Libros

Generación subterránea, de varios autores

Un libro que documenta «la otra historia» de la escena rosarina.

Se sabe que la escena rosarina es una de las más interesantes y variadas del rock argentino. Sus inicios son también los orígenes del movimiento a nivel nacional. Hoy se mantiene con referentes ineludibles que se volvieron íconos continentales. Sin embargo, se la reconoce más que nada por una sola etapa: la de la Trova que encabezó Juan Carlos Baglietto. Este libro viene a poner las cosas en su lugar.

Generación subterránea: la otra historia del rock de Rosario apareció hace casi diez años. Se trata de un trabajo colaborativo realizado a partir de la iniciativa de Sergio Rébori. Un libro repleto de material de archivo como viejos flyers, fotos, letras de canciones, pequeñas biografías e incluso un CD con material sonoro. Sus redactores fueron Edgardo Pérez Castillo, Juan Cruz Revello, Martín Pérez, Daniel Schreiner, Marcos Elguero y Marcelo Rossia.

Así, por ejemplo, podemos ver el mapa de bandas que integró Fito Páez antes de saltar a la fama, pero también enterarnos de grupos que en Rosario fueron y son conocidos pero que no llegaron hasta los oídos de nuestras orejas provincianas, tan afectadas por el centralismo porteño. Hay un particular foco en los primeras décadas, quizás porque las bandas más recientes han tenido una exposición mayor que no necesita un rescate.

Rébori suele ser consultado sobre todo lo referido al rock de la ciudad. No es ningún improvisado. Es uno de los que lleva adelante la página del Museo Rock Rosario en Facebook. Hablamos con él sobre el libro.

– ¿Por qué «la otra historia» del rock rosarino? ¿Cuál es la historia que se conocía previamente?
Desde los inicios del rock en Rosario en los primeros años 60, hasta entrado los años 90, fueron cientos los grupos y solistas que transitaron esta historia, en su mayoría sin dejar registro alguno. Más allá del “relato oficial” que incluye referentes indiscutidos como Los Gatos, la llamada Trova Rosarina y algo del pop de fines de los 80, hubo otra trova, la trova silenciosa. Generación subterránea es un trabajo casi de arqueología musical que se propone rescatar, preservar y difundir esa otra historia que sin duda alguna es parte de la cultura de nuestra ciudad.

– ¿Cuáles son las bandas y solistas indispensables de esta otra historia?
Musicalmente, a principios de los 60, Rosario era muy interesante. Había un revival del jazz, un rebote del que hubo en USA en los 50. Muchas Jazz y Dixieland Bands. Allí comenzaron a dar sus primeros pasos Dany Alfaro y sus Rocketts (enrolado en la corriente del Club del Clan), Los Hurricanes, Los Dippers (que hacían música instrumental), Los Halcones (con Moro en la batería), Los Sabres (donde un Litto Nebbia todavía niño haría un paso fugaz), Los Wilds Cats y Los Vampiros, entre otros.
En la historia del rock local, Amader (Ateneo de Músicos Amigos de Rosario) merece una mención especial. Su creación fue posterior a la etapa primal o fundacional de Los Gatos, inseparable del nacimiento de algunas bandas de la ciudad en medio de los agitados años 70, y una anticipación de lo que sería la consagración de la llamada Trova Rosarina diez años después. La creación de ese colectivo, por fuera de la geografía porteña, permitió una difusión musical alternativa y un espacio de pertenencia para los artistas que hasta ese momento estaban en los márgenes de la escena musical rosarina. Allí surgen varios personajes rosarinos como el Topo Carbone (del grupo Amalgama), Eduardo Lalo De los Santos, Néstor Raschia (guitarrista de El Angulo), Pichi De Benedictis, Jorge Fandermole, Juan Carlos D’Azzoro (del grupo Amor) y Carlos Koki Andón, fundador de Pablo El Enterrador junto a Juan Carlos Winter Savia, Antún y Rubén Goldin.
Durante la última dictadura cívico militar, un grupo de amigos rosarinos se reunió para darle vida a Irreal, una de las bandas emblemáticas del rock local. Fue en diferentes etapas, porque hubo recambio de músicos en uno y otro momento. El primer momento fue del 76 hasta el 78 o 79, y de ahí en adelante hasta el 81 cuando se terminó el grupo de la peor manera: censurado.

– El libro se publicó en 2012. ¿Desde entonces encontraste nuevo material para incluir en una hipotética reedición?
Desde la salida del libro en 2012, siempre pensé en Generación Subterránea como un proyecto mutante e itinerante. Hacia 2016 creamos la página del Museo Rock Rosario con la idea de interactuar con gente apasionada por esta historia. Al día de hoy la página cuenta con más de siete mil seguidores, a diario nos llegan archivos gráficos que la gente comparte, contamos con una colección de discos de vinilo, casetes, VHS, una hemeroteca y una biblioteca musical, entre otras cosas.

– ¿Por qué decidiste que se trate de un libro colectivo y no una investigación personal?
La idea de convocar a diferentes escritores y periodistas a participar del proyecto tiene que ver con mi formación. A fines de la dictadura militar y principios de los 80 empezaron a asomar las primeras revistas subterráneas. Todas ofrecían un lugar para quién quisiera llenar alguna de sus páginas. Todas estaban unidas con un mismo fin: provocar una comunicación alternativa a la oficial. La idea por esos años era juntarse, contar experiencias, ayudarse mutuamente y generar algunas acciones culturales.