En un momento muy difícil del país, la primera jornada del festival mostró un evento que sintió la crisis y creció en propuesta y variedad. Perro Ciego volvió después de una década.
Fotos gentileza de Cosquín Rock y FM La Plaza 94.9
Con siete escenarios, una grilla que no da respiro, actividades, juegos, muestras y espacios de comida, Cosquín Rock busca hacer frente a la profunda crisis económica con la premisa obligatoria de cada año: crecer y brindar más propuestas.
El inicio de la decimoséptima edición tuvo un sabor especial para los salteños, ya que fue el regreso de Perro Ciego al escenario principal, tras diez años de ausencia en las sierras. Salchi, Gamba, Pelado y Jopo arrancaron casi pisando las tres de la tarde. Una avanzada salteña hizo el esfuerzo y llegó temprano para festejar temas clásicos como “Cuándo nos vamos”, y lo mejor de Ronco (2015): “Tan extraños” y “Jazz cantado”. La banda hizo un set acotado de siete canciones, similar al show del Personal Fest Verano 2017.
Que una banda con la historia y calidad de Perro toque tan temprano, así sea en el escenario principal, suena a poco, en especial si después de ellos hay otros grupos sin disco o que recién dejan de hacer covers. Pero los músicos disfrutaron la experiencia y quedaron sumamente contentos con el show y la movida de prensa que genera el mega evento.
En el escenario temático dedicado al Heavy, Los Antiguos rompieron todo a fuerza de temazos: “El hombre que no se puede ir” y “La culpa al viento”. La banda de Pato Larralde es una de las mejores novedades que tiene para ofrecer la escena pesada argenta. Su presencia en el NOA se necesita con urgencia. Siguió Plan 4, cuyo líder Javier El Canario Compiano regresó por la noche para sumarse a Carajo y acompañar a sus amigos con la seguidilla de “Cicatriz”, “Joder” y “Ace of Spades”, dedicado a la memoria de Lemmy Kilmister, uno de los puntos más altos de la primera jornada.
En el Espacio Alternativo, una de las carpas, el calor se hizo sentir. Los Pericos dieron el primero de sus shows repasando los treinta años del grupo. Las luces jugaron una mala pasada y justo cuando el organizador José Palazzo subió como músico invitado, la luz se cortó en el escenario. Algo que también le pasó a El Bordo en el principal. La gente aprovechó el silencio para pedirle a Palazzo que baje el precio de la cerveza y el fernet, una de las históricas polémicas del festival y que en un momento de crisis se siente mucho más. De todas maneras, el desperfecto duró poco. Más tarde Pettinato en plan café concert hablaría de drogas, Silvio Soldán, Mirtha Legrand, Stranger Things, Cande Tinelli, Maradona y más.
En el Quilmes Garage (ex Hangar) desfilaron bandas de Córdoba con un sonido menor pero con el aliciente para la gente de tener una barra de cerveza tirada.
Salta La Banca sigue mostrando crecimiento a partir de las canciones de Eureka (2015) mediante y su fuerte postura política. Dedicaron “Ellos” a la lucha docente y Santi Aysine, en conferencia de prensa, amplió su punto de vista. Para “Bautismo”, sumaron la armónica de Panchito, de Mundo Alas, y aparecieron los polvitos de colores para el Pogo Carnavalero.
En la carpa Ceremonia Geiser se vio bastante de la escena emergente que promueve el sello del mismo nombre. Se destacó el pop de Juan Ingaramo, con su hit “Matemática”. Fede Cabral, antes de salir de gira por Japón, repasó los temas de Plexo Solar (2016). A diferencia de los shows que suele hacer por el Norte Argentino, esta vez el ex Sancamaleón apareció con banda completa y dio un show que transmitió mejor la fuerza de sus canciones. Huevo creció en convocatoria y adelantó temas de su próximo trabajo.
La Casita Del Blues, uno de los escenarios debutantes, fue una buena oportunidad para mostrar un género dejado de lado en los últimos años. El Escenario Carlos Torola fue el más difícil en cuanto a sonido, pero sirvió para que el punk regresara al festival, especialmente de la mano de Expulsados y el cierre de Bulldog, que contó con mucho público cantando clásicos como “Más de diez” y “Algún día”.
Después del paso del ex Black Crowes, Rich Robinson, que dio un buen show que no encajó entre la gente que sólo quería saltar y mover sus banderas con los que vendrían después: Los Gardelitos, La 25, Guasones y Ciro. Es que el escenario principal se convirtió en el escenario temático rock n roll de años anteriores y cualquier propuesta un poco diferente desentonó con todo lo demás.
Un hecho que no se terminó de entender fue el cierre de Exciter: al parecer, un problema con la guitarra aceleró el final del set y generó malestar entre los metaleros que disfrutaban del show de la banda canadiense. El cierre de Malón, como el año pasado, sirvió para repasar los clásicos y seguir presentando su último material. La H sin Iorio se materializó con “Vencedores vencidos”, el recordado cover de PR y “Vientos de poder”.
Al igual que en 2016, el cierre del primer día recayó en Ciro, amo y señor de Cosquín desde tiempos inmemorables. Arrancó pasada la 1.20, salió de su media naranja vestido de traje y bombín. Haciendo “Similar” pegado a “Banda de garage”, el nuevo disco Naranja Persa (2016) no desentonó para nada y la gente festejó el repaso por los discos anteriores de su carrera solista y de su ex banda. Con más de veinte canciones en la lista, el show se extendió hasta después de las cuatro de la mañana.
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