Dancing Mood se presentará este fin de semana en el NOA. Acá podés leer la entrevista con Hugo Lobo publicada en la revista Rock Salta Nº10, de junio de 2012.
La banda viene recorriendo una carrera basada fuertemente en lo musical, rompiendo el molde en cada acción que lleva adelante. Con una actitud alejada de los estereotipos del rockstar, Dancing Mood mueve un público que corea sus temas a pesar de no tener cantantes; pasó por el Luna Park y llenó el Teatro Gran Rex con invitados de lujo (Rico Rodriguez, Vicentico, Flavio Cianciarulo, Pablo Molina, Deborah Dixon). El año pasado editó Non Stop, un disco triple de 47 canciones con grandes invitados de todo el mundo, referentes del ska y del reggae internacional. Una misión que parecía imposible pero que salió adelante gracias a la insistencia de esta Big Band que se mantiene al costado del show businness tan criticado en la actualidad.
Hugo Lobo, el carismático líder de la agrupación que cuenta con más de 15 músicos en cada show, es un hombre frontal, respetado y sin pelos en la lengua. En la previa de su desembarco por esta zona, confirmó su reputación.
– Van a tocar por primera vez en Salta, con tantos años de carrera. ¿Qué te produce viajar y girar por el interior del país?
– Es lo que más me gusta, más a lugares que nunca fuimos. Me renueva un montón presentarme ante gente que nunca nos vio en vivo. Conocernos a esta altura es más emocionante todavía, saber que hay gente que te escucha y te sigue hace años, eso sorprende y se aprecia mucho. Más que nada en el NOA, donde tengo familia y nunca pude ir a tocar con Dancing Mood.
– La última vez que viniste a Salta y Tucumán fue como músico de Los Fabulosos Cadillacs, ¿cómo viviste esa gira?
– Muy copada, tengo familia en Tucumán y conozco mucho Salta. Esa vez que fuimos con los Cadillacs fui unos días antes y me quedé luego del show. Así que voy a hacer lo mismo esta vez, iré unos días antes y me quedaré luego de los shows.
– ¿Cuántos músicos vendrán? ¿Van a tocar temas de todas las épocas?
– Vamos 16 músicos, posiblemente con un cantante, vamos a ver quién. Estamos presentando el disco triple, que al tocar tan seguido en Capital podemos presentarlo entero. Son 47 canciones, imaginate que no se puede tocar en un solo show. Pero dada la circunstancia que nunca fuimos al NOA, vamos a hacer un recorrido por toda la discografía.
– Te imaginarás la ansiedad de la gente. Son una de las pocas bandas que aún no ha tocado en Salta. ¿Es fuerte la primera vez en cada lugar?
– Si, totalmente. Es algo que me gusta y me emociona mucho. Me vuelve a recordar el debut de la banda, tiene ese sabor.
– ¿Cómo fueron los comienzos de Dancing Mood?
– Se me ocurrió la idea de formar la banda al ver el hueco musical que había, no como una movida comercial. Al ser trompetista era sesionista, como la mayoría de los instrumentistas de vientos. Quise cortar un poco con eso y dejar de ser un adorno para otras bandas. La idea era que los caños estén al frente y que de eso se trate: una banda instrumental tocando ska jamaiquino. Es la música que más me gusta y en ese momento todavía no se tocaba de esa manera. Siempre al ska se lo miró del lado más inglés, más de la nueva oleada de fines de los 70 y principios de los 80. Eso es el ska tradicional que, dicho sea de paso, es el padre del reggae. No se conocían a los Skatalites tampoco. La idea fue rememorar y recrear esa música que estaba perdida, como el soul, el funk o la música melódica. Y meter eso dentro del rock, que los pibes que no estaban tan abiertos a escuchar algo diferente conozcan otra música. Antes estaba marcado cada gusto, no había tanta mezcla como ahora.
La idea fue de disfrute personal, tener un lugar donde podía tocar más que como sesionista de una banda con cantante y disfrutar. Después se fue dando todo, pero siempre prima el disfrute personal. Estar preparado para tocar ante 20 mil o para 70 personas.
– Después de tantos años interpretando a los grandes del jazz, del funk y del soul, ¿sentís que la gente se interesa en la música que le presentás o se queda sólo con lo que hace Dancing?
– No, hay mucha gente que se interesa por los artistas que interpretamos. Eso me pone muy contento. De hecho, a mi me pasa que me regalan muchos discos de los intérpretes que nosotros recreamos. Se armó una cosa linda, de averiguar de dónde vienen los temas, esa era la idea. Está bueno que pase.
– ¿Te llega a molestar tanto cantito de la gente a la hora de tocar?
– No, al contrario. Me encanta y me motiva, me parece algo muy groso que pase eso. A veces me pongo en el lugar de los compositores originales de los temas y escuchar a gente corear temas que hacemos con los vientos, es algo buenísimo. Es único y era inimaginable en su momento.
