Hablamos con la artista salteña, que se presentará este fin de semana en la región. En medio de una búsqueda artística para su próximo disco, ofrecerá una serie de shows que servirán para mirar al pasado y al futuro.
La plaza que está cerca de la casa de Feli Colina es una rareza: no tiene rejas. Es un lugar que sorprende, porque en Buenos Aires cada espacio parece necesitar un límite para formar parte de la ciudad. De lo contrario, corre el riesgo de ser ignorado, como pasa con el gigantesco Río de la Plata, al que los porteños dan la espalda, quizás por su inmensidad desafiante, descontrolada. Como si no pudieran convivir con lo que no pueden manejar. Es que acá, aunque el supuesto grito por la libertad esté tan de moda, nada ni nadie puede correr libre por completo.
Algo parecido pasa con la manera en la que se recibe a la música de Feli, ya no en Buenos Aires sino en la escena del rock argentino en general. ¿Cómo escucharla si no se sabe dónde encasillarla? ¿Hace rock, pop, folclore? ¿Es una artista de culto o alguien camino al estrellato? ¿Es para el Primavera Sound o para el Festival del Tamal en Chicoana?
La salteña, que el 27 de octubre cumplirá treinta años, no colabora para resolver el asunto. Ya tiene nuevas canciones con influencias diferentes para alimentar sus intensas presentaciones en vivo. Amenaza con variar aún más su discografía heterogénea, que bebe de varias bocas y logra una obra personal, que no se agota a la primera pasada ni conviene abordarla de a singles. Porque a la música de Feli Colina es mejor conocerla disco a disco para entenderla como ella pretende.
Este fin de semana habrá una nueva oportunidad para entrar en contacto con ese repertorio complejo. Feli se presentará en Salta y Tucumán. Brindará shows que no forman parte de ninguna etapa basada en sus discos. Llegará a nuestra región en pleno proceso creativo de La otra mejilla, el álbum que quiere grabar este verano y publicar en algún momento de 2025. Un trabajo que la cantante y compositora todavía no tiene tan claro cómo resultará. Entonces, los que asistan a estos recitales podrán ver a una artista en la búsqueda de un nuevo rumbo.
Sentada en la plaza de su barrio porteño, Feli cuenta que lo que traerá al NOA “es una mezcla del espectáculo viejo con algunas cosas nuevas”. “Voy a tocar algunas canciones del próximo disco y hay cosas ordenadas de manera distinta. Un recorrido por Feroza, El Valle Encantado y Los Infernales. Y voy a empezar a mostrar un poquito La otra mejilla. Es como un no lugar, un entre etapas”, explica.
Feli vive en Buenos Aires desde hace diez años, cuando llegó para el cumpleaños de una amiga, la cantante salteña Popa. En ese viaje decidió abandonar Salta. Desde entonces hizo un camino que ya ha sido muy relatado: cantó en el subte, ganó un concurso que le permitió grabar en Abbey Road. Terminó de convertirse en artista.
Feroza, su segundo disco, publicado en 2019, la empezó a posicionar como alguien a tener en cuenta. Emergió como una artista oscura, por momentos intimidante, que, encima, había grabado en el estudio de los Beatles. Una cantante que no basaba su música en fórmulas de enganche inmediato que le podrían haber dado mayor difusión. Feli parecía no querer seducir al oyente sino hacer la suya. Y, por supuesto, seducía igual.
Este año, Feroza tendrá por fin edición en vinilo. Un triunfo artístico más para Feli, que sueña con publicar todos sus discos en ese formato. “Cuando lo saqué quería hacer instantáneamente el vinilo. Me parecía coherente. Lo termino sacando cinco años después porque es cuando recién el éxito comercial de Feroza me permite hacerlo”, cuenta, y opina que si bien ese éxito comercial “posibilita muchas cosas y su falta a veces te castra un poco”, nunca podría dirigir sus canciones por los carriles de lo que se supone que hay que hacer.
“La verdad es que no me sale de otra manera que la que me sale. Yo hago la música que quiero escuchar yo -dice-. Y ni siquiera entiendo qué tan comercializable es. Porque yo lo escucho súper fácil de escuchar, porque lo hago para mí. Entonces, desde mí misma es una obviedad lo que yo hago. Nunca intenté hacer otra cosa porque creo que ni me saldría, creo que me aburriría. No me considero ni demasiado buena instrumentista, ni demasiado buena cantante. Ni hablar buena bailarina. No tengo ninguna característica lo suficientemente fuerte como para poder ofrecer algo de calidad que no sea lo que tengo para decir, una obra. Yo considero que canto bien, pero si fuese una virtuosa de la voz, o fuese una virtuosa del instrumento, tal vez, en cuanto a la producción y a la composición, podría hacer algo más simple. Si igual lo que destacaría sería mi manera de cantar, bailar, o lo que sea. Yo siento que mi particularidad pasa por cómo produzco y cómo compongo. Entonces también me quedaría corta si quisiera hacer otra cosa”.
Feli, que se ve como la suma de sus partes, escucha a su cuerpo cuando compone. Incluso cuando no está convencida. Aprendió a discutir con sus propios prejuicios. Ahora, dice, se desespera menos. Sabe que cuando una canción no le cierra no significa que ése no sea el camino, sino que quizás sea el primer paso hacia un mundo inesperado. Algo así le pasó cuando trabajaba en El Valle Encantado, publicado en 2022, un disco que se alejó del rock y la acercó al folclore atravesado por un pop carente de amabilidad que podía ir del reggaetón al imaginario religioso. Una música que no se comía ninguna.
