El Cuarteto de Nos, tocó en Salta y Tucumán. Con shows idénticos desnudó las problemáticas de cada provincia y atrajo al público joven que cantó y saltó los trabalenguas del grupo.
Fotos de Martín Azcárate
Luego de dos años de ausencia, y una buena cantidad de galardones y premios, El Cuarteto de Nos regresó a la región. Rock Salta acompañó al longevo grupo uruguayo que presentó algunos temas de su disco editado en 2012, Porfiado, pero más que nada se dedicó a repasar la trilogía que conforman este último disco junto con Bipolar (2009) y Raro (2006).
En Salta el show se desarrolló en el local Barcelona, el boliche de la zona de la Balcarce que se abre como nuevo reducto para el rock. El show, sin banda soporte, comenzó con una puntualidad inaudita para la escena salteña, pasadas las 22, una hora después del horario que figuraba en la entrada, el grupo subió a la “terraza escenario”. Y es que su altura es tan grande que mereció varias palabras por parte de Roberto Musso durante la noche. Como dato positivo para el local, el mismo no tiene techo de chapa, el gran enemigo de los sonidistas, marcando una importante diferencia con la amplia mayoría de los recintos para espectáculos de esta convocatoria en la ciudad.
“El hijo de Hernández”, “Algo mejor que hacer”, y un tempranero “Ya no sé qué hacer conmigo”, incitaron al pogo a los chicos y chicas que se amontonaban en la parte del medio pero que no se acercaban tan adelante, porque si lo hacían no veían nada. En esos primeros momentos hubo varios problemas con el sonido en el aspecto de las voces, situación que tardaría bastante en ser corregida totalmente. Por parte de los instrumentos, éstos se escucharon muy bien, en especial las guitarras, teclados y programaciones.
Como pasa en lo discos Santiago Tavella, el bajista del grupo asume el rol de cantante para los temas más bizarros e irónicos que tiene el Cuarteto. Con su prominente panza y amanerada forma de pararse en el escenario, Tavella se transforma en el anti frontman por definición. Con su aporte llegó el acercamiento a la cumbia que realizaron en su último disco “Enamorado tuyo” y la canción favorita para los cumpleaños de todos aquellos que terminaron mal con algún novio o novia, “No te invité a mi cumpleaños”, cuya letra dice: “Ay, qué fantástica y amena está la fiesta / mi supercumpleaños sin gente que apesta / Ay, qué fantástica y qué bien organizada / qué pena no estar invitada”. Realmente el humor e ironía del grupo son desde siempre las principales armas para enganchar a la audiencia.
Era sumamente llamativa la edad de los presentes, que en su mayoría difícilmente llegaban a los 18 años, y al igual que pasa en los shows de su compatriotas de NTVG se preocupan por sobre todas las cosas de oficiar de público: saltar, cantar, armar rondas y huecos que llegado el estribillo estallan. A más de un treintañero le resulta llamativo cómo entran fuera de tiempo, la excitación es tanta que incluso se adelantan a las letras. Pero eso sí, no le perdonaban una, saltaban todos los temas. Para los seguidores de la vieja época, el regalo vino en medio de “Nada es gratis en la vida”, cuando repasaron el estribillo de “El putón del barrio”.
Por el lado de los temas reflexivos y filosóficos, también una característica en la banda, en especial en la trilogía, llegaron “Todos pasan por mi rancho”, en una gran versión acústica/eléctrica, “Lo malo de ser bueno” y “Miguel Gritar”.
Al recital salteño asistieron casi 600 personas, superando las 400 del 2011, y aglomerando un poco menos de la capacidad total del local. Cabe recalcar que en un momento de la noche Barcelona recibió la visita de empleados municipales con ganas de cerrar todo, ya que había menores en un boliche. No les importó que no se vendieran bebidas alcohólicas, ni tampoco que se tuviera todos los permisos, o que no se había llegado a la medianoche, realmente parece que la municipalidad salteña quiere eliminar a los show ajenos al folclore y la cumbia. Su afán y ensañamiento con el rock y la zona de la Balcarce y la vista gorda para otros estilos musicales o lo que sucede en los enormes boliches de la provincia, parece propio de varias décadas atrás. Pero se entiende viniendo de funcionarios que desde hace años decidieron cortar todo a las cinco y dejar a miles de jóvenes a la deriva, ya que los colectivos comienzan a pasar con cierta frecuencia luego de las seis o siete de la mañana.
Al ser una banda tan radial, los cortes de la mencionada trilogía, fueron de lo más celebrados, por ejemplo “Verano del ‘92”, “Buen día Benito” y “Yendo a la casa de Damián”. Estos últimos dos llegaron en el bis, momento en el que Musso recibió a los que llegaron tarde, y bromeó una vez más con el escenario al despedirse: “Por favor, señor arquitecto, saque un piso así podemos estar más cerca”, grito antes de la medianoche.
En Tucumán el recital fue pautado en un lugar refaccionado, llamado ahora Usina del Bicentenario, terreno donde antes se encontraba una central eléctrica. Tucumán vuelve a mirar a Córdoba como ejemplo, el recinto es enorme y tiene un techo altísimo, aunque está adornado por varios accesorios que cuelgan del techo, dándole otra impronta y salvando la enorme altura, las puertas se abrieron cerca de las once, mientras una larga fila esperaba el ingreso. Como en Salta, los preadolescentes y adolescentes, fueron mayoría. Como absoluto contraste, la espera fue larga para los tucumanos, que antes de ver a los uruguayos, presenciaron los espectáculos de dos bandas locales: Klem y Los Nietos de Argentina. Además bailaron con música cercana a un boliche. Al fondo del recinto había un sector vip. Y afuera contaban con un patio cervecero, se vendían bebidas alcohólicas adentro y afuera, y la producción logró un gran ingreso económico, aparte de las entradas, ya que la banda subió a escenario exactamente a las 2 de la mañana, lo que dejó un enrome margen para que la gente consuma.
La lista y el orden de temas fue exactamente el mismo, incluso los chistes de los músicos se repitieron, asemejando el show a una obra de teatro. El público tucumano reaccionó de la misma manera que los salteños la noche anterior y saltaron cantando los trabalenguas combinados por Musso. Aunque esa noche no hubo abucheo para Tavella. La concurrencia superó por mucho a la salteña, pasando cómodamente las mil personas. Como dato llamativo, un joven logró subirse al escenario durante el fin del espectáculo, a lo que el grupo de seguridad reaccionó bastante mal. Tal vez pensaban que estaban custodiando a Luis Miguel.
“Me amo”, llegó como cierre y repitió la extrañeza de terminar el show con una oda al amor propio más enfermizo, y con decena de jóvenes en los hombros. Todavía faltaba media hora para el retrógrado tope de hora tucumano, ese párate obligatorio dispuesto desde hace años a las 4 AM y guarda del que se pase. Eso sí, el mismo genera una horda de motos y autos buscando afters o directamente viajar a las localidades vecinas. Lo que demuestra que ninguna provincia tiene políticos cercanos a la juventud y sus inquietudes.
Como se puede ver, el contraste entre ambas fechas fue enorme, a pesar de los pocos kilómetros de diferencia y los puntos en común en el público. Y, sobre todo, ambos shows dejan al descubierto todo lo que falta para poder ser grandes.
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