Luego de aquel amague y ola de rumores que se esparcieron cuando la banda grabó su videoclip en las ruinas de Quilmes, finalmente Jauría se presentó por primera vez en Tucumán.
Jauría, la banda de Ciro Pertusi, realizó una gira por casi todo el NOA presentando su único material y consolidando el camino que le permita posicionarse de una vez por todas y así intentar desprenderse del pasado. Aunque obviamente para eso falta y mucho. De la mano del sello Mala Difusión fueron teloneados en todas las ciudades (Chaco, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero) por RFA, quienes aprovecharon la oportunidad única para volver con todos los laureles a la provincia que los vio nacer. La posibilidad de presentar su flamante disco Vol. 2 era el valor agregado que le daba a la fecha un cariz especial. Las entradas fueron bastante elevadas ($80) pero el público respondió acordemente y le dio un buen marco al Robert Nesta Club.
Cerca de la 1.15, RFA empezó su set con “Libres o muertos”, pegándole inmediatamente “Transilvánico”, de su disco anterior, y “Marco Polo”, tal vez uno de los más potentes de su repertorio. El verborrágico Rolo Marín se encargó de aclarar en todo momento que son una banda nueva hecha y derecha y que atrás quedó la etapa en la que se presentaban como “Rolo &…”, mientras bajaba línea política cada vez que podía e incitaba a que se produzca un cambio significativo en el circuito de grupos de la provincia. Con un escenario cubierto en su totalidad de músicos (teclas, dos guitarras, bajo, batería y un cantante/corista extra) la performance de RFA fue impecable. Peleándole a las inclemencias del sonido en un principio, combinaron clásicos como “Rockeando hasta el final”, el letal “Perdedores” y “Open Your Mind” con temas nuevos: “Skannabis” y “Amor, nada queda igual”. Cumplieron y todas las dudas que daban vueltas acerca de su reencuentro con el público tucumano se respondieron con el exacerbado pogo que libró “El himno de los fackin adictos”. A coros alargados y mucha euforia se despidieron sin más con la promesa de volver el 30 de noviembre para tocar con Flema en el mismo lugar.
El ambiente estaba más que listo para la banda principal, los rincones del local comenzaban a cubrirse y el público empujaba hacia adelante. A oscuras un par de plomos ajustaron algunos detalles y relucieron la mítica guitarra verde de Pertusi que lo acompaña hace mil años. Su inicio, a las 2 de la mañana, también los encontró con problemas de sonido donde las voces prácticamente no se escuchaban, pero para el segundo tema el sonidista le encontró la vuelta a la consola y a las paredes de esa enorme caja de zapatos. El resultado fue un sonido potente y nítido como pocas veces se escuchó, el terreno era ideal para que “Indios Kilme” desate euforia en los adolescentes que volaron remeras y levantaron una enorme bandera amarilla con el logo del perro caminante. Siguieron “Religionare” y “Canción inútil” (el primero de muchos covers que harían esa noche). La contundencia de la batería de Ray y la desprolijidad deseada que aportó la incorporación de Sebastián Ambesi en guitarras fueron el frente ofensivo para un show punk que probablemente todos habían ido a buscar. Lo cierto es que cuando Jauría salió a la luz como proyecto, la idea de este “supergroup” conformado por retazos sonaba más que interesante, aunque con disco en mano parte del público parecía no adaptarse al sonido limpio propuesto por el ex violero Pichu Serniotti. Con la dupla imbatible de los hermanos Ambesi y el fantasma de De Romanticistas Shaolins caminando por las espaldas de la banda, en vivo suenan muy diferente.
El humor de Ciro y la química que tiene con su gente sigue intacta (la histeria de las mujeres que le gritan todo el tiempo también), reluciendo una remera negra con una estrella roja con la leyenda “Liberté pour les 5” (en honor a los 5 cubanos) retribuyó las vibras recibidas con una lista de temas acorde, donde tocaron mucho de su disco: “Ascenso”, “Guerra de las galaxias”, “Adios a Dios”, “Austin”, “Morgue corazón”; intercalándolos con versiones impresionantes de temas de Attaque 77 como “Western”, ¡”El perro”!, “Beatle”, “La gente que habla sola”, y “Perfección”. Mientras el trío que quedó desamparado busca su rumbo en versiones acústicas de viejas glorias, Pertusi se permite usar las mismas municiones pero en un arma muchísimo más potente. El cierre obligado tras un impasse a causa de un equipo quemado y el tope horario de las 4 am fue muy arriba con una versión rabiosa de “No me arrepiento”, donde las guitarras dejaron el Nesta resonando al menos hasta diez minutos después del show.