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Rock Salta
Foto: Rock Salta
Archivo

El día que un ricotero salteño encendió una bengala en un colectivo

Sucedió en 2011 durante un viaje hasta Junín para ver al Indio Solari.

El atardecer del viernes 2 de septiembre de 2011 será recordado como el momento en el que un puñado de salteños vio una estrella fugaz dentro de un colectivo. Una luz fuerte, efímera, que precedió a un gran humo negro que invadió todo el vehículo. En realidad no se trató de un fenómeno astronómico sino de una bengala encendida por un delirante que viajaba con ellos. Un episodio entre peligroso y ridículo.

El insólito suceso ocurrió en medio de un viaje de 56 ricoteros salteños hacia Junín para ver al Indio Solari. El joven pirómano estaba sentado en el piso superior del micro, en la fila de asientos de adelante, frente a las ventanas frontales que daban un panorama total de la ruta. Desde allí, cuando iban unas seis horas de viaje y el colectivo atravesaba las zonas más inhóspitas de Santiago del Estero, el muchacho encendió la bengala y provocó el susto, la desesperación y el ahogo de buena parte del pasaje.

La gente gritó, el colectivo frenó, el humo se disipó pero la bronca se mantuvo en el aire. No había heridos pero sobraban las amenazas de golpes contra el sujeto que había encendido la bengala. La decisión de los organizadores del viaje fue la expulsión inmediata a pesar de que el micro estaba detenido en una ruta en medio de la nada.

Ricotero y desterrado: el muchacho de la bengala baja con su mochila después de ser expulsado del micro.

“Tras enterarse de lo sucedido, los responsables de la delegación no titubearon y expulsaron allí mismo al pobre infeliz. La cara del sujeto al darse cuenta de que su accionar lo había destinado a vagar solo por el desierto santiagueño en los instantes previos a que el frío y la oscuridad dominaran la zona fue conmovedora para más de uno. Pero la decisión estaba tomada y se siguió viaje sin negociación posible. Ya eran 55”, decía la crónica publicada en aquel momento por la revista Rock Salta.

El joven desterrado ya se había hecho notar antes de comenzar el viaje. Ese mismo viernes al mediodía, durante la previa realizada en la Plaza de la Legislatura, había detonado más pirotecnia. En ese momento sólo cosechó miradas de reojo. Lo de la bengala, en cambio, ya no fue tolerado. Era algo peligroso que no comulgaba con los códigos rockeros de la época. La tragedia de Cromañón ya había sucedido y todavía estaba muy fresco lo que había pasado ese mismo año durante un recital de La Renga.

Con el pobre muchacho ya desterrado y parado a un costado de la ruta, el colectivo siguió viaje. Nadie más lo vio ese fin de semana.

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La crónica de aquel viaje fue publicada en el número 5 de la revista Rock Salta, de septiembre de 2011.