Pasó la primera jornada del Cosquín Rock 2012. 50 mil personas se acercaron para disfrutar de shows que estuvieron cargados con el homenaje al Flaco Spinetta. RS estuvo y te cuenta todo lo que pasó.
Santa María de Punilla vive sus 15 minutos de fama anuales. Está plagada, con comerciantes que aprovechan la situación para cobrar $20 una birra y $10 un paquete de 10 cigarros en los almacenes. Esto es sólo un detalle de cómo una ciudad puede transformarse cuando la visitan 50 mil personas. Más del triple de su población.
La primera noche comenzó tarde para nosotros. Cuando llegamos al predio ya sonaba Jauría, a la cual no pudimos ver. Los trámites de prensa también llevan tiempo.
Massacre abrió su set en el escenario principal con “Ana no duerme”, en el tributo que realizaron muchos artistas, a lo largo de la noche, al Flaco Spinetta. Mientras, en el Escenario Temático llegaba al final del set de El Bordo. Ese escenario fue un oasis para las bandas y el público del rock and roll más… ¿ortodoxo? No tuve más interés que en Los Gardelitos, pero a esa hora, llegar desde el escenario principal (a 150 m) era toda una odisea.
Luego sería el turno de IKV y sí: el funk está de vuelta. Quizá sea indescriptible lo que sonó la banda. Muy ajustada, con un repertorio plagado de clásicos y de emoción. Dante se refirió muchas veces a la muerte de su viejo, señalando que hay que celebrar la vida. Contaron la anécdota de aquella vez en la que Spinetta padre tocó en el Vive Latino (Mexico DF) y sonó “Mi chevy y mis franciscanas”, la canción de aquella ocasión. Entre tanto movimiento de culo, Dante dijo: “te amo, papá”, y sonó “Post crucifixión”.
Párrafo aparte merece el solo de Dante en la balada “Virgen de riña”. Pocas veces he vivenciado eso de que la guitarra llora: las lágrimas empezaron en el diapasón y terminaron en la mejilla de Spinetta Jr.
Calle 13 fue el momento de la fiesta latina. Muchísima gente, mucho discurso “a lo René”, y una seguidilla de temas que hicieron la delicia de los sub-23 que se acercaron al escenario principal. El público sería el mismo para Las Pastillas del Abuelo, y es más, cada vez que CJS o Gardelitos (bandas que tocaban en paralelo a la banda del otro Piti) callaban, empezaba un veloz éxodo de quienes se anoticiaban.
El cierre estuvo a cargo de Charly García. Y es algo muy difícil de analizar. El set, lo mejor: un homenaje a sí mismo, a su carrera. Abrió, como era esperado, con “Rezo por vos”, y luego vinieron canciones como “Instituciones”, “Canción de Alicia”, “Llorando en el espejo”, “No te animas a despegar”, “Piano Bar” y muchísimas de esas que, quienes vimos al bicolor más de una vez, pensábamos que ya no iba a tocar. También clásicos como “Demoliendo hoteles”, “Cerca de la revolución”, “La sal no sala” (con Juanse de invitado, como en la versión original), “Influencia” y sí, “Rasguña las piedras” y un cierre a lágrima quitada con “Canción para mi muerte”.
Se refirió a Spinetta: “No quiero hablar mucho…se puede ser feliz también estando así”, dijo primero y luego lo recordó con más afecto. La banda sonó ajustada a veces, y en otras tuvo que hacer malabares para acompañar ciertos deslices musicales de Charly, pero, para un tipo que volvió tantas veces del infierno, está más que suficiente. Más que satisfecho.