Coberturas

Más amigos piedras que antes

En su regreso al NOA, El mató a un policía motorizado visitó Salta y Tucumán. Cobertura completa del caluroso y ruidoso show en nuestra ciudad junto a Bort y Damasco.

Fotos de Gastón Iñiguez

Comandados por Santiago Motorizado, una mezcla de Peter Jackson y Totoro, El mató a un policía motorizado sigue atravesando un gran momento, a dos años de la edición del que para muchos es su mejor material: La dinastía scorpio. Con un sonido más elaborado y una veta pop sentimental que hasta el momento no habían explotado del todo, la banda insignia de los nuevos sonidos del rock argentino pegó definitivamente en un público que sigue creciendo en cantidad y acaparando más y más la atención de la platea femenina.

2014-10-25 - ElMato en Fabrica de Musica 1

La cuarta fecha de la banda en Salta contó con una acelerada y efectiva difusión en los días previos del show. Por primera vez se pudieron ver los famosos afiches que dibuja Santiago, artista plástico, además de músico, invadiendo las paredes de la ciudad. A diferencia de lo sucedido hace algunos meses en España, el nombre de la banda no encendió ningún radar censor en ese sector de la salteñidad siempre a un paso de estar indignada.

Como esa primera vez en diciembre de 2010, volveron a tocar un viernes, algo que a priori prometía más que cuando tocaron los domingos y traían todo el cansancio de varias fechas consecutivas encima.

Ya pasada la medianoche, el ingreso del público fue lento y parejo. Antes de que todo se vuelva apretado y caluroso, los que llegaron primero pudieron observar a un costado la feria de publicaciones de escritores locales como Fernanda Salas, Rodrigo España y Florencia Bustamante. De la mano del grupo Clan Fantasy estaba a disposición del público un Family Game con un cartel que describía todo con la leyenda “Pintó nostalgia”. Los chicos fueron los encargados de proyectar entre bandas una serie de cortos independientes de humor, terror y animación de autores argentinos de libre distribución por la web.

Damasco inició tímidamente la noche, con el público sentado y expectante. Su estilo de rock experimental progresivo, deudor de Radiohead, está en plena etapa de crecimiento y desarrollo. Brindaron más de cuarenta minutos de show junto a una certera apuesta visual mezclada en vivo.

Luego, Bort cumplió finalmente su sueño y tocó junto a Él mató. Repasaron material de su por ahora único disco, aunque en breve estaría llegando el segundo material. Lamentablemente ya van dejando de lado canciones de sus orígenes, como el hit under “Rockero”, que siempre es bueno escuchar en vivo. Su ingreso y retirada vino acompañado del delirio que los caracteriza, primero subiendo al escenario con la música del extinto programa Futbol de Primera y finalmente despidiéndose con todo el agite y anunciando que después de los chicos de La Plata seguía la fiesta con Ráfaga. Cosa que tendría sus consecuencias más adelante.

Pasadas las 2, El mató arrancó con “Nuevos discos” y el lugar a su capacidad máxima, un poco más de doscientas personas. Como es su costumbre, el comienzo cansino derivó en un desenfrenado pogo.

Sin dudas, el grupo ya es sinónimo de calor agobiante y agite constante. Las canciones se gritaban y se saltaban en el centro del local, mientras que las chicas y las parejas bailaban a los costados, formando así dos frentes de batalla completamente distintos. Con “La cobra”, “Navidad en los santos” y “Más o menos bien” comenzaron a volar las remeras de los changos al centro, y el contraste fue total con el look snob y glamoroso, más los perfectos “raros peinados nuevos” y la ropa elegida para combinar de la gran mayoría de las chicas/chicos que veían a la banda desde lejos.

En ese momento, uno de los parlantes de retorno golpeó la batería y hubo que detener todo para acomodar. El escenario de Fábrica de Música es petiso y no sirve como contención para este tipo de shows efervescentes.

En batería, Doctora Muerte llevaba adelante una de las improntas de la banda, marcando las velocidades de cada canción y de la gente que saltaba, cantaba y sacudía sus cabezas. Chatrán Chatrán aportaba su teclado para distinguir algunos pasajes donde Niño Elefante y Pantro Puto, en guitarras, construían y guiaban a la banda con distorsiones efectos y pocos acordes.

Acá vale aclarar las serias limitaciones que presenta Fabrica de Música, lugar que a falta de otros se convirtió en el sitio más reclamado para los shows. Sacando de lado las pocas luces o la incomodidad de la ubicación del escenario, el tema del sonido al parecer no tiene solución, a pesar de las refacciones en el techo de chapa. El sonido no estuvo a la altura, a los costados se escuchaba hueco, adelante latoso y encima fue de mal en peor, a pesar de que la producción local se esmeró en ello y alquiló equipos. Tan difícil fue la tarea, que el sonidista de la banda se terminó dando por vencido. Es irónico pensar que la vez que mejor sonó el grupo fue el año pasado, en un local tan cuestionado como Status.

“Pero qué hermosos lugares para tocar tienen acá”, comentaba Ariel Minimal en dialogo con Rock Salta, horas antes de tocar en el Teatro Provincial, a mitad de año. El líder de Pez indudablemente zafó en sus dos visitas de todos los pubs/bares de la zona de la Balcarce, donde no hay ni una mínima inversión para acuatizar los locales ni para pensar en un buen sistema de ventilación. Por ejemplo, Fábrica cuenta con un ventilador que se quedó un poco corto, según la opinión de los presentes.

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Cundo sonó “Amigo piedra”, sus dos notas vinieron cargadas de mosh y el abrazo en el pogo. Con los nuevos hits, la banda gana velocidad y gancho pop. “Mujeres bellas y fuertes”, “Yoni B” y el hit “Chica de oro” fueron una triada invencible, y el grito definitivo del llamado “indie” para copar las indiferentes radios argentinas de primera línea. 

El momento de la noche llegó con “Mi próximo movimiento”, tan apocalíptica como romeriana (por George Romero, gran director de pelis de zombis). Esta vez, nadie del público se abalanzó sobre el micrófono, pero al finalizar la gente siguió por varios minutos con el mantra “ahora estoy arriba de mi casa con un rifle, ahora estoy arriba de mi casa con un rifle”. Algo sumamente emotivo que sólo la experiencia inigualable de la música en vivo puede lograr.

Luego del hitazo, siguió el temazo con el cuelgue post punk y absolutamente emocional que logra “El fuego que hemos construido”: ocho minutos de belleza onírica que elevó a todos al infinito, con el corazón en la mano. Ya nada va a ser igual, gritó Santiago y fue imposible no creerle.

Y entonces vino el gran chasco de la noche: cuando la banda realizaba la habitual salida del escenario para luego volver a los bises, la música al palo golpeó a todos y dio el falso mensaje que la noche había terminado. El reloj todavía no pisaba las cuatro, pero el público ya se iba retirando. En la lista de temas todavía faltaba “Chica rutera” y algún extra que El mató siempre se guarda de acuerdo a lo que pinte, pero el volumen de la inoportuna música (lanzada desde la barra porque se creía que venía una banda mas) cortó la onda y le puso punto final a una calurosa y ruidosa noche.

En diciembre, la revista Rock Salta N° 21 aparecerá con una entrevista exclusiva a la banda, donde repasarán su carrera y adelantarán los próximos pasos.

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