“Hay momentos en los que dudo, pierdo la fe. Ya los conozco. El proceso es más o menos parecido. Justito antes de grabar siempre me pasa que digo ‘no, este disco no, no. No tiene ni pies ni cabeza, no se entiende, me faltan canciones’. Eso me pasó en todos los discos. Entonces ahora, cuando me pasa, digo bueno, tranqui, esto pasa siempre. Ya me conozco. Cuando empecé a componer para La otra mejilla no me hallaba en lo que componía y eso me pasó con El Valle y me pasó con Feroza. Entonces ya voy entendiendo cómo proceso emocionalmente los nuevos trabajos”, dice.
“Feroza es grabado en vivo, muy salvaje. El Valle ya tiene un poco más de orden, ya está grabado en capas, tiene un poco más de edición, de acomodada. Los Infernales (un EP de versiones que publicó en 2023 para ampliar el repertorio sonoro de El Valle) ya tiene más postproducción. Y éste quiero que tenga un poco más de metodología pop. Siempre me gusta el instrumento orgánico, y el músico y lo que los músicos aportan, pero cada vez me interesa más también el momento de laboratorio de postproducción”, sigue.
La otra mejilla, dice Feli, ya está en su cabeza. Todas las canciones están compuestas y la fecha de grabación, en principio, sería enero o febrero de 2025. Pero (siempre hay un pero): “Una cosa es lo que me imagino y otra es lo que después se plasma. Tengo todo compuesto y estoy terminando de pensar cositas de producción”.
El nuevo disco será diferente a sus antecesores. “Estuve escuchando bastante música clásica, bastante punk, bastante tango, porque estoy en pareja con un tanguero de Boedo (N: Florián Fernández Capello, solista y miembro de Los Fabulosos Cadillacs, la banda que lidera su padre, Vicentico), entonces tuve eso muy presente en estos años. También música brasilera. Así que por ahí tiene como timbres y elementos más de esas músicas, que del folclore que tiene El Valle, o del rock que tiene Feroza”, cuenta.
Feli no se quiere anticipar demasiado, pero se reconoce “spoileadora”, así que habla un poco más de lo que se viene: “Cuando salga el disco va a estar bueno charlarlo, porque también yo estoy terminando de procesarlo, entonces estoy terminando de entenderlo. Pero tiene, primero, este texto bíblico. Esta cosa jesuita de poner la otra mejilla. Que tiene como una cosa culposa, así, bien católica. Y después es medio el lado B, la otra cara de la moneda. Tiene ahí, unos chistes por ahí”.
La otra mejilla será el cuarto disco de Feli Colina. El primero es Amores Gatos, de 2015, un disco que se aleja del camino que Feli empezó en Feroza y que por ahora sólo se puede escuchar en Bandcamp. Aunque, según dice Feli, tarde o temprano estará en Spotify. “El otro día lo escuchaba-dice-, y ya escuchaba folclore ahí. Hay un tema que se llama ‘Rita’ que tiene todo un momento medio chacareroso. Se ve que eso estuvo siempre. Y, de hecho, en La otra mejilla, que dije ya no más folclore, hay una especie de zambita instrumental. Un interludio zamboso. Entonces creo que hay una línea y también que escapa un poco del género. Yo noto que a mi público, el más mío, lo que le gusta es justamente que vaya jugando con diferentes estilos”.
En un punto, aunque se haya ido, aunque haga una música que no es lo que elegirían en la Secretaría de Cultura, Feli es una artista absolutamente salteña. Los rasgos se le caen por todos lados. El público de nuestra ciudad todavía no la terminó de asimilar (por ahora no logra traspasar el umbral de convocatoria de la Usina), pero cuando lo haga se encontrará con alguien que representa de manera perfecta la relación de amor y odio que puede existir con esta provincia. Eso la hace completamente local, genuina. En Buenos Aires no lo entenderían.
“Salta es mi madre. Cuando voy en auto, empiezo a ver los cerros al final de Tucumán y ya me agarra una cosa, una conexión con mi centro, inigualable, inexplicable. Su geografía, sus cerros. Yo me crié en el centro, entonces caigo, voy al centro y ya veo el San Bernardo de fondo y me acuerdo qué soy y quién soy. Y ni siquiera es un recuerdo de pensamiento, es un recuerdo físico. Pero me hace enojar. Nos hace enojar, Salta. Me hace enojar. Me parece careta, cholula (piensa), vaga en muchas cosas, hipócrita (se ríe). Hay muchas cosas que me hacen enojar y muchas cosas que no dejan de enamorarme”, dice.
La gira por el NOA
La fecha en Salta será nuevamente en la Usina Cultural (España y Juramento) este sábado 19 de octubre, a las 21. Las entradas tienen un valor de $15.000 (más gastos de servicio) tanto en Platea como en Pullman. A la venta en NorteTicket y en SuCrédito (Alvarado 777).
Al día siguiente será el turno de San Miguel de Tucumán. Feli Colina tocará en Santos Discepolo (La Rioja 219), desde las 18. Junto a la cantante La Ruth y al grupo de danza Malamba. Las entradas se consiguen a $15.000 (más gastos de servicio). A la venta en tuentrada.
El sábado 26 de octubre, desde las 21, Feli despedirá sus «veintis» con un show en Buenos Aires. Será en Deseo (Av Chorroarin 1040). Las entradas se consiguen a $13.000 (más gasto de servicio) en Venti.