El festival más importante del país regresó tras el parate por la pandemia. Wos, Skay, Julieta Venegas y Trueno se destacaron en los principales escenarios.
Fotos Matías Egea
El mundo se volvió un lugar más hostil y triste en estos dos años que pasaron desde el último Cosquín Rock. La pandemia pegó fuerte en todes pero en la industria de la música fueron momentos muy oscuros, por eso el slogan de la organización con lo de vivir el presente se repitió mucho entre les artistas cuando les tocaba decir algo en los micrófonos en la primera jornada de regreso del festival más importante del país.
Con ocho escenarios ubicados a lo largo y ancho de un predio grandísimo, una grilla que no da tregua desde bien temprano, actividades y espacios de comida, el CR congregó a cuarenta y cinco mil personas según números oficiales. Todes cantaron, bailaron, saltaron y lloraron de felicidad. Marcando las enormes ganas de la gente a pesar de la profunda crisis económica y que el pase sanitario obligatorio no fue excusa para no ir.
Los escenario Norte y Sur tuvieron a los números más fuertes desde temprano con Sueño de Pescado y Cruzando el Charco de un lado y Malena Villa y Clara Cava del otro. Eruca Sativa subió cerca de las cinco de la tarde y mostró su poderío ante una buena cantidad de gente y con el sol pegando fuerte. Algo habitual en los festivales, los horarios se comenzaron a desfasar de lo anunciado, en algunos casos unos pocos minutos y en otros llegando a casi una hora.
El mató a un policía motorizado tuvo una multitud coreando sus canciones en CR, algo que hace diez años atrás parecía imposible, cuando tocaban en bares en el norte para menos de cien personas. El grupo abanderado del indie sacó sus pergaminos y demostró por qué son la banda de sonido de una generación. Mezclaron los hits instantáneos de La Síntesis O’konor y los de La Dinastía Scorpio. Le siguió Wos, que ya no es sorpresa, es la fija del festival. La gente aplaudió las nuevas canciones de Oscuro éxtasis: “Que se mejoren”, “Culpa” (con Ricardo Mollo en pantalla) y “Niño gordo flaco” y armó fiesta con las de su disco debut. También tiró freestyle sobre una base de Rage Against the Machine demostrando una de sus influencias y espejo.
Skay vive en estado de gracia, no importa que esté tocando de día o que decida hacer sus canciones nuevas. El icono de las seis cuerdas, el corazón de Patricio Rey, es algo único y ojalá que siga tocando por muchos años más porque ese pogo de “Jijiji”, en “la hora dorada”, como el mismo dijo, será inolvidable. También sonaron otras de Los Redondos reversionadas y breves. Y sus ya clásicos: “El golem de Paternal”, “Aves migratorias”, “Oda a la sin nombre”, entre otros.
Julieta Venegas era la figura internacional fuerte de la noche, muchísima gente se acercó a verla y a cantar esos clásicos de la última MTV significativa: “Eres para mí”, “Limon y sal”, “Me voy”. La acompañó una banda latinoamericana, a diferencia de su paso por la versión online del festival donde solo estuvo con piano.
Yendo a los otros escenarios, el hangar que tanto hizo renegar por su sonido, fue dejado de lado y se armaron dos carpas enfrentadas. En una tocó Las Pelotas sus reversiones acústicas (aunque en rigor de la verdad no fueron tan acústicas como las que suenan en el disco Versiones desde Casa) y del otro lado desfilaron los sonidos pesados de las bandas del Metal Club que cerró Horcas. La Casita del Blues, una de las acertadas apuestas desde hace unos años, esta vez tuvo a Celeste Carballo y La Mississippi como destacados a pesar que sufrió mucho el sonido del escenario Norte. Lo mismo pasó con el escenario Córdoba donde desfilaron bandas de la provincia pero también números fuertes como Juanse & The Mustang Cowboys que agradeció a la Virgen de Lourdes al finalizar un gran show de rock and roll y los Nonpalidece, únicos representantes del reggae.
Con la noche vino la helada que no tiene muchos antecedentes en el festival, a la salida incluso se podían ver autos con escarcha. Queda la duda si entre los males por el tiempo, es mejor la lluvia y el barro, o el frio invernal de la noche en la sierras.
En el nuevo espacio que en 2020 ocupó la electrónica se ubicaron dos escenarios: el Paraguay, del reconocido reducto cordobés, donde actuaron los créditos locales de Telescopios, Valdés y la gran Juana Molina que en formato duo generó un hermoso trance noise pop entre el puñado que eligió verla. Por su parte la mendocina Anyi, acompañada de una muy buena banda brilló en el Boomerang, al frente del Paraguay, el más pequeño de los escenarios.
Ya en la medianoche el nuevo rock and roll de Trueno fue de menor a mayor. Peleando el puesto de lo mejor de la jornada con un hip hop duro. Sonaron sus hits virales “Dance Crip”, “Sangría”, “Salimos De Noche”, y muy buenos invitados que encendieron a la gente como Wos, Tiago PZK y Nicki Nicole.