– ¿Es posible bajar un mensaje social o político sin un cantante? ¿Creés que lo logra Dancing Mood?
– Yo creo que el mensaje se da por estos medios, cuando uno tiene la posibilidad de abrir la boca. Y con las letras, no sé, podés mentir un montón, ¿no? El 98% de las bandas lo hacen. Dicen un montón de cosas arriba del escenario y después no comparten nada con nadie, son intocables, la gente no los puede ni ver. Yo creo que va en las actitudes lo que uno quiere transmitir, el precio de las entradas, elegir ser independiente. Hay que compartir todo con la gente.
– ¿Por qué crees que la banda se volvió tan popular?
– La verdad no sé bien por dónde viene todo, calculo que por la propuesta diferente. La gente se identifica un poco con nosotros porque ven que somos auténticos. Y también por la música que tocamos, por algo los compositores que recreamos son tan grandes.
– En los shows se ven pibes de 18 años y tipos de 60.
– Ni hablar, en un principio me sorprendió un montón y me encanta poder haber aportado un granito de arena a la cultura musical y volver a unir a los padres y los hijos en un recital, está buenísimo.
– Manejás mucho las redes sociales, ¿te gusta estar en contacto con la gente que sigue a la banda?
– Si, me gusta, y a la vez lo hago porque creo que es un medio independiente bastante copado, donde uno se puede autogestionar y publicitar las cosas que van sucediendo. Hasta hace 5 años, las bandas dependían del Sí!, de Clarín y del No, de Página 12. Es más, tenías que contratar un agente de prensa que tenga un contacto en esos medios para poder salir en la agenda de atrás, porque todos los pibes compraban los suplementos para ver quiénes tocaban. Si no tenías un mango para contratar a alguien que sólo levante el teléfono y le den bola, tu fecha se iba a la mierda. Dependía de eso. Ni hablar de poner una publicidad en las radios, era sólo por esos medios. Y Facebook le rompió el orto a todo eso, gratuitamente, lo hacés desde tu casa. Nosotros tenemos más de 50 mil chabones que abren la computadora y se enteran qué pasa con Dancing Mood.
Y para tener contacto con la gente también. Recién llego de viaje y leo un mensaje de un pibe de Tucumán, que nos escucha hace muchos años y que está esperando el show con todo.
– Los discos de Dancing Mood, quizás sean de los más económicos del mercado. ¿Por qué?
– A mí no me parece que nuestros discos sean baratos, me parecen muy caros los demás, lo digo como comprador de discos. Cualquiera que fabrica discos sabe que el costo no es mayor a $8, entonces ponerlo a $70 es muchísimo. El problema viene por otro lado, por querer ganar plata o por estar con una compañía que te saca toda la guita y no te deja nada a vos. Entonces los precios tienen que estar a esa altura.
– También debe influir que ya no se venden tanto los discos.
– Es que no se venden por eso. La piratería existe por el precio de los discos. Las compañías se hacen bien los boludos diciendo “No a la Piratería”, pero si un disco sale $25, ¿no te lo vas a comprar? Sería muy boludo.
– ¿Qué podés decir de Non Stop? ¿Qué músicos invitados lo integran y cómo lograste dar con ellos?
– Los invitados que participan, más que por amistad, están por gusto musical. Lo otro se fue dando después, salvo con Rico Rodriguez, Pauline Black o Dorin Sheffer, a quienes ya conocía. A todos los demás los fui conociendo sobre la marcha, y bueno, fue el sueño del pibe para mí. Poder juntar a todos mis ídolos del ska y del reggae, me parecía algo inalcanzable. Lo pude hacer yendo con una mochila a Inglaterra, juntando guita para el viaje, dar con toda la gente y darme ese gusto. Pero después de lo que habíamos hecho en el Opera, queríamos hacer algo más contundente todavía, por eso el título del disco también. No para nunca esto.
– ¿Al ciclo “100 Nicetos” eligieron hacerlo ahí por la comodidad del lugar o porque fue el único que les abrió la puerta para realizarlo?
– La mayoría de los lugares en Capital están monopolizados por compañías discográficas. Niceto fue uno de los lugares grandes, bien ubicado y con un sonido copado que nos abrió las puertas cuando llevábamos menos de 100 personas, respetando el precio que nosotros manejábamos, que era de $5 cuando se cobraba $20 o $25. Otra razón es que siempre pudimos manejar el tema de las entradas. Al día de hoy, ver a Dancing en Capital sale $25 o $30 anticipada, quizás $40 en puerta, pero no más que eso. Más allá de eso, después de Cromañón, fue imposible tocar en Capital y Niceto siempre nos permitió hacer ciclos. Es muy difícil hoy en día decir “quiero tocar todo el mes acá”. Es mi segundo hogar, tengo otras actividades extra Dancing Mood ahí también.
