Raúl Porchetto visitó nuestra ciudad con el festival Retro Rock Tour 2013. La modernidad y su música atravesadas por una impecable autogestión.
Texto: Pablo Choke Torramorell
Con dieciocho discos editados, desde Cristo Rock (1972) hasta Dragones y Planetas (2010), Raúl Porchetto sabe qué es lo que quiere al momento de subirse a un escenario. Tras cuarenta años de vida en la música, recuerda con una sonrisa en el rostro las primeras épocas dibujando un rock más progresivo todavía no comprendido del todo por algunos, pasando por el proyecto entre amigos PorSuiGieco, el éxito del pop (“una canción te puede marcar de por vida”), el autoexilio de su pasión, la música y el renacimiento desde la gestión independiente, “manual”, con la esencia justa de permanencia eterna al bajo perfil. “Bailando en las veredas” fue y es la canción que lo define popularmente, muy por encima de otras joyas que pueden descubrirse navegando en el resto de su discografía. Lo bueno es que Porchetto sigue ahí, haciendo canciones comprendidas por un inexacto número de seguidores y sonrojando a los que recuerden sus días de glorias sólo con “Bailando…” sonando de fondo o en vivo. Cuando puede toca con viejos compañeros de vida como León Gieco o Nito Mestre sobre un escenario o en pequeños reuniones informales. Con el espíritu hippie en alto (vive en las montañas, alejado de la ciudad), decide brindar shows donde primero muestra su faceta de cancionero mixto (blues, rocanroles y pop) para dejar al final la frutilla de la torta con los mega hits sonando casi idénticos que en el registro original con una banda de jóvenes músicos, donde incluyó a su hijo en el teclado, como el soporte en vivo.
– ¿Cómo ves la esencia actual del rock argentino?
– Me parece que ahora volví a interesarme en eso con un cierto entusiasmo. En los noventa hubo un marketing, “la pizza y el champan”: todo lo que era político le contagió también al rock, lo vació de cierta manera a pesar que gente hizo cosas espectaculares. Antes valía el marketing y no el contenido. Ahora se están recuperando las letras, mucha fusión de cosas interesantes y gente que está tocando muy bien. Trato de estar alerta sobre lo que está haciendo la gente nueva. Si yo dejara de escuchar música. Mirá, te escucho desde Bach, pasando por los Beatles, la Negra Sosa, Charly, León y hasta los Illya Kuryaki & The Valderramas.
– ¿Creés en la revalorización de la música de los ochenta?
– Es muy lindo. Soy un tipo que lleva cuarenta años en esto y nunca tuve mucha difusión después de los ochentas entonces me ubican mucho porque tocaba tanto en ésa época. En los noventa me alejé un poco por toda esa cosa que te contaba antes: no me sentía cómodo con todo lo que pasaba. Y como venía teniendo mucho éxito y bien de ventas, decidí alejarme. Cuando volví fue porque quise recuperar desde ese lugar mi esencia. Hoy yo me siento un músico contemporáneo. Lo demás también es válido, esto de pensar que mi música, la de Virus u otro sea “música de los ochenta”: eso es márketing y hay gente que lo vive así. Pero está bien, yo no reniego de eso. Si yo me creyera músico de los ochenta, setenta o del 2019 es por mi música. Por eso mismo cuando te menciono a Bach, la negra Sosa o Lisandro Aristumuño, te menciono músicos porque para mí es música, no es una más vieja y otra más nueva.
– ¿Cómo fue y es moverte de forma independiente para vos?
– Desde hace veinte años vengo siendo independiente. A mí me gusta mucho. Mi último trabajo fue Dragones y Planetas, un disco totalmente independiente, de muy poca distribución. Pero bueno, la peleo y la sigo peleando. También a veces desde una compañía se piensa en términos de “producto”. Lo he planteado muchas veces con respecto a lo de la ley de la música. Si nosotros somos productos es en consecuencia de una acción artística y si la gente lo considera bueno después va a seguir siéndolo por otro año. Desde fines de los ochenta que salieron los directores artísticos que buscaban “artistas” se viene buscando ese preciado “producto”. Y yo no pienso así; eso que se decida en Miami qué es lo que tiene que sonar en la Argentina o que para marzo del año que viene ya esté decidido quién va a ser el artista número uno mientras que la gente se cree que lo está eligiendo en el momento. Yo creo que las cosas salen desde una base y lógicamente tengo otro punto de vista.
– ¿La poca difusión de tus últimos trabajos te afecta en demasía o quizás encontrás un respaldo en la gran trayectoria que tenés?
– No, la tenés que pelear como al principio. Yo veo que hay respeto desde la gente donde voy, desde el sur hasta el norte y del este a oeste. Pero aparecer con algo nuevo si no hay una campaña detrás, es muy difícil. La estoy peleando igual que desde cuando comencé. Pero no reniego porque es la que elegí. No me victimizo. Sé que es difícil y me alegra que haya gente que pase, escuche y respete mi música y por creer que no soy un solo tema. No reniego de “Bailando en la vereda” pero también grabé 239 temas más. Y nunca me gustó renegar de eso: fue un día en que me propuse hacer pop y no me fue mal porque si durante treinta años la gente lo recuerda y lo siguen pasando en las radios, me parece bárbaro, ¿por qué voy a renegar de eso? Pero, también hay otras cosas: hice jazz rock, fusión, hice folclore, hasta un rock bien pesado. Hice Cristo Rock, mi primer disco. El otro día, Juanse me decía que para él ése disco era una obra maestra. Está eso, tenés eso. Y bueno, hay gente que a lo mejor me escuchó solamente por la radio y no siguió mi carrera, entonces quiere “Bailando en la vereda” y está bien, no tengo porqué renegar por eso. Si yo voy a escuchar a los Rolling Stones también querré que me toquen “Satisfaction” pero también quiero escuchar otras cosas. La verdad lo hice y me divierto bien haciendo “Bailando…”. Pero también me voy a divertir tocando “Me siento bien” que es un tema más difusión, “Hay rock and roll” del último disco que me muero por tocar porque es un rocanrol puro. Yo soy muy blusero, mucha gente cuando envejece se pone tanguera y yo me puse blusero.
– ¿Ves una renovación del público?
– Creo que sí. Noto que vienen padres con los hijos y pibes de 18 años que me dicen “fírmame la viola, maestro”, o pibes chicos que no puedo creer que conozcan mi música. También hay gente de cuarenta años que no conoce temas de Cristo Rock y pibes de veinte que me hablan de discos como Metegol, Televisión, Volando de Vida, un disco que hice con Pedro Aznar. He tenido la suerte de tocar con muy buenos músicos también.