varias, la presencia del dúo no era algo cotidiano en un festival como Cosquín Rock. El público era amplio, había muchas familias, niños de esos inquietos, pero René cantaba desde el escenario: «A portarnos mal, a cometer delitos, a comernos a Caperucita con los tres cerditos». Algunos de los presentes aprobaban la actuación, asegurando que «está bien, le da un aire distinto al festival. Está más cerca de Manu Chao que del reggaetón». Además, se destató desde el público la formación del grupo boricua. «La banda suena impresionante, distorsión en las guitarra, y René es un frontman de aquellos», aseguró uno de los espectadores. Punto final, la polémica continuaría en la Sala de Prensa del festival.
Los uruguayos La Vela Puerca se mostraban divididos en sus opiniones, pero primaba la oportunidad de darle variedad al menú musical del Cosquín. A su modo Germán Daffunchio se mostró primero indiferente («No me molestan que estén aquí, es música»), pero expresó un deseo: «Me gustaría que alguna banda de Argentina genere en Puerto Rico el revuelo que ellos hicieron acá, rodeados de micrófonos de la prensa». El líder de Las Pelotas, también expresó su apoyo al candidato Pino Solanas, a quién definió como «un amigo de años… una persona cercana al rock, y también amigo de Luca». Prodan, una vez más, llamado a laburar.
A la hora del show de Las Pelotas, sobresalió «Personalmente», el tema de Despierta que se transformó en el primer corte del nuevo disco en vivo del grupo, grabado el año pasado en el Luna Park de Capital Federal.
En el escenario temático, CJ Ramone, se encargó de clausurar el punk brindando una batería de canciones de Ramones. El bajista, por primera vez participante de este festival, comenzó su set con el himno punk-rocker «Blitzkrieg Bop». Los chicos y chicas saltaban al ritmo del «Hey, ho, let’s go!». CJ eligió empezar con el pie derecho y sin poner a prueba nada. Acompañado por Daniel Rey en guitarra (compositor de varias canciones «ramoneras») y de Mike Stamberg en batería; el sucesor de Dee Dee fue de lo mejor en la jornada del viernes, presentando una banda consolidada absolutamente, que interpretó durante casi cincuenta minutos un repertorio de veinticuatro canciones. Entre los clásicos se escucharon «Pet Sematary», «I wanna be your boyfriend», «Strength To Endure», y «I wanna be sedated», a toda velocidad y con el obligatorio «One, two, three, four…» entre canción y canción.
Sigan a la máquina (si pueden)
El sábado, más de treinta mil personas, le dieron un marco espectacular a la extensa pista del Aeródromo. Si bien se venía especulando con que las entradas se encontraban agotadas, las boleterías seguían expendiendo boletos y José Palazzo habló de «un marco espectacular, histórico», que recordó a la presentación de Callejeros en 2007.
La expectativa del segundo día no era menor y ofrecía el mejor menú del festival: León Gieco presentando a D-Mente, Spinetta, Skay Beilinson y Charly García. Además, se sumó el escenario reggae, que por si hacía falta confirmarlo, repletó su capacidad con un público heterogéneo. La novedad era ver al artista del momento en el género rasta: Dread Mar-I, que llegó a caballito de su súper-hit-radial «Tú sin mí». El músico no decepcionó e hizo mover cabezas y saltar al valle de Punilla. Los Pericos revisaron éxitos atemporales de su disco Pericos & Friends. Los Cafres mostraron su liderazgo de años con éxitos como «Tus ojos», y Nonpalidece se hizo esperar, pero contó con un púiblico fiel que vibró al ritmo de su reggae roots. El escenario local «Julio Anastasía» mostró una convocatoria de moderada a baja, y en los hangares, mientras algunos disfrutaban de Skay, otros bailaban clásicos de Cacho Castaña en la Bizarren Muzik Party. Insólito.
Skay subió pasadas las 22 hs. con «Lluvia sobre Bagdad». Durante el comienzo hubo un desliz y el escenario estuvo a oscuras. El sonido falló y todo arrancó con el tema empezado. Sin embargo, eso no hizo mella en Beilinson, que estaba dispuesto a disfrutar de inicio a fin su estadía en el escenario. «El viaje de Mary» y «Tal vez mañana» fueron de la partida y gente comenzó a cantar pidiendo temas de los Redondos, pero Skay eligió primero dar un paseo místico con sus canciones: «¿Donde estás?», «Luna en Fez» y «La Rueda de las vanidades» aparecieron y se notaba que el guitarrista se divertía y su banda también. El primer deseo cumplido llegó con «El pibe de los astilleros».
Cuando todos pedían más clásicos de Patricio Rey, Skay devolvió gentileza en forma de «Todo un palo», reversionado la canción para poder sentirse más cómodo a la hora de cantarla. Anunció el final diciendo: «últimas dos canciones y luego la frutilla del postre…». Así se sucedieron «Flores secas» y «Oda a la sin nombre» (sin dudas su hit más radiable y punto empinado de sus shows), que sirvieron de excelente preludio para el pogo más grande del uni… único festival que participa el Flaco. Más de veinticinco mil personas saltaron con «Jijiji». Incomparable, la felicidad total.
Antes de la medianoche, apareció Say No More, vestido de blazer, camiseta y jeans. Charly tiene una larga historia de amores y desencuentros con el festival, que se remite a las épocas de la Plaza Próspero Molina. Acompañado por una sólida banda integrada entre otros por el Zorrito Fabián Vön Quintiero en teclados y Carlos García López en guitarra; de muy buen ánimo y con su nueva fisonomía, un García con sobrepeso arrancó con «Cerca de la revolución». Charly saludo al su público y se despachó con «Rock and roll Yo», golpeándose el pecho. Después, invitó a todos a pasar una noche de rock con «Fanky».
García era una máquina de interpretar hits, sus hits de todas las épocas como «Pasajera en trance», «Rezo por vos», «Yendo de la cama al living» y «No me dejan salir». Se bajaba los pantalones, el Aeródromo lo aplaudía, y le cantaba a una de las cámaras mientras su cara se proyectaba en las pantallas y su show estaba en el punto más alto. Contagiaba su mejor ánimo haciendo reír a todos («Acá falta olor a fassso…») y preguntaba cosas al público («Les gusta la cerveza o el fernet?»).
Charly iba y venia por todo el escenario, hacía bromas con el Negro López, pedía que suban encendedores y luego pedía celulares arriba. Su banda sonó impecable, muy rockera y SNM pidiò insistentemente más volumen a su micrófono, aunque el audio era óptimo.
Después de la primera despedida invitó a León Gieco para interpretar «El fantasma de Canterville», y cuando parecía que llegaba el final de la mano de «Nos siguen pegando abajo» (muy coreada… Charly arengó al final a su público diciendo «Sigan a la máquina, si pueden»), «Me siento mucho mejor» y la oscura «Influencia», García siguió con el Himno Nacional, la «Marcha de San Lorenzo», «Satisfaction», «Seminare» y «Popotitos». Interminable y soberbia actuación de García.
A paso lento la gente se mezcló entre las calles de tierra, intentando llegar a destino para descansar, porque esperaban por la última noche del festival, donde Ciro, Las Pastillas del Abuelo y Almafuerte serían los protagonistas.