– Sos un tipo muy humilde y frontal, cosa que no abunda en el ambiente del rock en general. Algunos pueden decir que sos un bicho raro. ¿Te jode la careteada general?
– Si, me rompe las bolas, aunque trato de no hacerme tanto problema y alejarme un poco de eso. Pero veo mucha gente transformarse, he visto muchos que no eran músicos, que no tenían banda y ahora andan transformados. También vi muchos ir y volver a tener buena onda porque les fue como el ojete (risas). Yo no me siento un bicho raro, me siento como cualquier pibe que va a ver a la banda. Estoy siempre en los lugares que tengo que estar, sin caretear. Me muevo tranquilo y no me molesta que la gente me venga a hablar, me emociona.
– ¿Cómo surge tu amistad con Pablo Lescano? Ya tocaste con él en varias oportunidades.
– Si, casi siempre tocamos, tenemos una amistad muy fuerte a nivel musical y extra musical. Lo conocí porFidel Nadal, con quien comencé a tocar en Todos Tus Muertos. Él lo había conocido a Pablo y de ese momento pegamos onda y nos hicimos muy amigos.
– En tu programa de radio (Hombre Lobo, los miércoles a las 22 por radioatomika.com.ar) pasás e invitás a muchas a bandas de ritmos tropicales. ¿Te sentís más cerca de ese género que del rock o el reggae?
– Me siento muy cerca de la cumbia y de la música tropical. Como te decía, yo tengo familia en Tucumán y pasé mucho tiempo allá, donde no existía el rock hace 15 años, ni a palos. No llegaba nada ni de acá ni de afuera. Ibas a una discoteca y sólo se escuchaba música tropical o cuarteto, al igual que en carnavales, casamientos o fiestas. Es una música que siempre tuve a mi lado y tuve que aprender a quererla. Me gustaba y me sigue gustando. Tengo una admiración muy grande por todo lo que genera la movida tropical. Es un género que mueve muchísima gente en todo sentido, público y músicos. Acá en Buenos Aires, donde dicen que somos la cuna del rock nacional o no sé qué carajo, debe haber como 700 bailantas que mueven 5 mil personas cada una. Tienen 11 bandas en vivo tocando cada noche y todo a una entrada a $15, gratis hasta cierta hora. Ahí la gente va a divertirse, a levantarse una mina, y ve a 11 bandas en vivo, loco. Si mirás un poco, cada banda tiene como 13 músicos, hay sonidistas, iluminadores, gente que maneja las combis. Es una fuente de trabajo tremenda para el arte y para la cultura. Por otro lado, ves lo que genera una banda de rock que toca una vez por mes, llena un estadio, se lleva $1 millón y se guarda en su casa de nuevo, y te dan ganas de vomitar. Hay que lavarse mucho la jeta antes de defenestrar un género que le da trabajo al músico y que le da diversión a un montón de gente que la pasa para el ojete toda la semana. Más cuando sabemos que en el rock o el reggae está el show armado: toco una vez, me diste la plata y chau, nos vemos en Disney.
– ¿Qué bandas que no sean de reggae te gustan y con cuales te sentís identificado?
– Yo escucho desde Megadeth hasta los Carpenters, me gustan muchas cosas. Del funk o del soul te puedo nombrar 70 mil bandas. Me gusta el metal, escucho King Diamond, Iron Maiden, Sex Pistols oThe Clash. Identificado no me siento con ninguna banda en especial, sí tengo mucha afinidad con un montón de bandas o integrantes de bandas personalmente. Capaz que yo no me manejaría como ellos lo hacen, aunque no quiere decir que son unos hijos de puta tampoco. De ejemplo no tengo a nadie, busco hacer algo diferente yo.
– ¿Qué opinas sobre el boom del reggae en Argentina? ¿Crees que ya pasó un poco la moda?
– Un poco pasó. Como todo género, está de moda un tiempo y después queda la gente que le gusta de verdad, o los que se engancharon en el camino. No es lo que era hace uno o dos años, aunque tampoco es lo que era antes del boom, algo creció. Ahora hay un montón de bandas en todos lados, antes había cinco nada más.
– Vos encasillás a Dancing en el ska, y siempre lo remarcás. ¿Te molesta que la gente los identifique como una banda reggae o entendés el desentendimiento?
– Lo entiendo pero no lo comparto. Porque está el que te lo dice y se hace el fanático del reggae, y ahí ves que no entiende nada. Pero está todo bien, tampoco tienen por qué ser historiadores. Viene cualquier banda y llenan estadios. Pero vienen los Skatalites, que inventaron el estilo y tocaban con Marley cuando tenía el pelo corto, y meten 500 personas. Entonces, hay un desentendimiento que va más con el fanatismo cliché que con el fanatismo real. Si te gustara de verdad, tendrías que investigar un poquito, más que nada por el disfrute, porque te estás perdiendo de cosas que están muy buenas. Uno informado disfruta más de las cosas.
