Esta semana apareció un spot de campaña donde se lo ve al líder de Mi Karma González apoyando la candidatura del oficialismo provincial. Un video que confirma algo que ya se sospechaba desde hace rato.
A principios de los 90, Bill Hicks se preguntaba desde cuándo la mediocridad y la banalidad se habían convertido en una buena imagen para los chicos. “Quiero a alguien que toque desde su puto corazón. No me interesa si murió en charcos de su propio vómito”, decía. Hicks pensaba que los artistas “limpios y prolijos” eran “marionetas corporativas sin huevos” que le chupaban la pija a Satanás y le hacían el juego a la derecha.
Esta semana apareció un spot de campaña que promociona a Rodolfo Urtubey. El hermano del gobernador de Salta es precandidato a senador nacional por el Frente Para la Victoria. Es el hombre del oficialismo salteño que representa la gestión que viene manejando la provincia desde fines de 2007.
El protagonista del spot es Andrés González, líder de Mi Karma González. En el video, de escasos 23 segundos de duración, se lo ve al músico en la peatonal salteña tocando una versión acústica de “Mi almita”, el mayor éxito del grupo. Luego, González habla a cámara y repite la frase que le dictaron los creativos de campaña: “Yo elijo por lo que hicimos, yo elijo por Urtubey”.
Andrés González elige por Urtubey porque evidentemente comulga con las posturas del gobierno provincial. Un gobierno que reprimió a estudiantes secundarios, trabajadores en huelga y asentados. Que tiene funcionarios con declaraciones juradas en blanco, que privilegia la religión católica por sobre todas las cosas, ignorando a los estudiantes de las escuelas públicas que no quieren ser criados bajo esos dogmas. El gobierno provincial de Juan Manuel Urtubey es el que se presentó como una alternativa y terminó heredando casi a los mismos funcionarios de la gestión de Juan Carlos Romero.
A fines de julio se presentó otro video, el de la canción “Señor policía”, de Mi Karma González. El tema tiene una letra ambigua. Empieza preguntándole al uniformado del título qué es lo que le molesta de los dreadlocks que porta Andrés. “Siempre anda buscando una excusa para frenarme. No soy un criminal, nunca he matado a nadie. No tengo armas, no soy un gángster. No trafico drogas, no le hago la mano a nadie”, dice. Y sigue: “Pero usted insiste que tengo una planta, que es de marihuana y que me la voy a fumar. Que eso es ilegal y que a mí me puede ir mal, que voy a tocar pianito en la Ciudad Judicial”.
Todo indica que estamos ante una nueva letra antisistema, defensora de los derechos individuales. Seguramente, a continuación, Andrés dirá algo como “sabe qué, señor policía, si tengo una planta en mi casa y me la fumo es problema mío y a usted no le interesa”. Pero no, González revela su verdadera condición de amigo de la yuta, de marioneta corporativa sin huevos que le chupa la pija a Satanás.
La letra continúa de este modo: “A ver señor policía, ¿qué es lo que no entiende? Que tenga este pelo no me hace mala gente. Por más que revise y meta mano en mis bolsillos, nada va a encontrarme porque yo camino limpio”.
¿Qué está diciendo el oficialista Andrés? Que por más que tenga rastas, no fuma faso ni tiene una planta en su casa. Se postula como un tipo limpio, que no tiene nada malo en los bolsillos, definiendo inmediatamente, por oposición, como sucios a todos aquellos que tengan algo. En este caso, marihuana para consumo personal. Continúa diciendo que tener el pelo de esa manera no lo hace mala gente, y otra vez, se entiende que la mala gente es la que hace eso que el policía sospecha (fumar lo ilegal) y que Andrés niega rotundamente con un sonido FM.
Entonces, Andrés lo que está diciendo es que él no es como esos drogadictos horribles que la policía encierra. No, está diciéndole al cana “flaco, yo pienso igual que vos, no soy tu enemigo, sino tu aliado”. Está del lado del gobernador, que el año pasado confundió consumo con adicción, asegurando que “el que consume es un enfermo”.
Andrés González está del lado de la Policía y del gobierno retrógrado de Salta. Basta de posturas supuestamente rebeldes para quedar bien con nenas de doce años que todavía no se dan cuenta de lo que pasa. En 2012, durante un recital en la zona de la Legislatura, Andrés condenó a todos aquellos oficiales que los trataban como narcos, y aclaró que el mensaje no estaba dirigido a la fuerza salteña, porque los uniformados de la provincia siempre habían sido amables con ellos.
Una amabilidad bárbara, la de la Policía salteña. Pregúntenle a los torturados en la comisaría de General Güemes. Pregúntenle al pibe que fue golpeado y amedrentado con total impunidad en Pichanal. Pregúntenle a los canas que están en todos los recitales de rock de la ciudad y que no usan identificación, se manejan de manera prepotente y no respetan ni la más mínima libertad.
En la vida hay que elegir, Andrés lo hizo. Y nosotros ya sabemos de qué lado está.