Se publicó tres años después de la separación de los Redondos. Hoy es un clásico.
A comienzos de diciembre de 2004 se publicó El tesoro de los inocentes (Bingo Fuel), el primer disco solista del Indio Solari. El álbum apareció tres años después de la separación de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.
El disco fue toda una novedad y cayó como una bomba. A diferencia de Skay Beilinson, que había publicado A través del Mar de los Sargazos en 2002, el Indio se había tomado su tiempo para reaparecer luego de la separación redonda.
El disco se vendía en un formato extraño para un CD. Se trataba de un pequeño libro que, según contó el propio Indio en entrevistas de esa época, estaba inspirado en el catálogo del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA, por sus siglas en inglés).
El negro y el gris predominaban en el arte del disco, que se complementaba con ilustraciones del propio Indio. Ya no había Rocambole a la vista. La portada era un dibujo que en los ochenta había aparecido en afiches de recitales de los Redondos.
El disco abría con “Nike es la cultura”, una canción inspirada en los libros de Naomi Klein, que volvía a poner a las letras del Indio allí donde se habían quedado en Momo Sampler. Es decir, como cantaba La Renga, en «las calles silenciosas del suburbio». Barrios donde el silencio era interrumpido por los balazos o los estéreos de los autos destartalados de las caravanas nocturnas.
“Amnesia” era la segunda canción, un tema que, según reconoció el Indio varios años después, hablaba de él, de Skay y de la Negra Poli, el famoso trío líder de Patricio Rey que se había roto para siempre una noche de octubre de 2001, luego de casi 25 años de camino conjunto.
La tercera canción era “El tesoro de los inocentes”, hoy un clásico ya no del Indio sino de todo el rock nacional. El tema más importante del disco y uno de los más conmovedores de toda la carrera del cantante, con o sin los Redonditos. Los versos «Si no hay amor / Que no haya nada entonces, alma mía» se volvió tan importante como sus frases legendarias de la época redonda.
En este disco, el Indio se presentaba con una nueva banda: Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado, que tenían entre sus filas a músicos como Gaspar Benegas, Deborah Dixon, Baltasar Comotto, Marcelo Torres y Martín Carrizo. Un seleccionado que había pasado por grupos como Las Blacanblus o las bandas de Luis Alberto Spinetta y Gustavo Cerati.
El tesoro traía, además, novedades dentro del mundo musical del Indio. La voz grave en “La piba de Blockbuster” o “Adieu! Bye Bye! Aufwiedersehen!”, o el pulso electrónico pop de “El Charro Chino”.
Dentro de las canciones más recordadas están “Pabellón séptimo (relato de Horacio)”, inspirada en la tragedia ocurrida en marzo de 1978 en el Penal de Devoto, en Buenos Aires, donde fallecieron más de sesenta personas. El tema se volvió un infaltable en los shows en vivo. También, “To Beef or not to Beef”, que narraba el viaje de un argentino por los Estados Unidos de George Bush en busca de una vida mejor, alejada de la Argentina post crisis de 2001.
El disco terminaba con “Ciudad Baigón”, una de las canciones más oscuras del repertorio del Indio. «Y va a llegar ese día en que se desvanezcan tus alegrías / Y esa llamita que apenas sos / Se extinga y de ella no quede nada / Ni la pregunta de cómo hiciste para aguantar / Y gastar tu vida entre todos tus venenos y / Los temores que te rendían», decía la letra.
El tesoro de los inocentes es, quizás, el disco más importante de la discografía del Indio con Los Fundamentalistas. En él ya se pueden encontrar todos los guiños que llegarían después en el resto de los álbumes de esta etapa, como la cercanía de la muerte y una reflexión quizás menos críptica que en la época de los Redondos. Un discazo.