– ¿Cómo ves el futuro del reggae y del rock en nuestro país? ¿Crees que se puede salir de esta era donde industria discográfica esclaviza y hace lo que quiere con las bandas?
– Mirá, mientras hayan músicos y bandas que esperen ganar plata con la música, salvarse y cumplir el sueño de ganar plata tocando solamente sin estudiar o laburar, no. Creo que viene de raíz la cosa. La culpa de lo que pasa con las compañías la tienen los músicos. Las compañías son caza bobos. Si uno quiere ser músico para salir en la tele, en las revistas, ser famoso y cogerse minas, ahí ya estamos cagados. Lo digo desde mi punto de vista. Yo decidí ser músico de chico, estudié y sigo estudiando al igual que los pibes que me acompañan, porque amamos la música. Lo demás es una consecuencia. Casi todas las bandas que deciden estar con una industria, es porque quieren cortar camino y hacerse famosos a cualquier costo.
– Sos futbolero, hincha de Atlanta. ¿Qué opinás de la futbolización del rock? El cantito, la bandera y que el público quiera ser más protagonista que la banda.
– No sé si es tanto por el futbol, porque tampoco es que se cagan a trompadas porque son de diferentes clubes. Creo que es una expresión muy argentina, ¿no? A mí no me molesta. Me jode cuando trae problemas. Mientras sea expresivo y con respeto, está todo bien. Fijate que AC/DC viene y filma un DVD acá, por lo que pasa con la gente, un montón de bandas de afuera flashean con el público argentino.
– En algunos shows hacen un popurrí con carnavalitos, sayas, huaynos, y demás ritmos del norte de Argentina. ¿Para cuándo saldrá el disco en clave ska de clásicos latinoamericanos?
– Lo que pasa con nuestro folclore es que métricamente no encaja con el ska. Es terciario y el ska es binario, o sea que a nivel de métrica y acentuaciones es muy difícil. Un 6 x 8 pasarlo a un 4 se deforma mucho, queda de extraño a papelonero (risas). Yo me doy el gusto de tocar folclore con mi viejo y con la banda que tengo con él, me saco las ganas así. Me encantaría hacer algo así con Dancing pero, como te digo, no encaja.
– Si pudieras elegir, ¿en qué lugar te gustaría tocar con Dancing Mood?
– En el Teatro Colón sería un flash. Y otro sueño que tengo es poder tocar con las orquestas de todas las provincias, en la mayor cantidad de lugares posible. Lo pude hacer en un par de ciudades, pero me encantaría hacerlo por todo el país. Estamos a tiempo todavía.
– ¿Creés que en el Colón te darían lugar?
– Creo que sí, che. Con las cosas que hicimos en el Opera o en el Gran Rex tenemos un buen antecedente. No sé si ahora, pero en algún momento se puede llegar a dar. Sería muy lindo. Seguramente haga alguna gestión para poder lograrlo algún día.
– Haciendo un panorama general, ¿te parece que estamos bien o mal en Argentina actualmente?
– Creo que estamos mejor que muchísimo tiempo atrás. La perfección no existe. Yo trabajo y presido el Centro Cultural del club Atlanta, donde funciona un centro de jubilados, con los que convivo permanentemente y hablo mucho con ellos. Creo que no ver a los abuelos desmayándose en una cola, para cobrar la jubilación durante 7 u 8 horas, que puedan cobrar fácilmente y bastante más que lo que cobraban antes, sin que la policía los cague a palazos, es un avance positivo del que nadie habla. Siempre se busca los errores, pero hay que acordarse de que estamos hablando de políticos. Y para ser político hay que ser un hijo de puta, así que si no tenemos eso en claro estamos cagados. Pretender que un político piense o viva como uno, es una utopía. Estamos en una etapa de transición donde veo que las cosas están bastante mejor, pasan cosas interesantes. Obviamente que hay un montón de cosas de mierda y las va a haber siempre, pero yo lo que veo es que antes la gente no se quejaba tanto como ahora. Y estamos hablando de hijos de puta de verdad que nos gobernaron la década pasada. Se magnifican mucho los errores, antes no era así. Yo no soy kirchnerista ni contra, pero sí estoy en contra de los hijos de re mil putas que hicieron mierda al país y a un montón de gente. Tampoco estoy recontra a favor de este gobierno, me parece que están haciendo las cosas medianamente bien. Con sus falencias, obviamente. Eso es lo que veo.
Entrevista publicada en la revista Rock Salta N°10 (Junio – Julio de 2012)