Archivo

La 448 | Cuando el rock tucumano se le plantó a Bussi

Rolo Marín recuerda sus años al frente de la histórica banda que cantó sobre las torturas en los años 90.

Por Eduardo Marcé

Hace casi treinta años, en Tucumán, se abría una puerta que todavía no se pudo cerrar. El 25 de marzo de 1994 hacía su debut, en el desaparecido pub Dick Tracy, 448, o simplemente, La 4. La banda liderada por Rolo Marín junto a su hermano Claudio borraría fronteras para tocar en todo el país, llegando incluso a Bolivia, y quebraría la escena trayendo nuevas maneras de producir y acercarse al público con la música.

– La banda arrancó en agosto del 93, debutamos ahí nomás. ¿Te acordás el quilombo que fue? Se cayeron unas vigas del techo, la gente saltaba por las ventanas. ¡Qué salvajismo, por dios! Vinieron tres patrulleros, el dueño del local nos quería matar.

Quien cuenta esto no es otro que Rolo, recordando esa mítica noche donde comenzó (formalmente) todo. Pero en realidad, desde fines de los ochenta el ya decía que estaba armando una banda con su hermano. La expectativa era alta, entonces “claro, todo el mundo fue a ver qué pasaba, pero después continuó, no fue sólo esa vez.”

Eso que continuó después tomó forma de disco en 1996, el primero en formato CD editado por una banda de rock tucumana. Rolo recuerda: “El estudio estaba a siete cuadras de acá, nosotros juntábamos el mango, de peso en peso, y Tunkila (su hermano) tenía un (amplificador) Fender Twin, le poníamos las cuatro ruedas y lo llevábamos rodando por la calle para ir a grabar, y así se grabó el primer disco. Fue el más exitoso de los discos que grabé. Fue el más exitoso de todos, hicimos tres tiradas de mil unidades pero la gente lo copiaba. Fue un suceso para la época, muy loco, muy sorprendente, porque sonaba ahí, grabado en sistema ADAT, con tecnología de la época, pero la intensidad era…”.

Ese disco, llamado 448, tenía un hit como “Torturador”, que sonaba en el Tucumán bussista, y poseía un carácter tan mítico como los primeros años de la banda. Hasta apareció en Estados Unidos. “Nekro me cuenta que fue a Los Angeles de gira y entra a una de esas disquerías grandes, empieza a buscar y se encuentra con ese disco, no lo podía creer. En Córdoba también. Me dijeron que lo vieron en Rosario en una vieja disquería, ese disco sigue dando vueltas.”

Boom Boom Kid es uno de los primeros vínculos de 448 con bandas más importantes. En el primer show de Fun People en Tucumán muchos recibieron su primera lección de independencia y autogestión. Chicos que después escribirían fanzines en la ciudad vieron uno por primera vez en ese show, y siguieron el ejemplo desde entonces. “Ellos venían terminando la gira de Anesthesia, y a punto de sacar Kum Kum. Existía una cosa de bandas de otros lugares de la Argentina que también tenían una metodología de laburo interesante, profesional, como Intense Mosh, de Rosario, los Karamelo Santo, que todavía no se habían ido a Buenos Aires; Cabezones en Santa Fe, Hammer en Córdoba, Pogrom en Salta. Te encontrabas con una escena que hoy no está, no existe. Están las bandas, quizás muchas más, pero no siendo parte de un bloque que era buenísimo encontrarte, porque después te ibas a tocar a otro lado y esa misma gente te armaba los shows. Una época inolvidable y no solamente por 448, había grandes bandas acá. Tenías a La Insignia, Cave Ne Cada, Euzkadi, una escena de lugares donde uno llegaba y estaba lleno”.

Es con Fun People con quienes los 448 desembarcan por primera vez en Buenos Aires, y nada menos que en el mítico Cemento: “Después tocamos con Babasonicos, y empezamos a hacer cosas con bandas que en ese momento no eran famosas ni masivas sino que venían desde el under con buen pie, que venían creciendo. Te encontrabas con colegas que tenían la misma historia que vos, teníamos todos el mismo entusiasmo”.

Desde ese primer show en Cemento, Buenos Aires siempre estuvo en la mira de 448, llegando incluso a tocar más en la Ciudad de la Furia que en el NOA. Al respecto, Rolo dice: “Conmigo es una ciudad muy receptiva, llegamos a hacer veinte shows por año allá, y muy poco en el Norte. Allá está todo armado, hay una escena armada, la gente me conoce, los productores me conocen, creen también, si no, no nos hubieran hablado para tocar en un estadio como el Malvinas con NOFX o con Gatillazo, ni nos estarían invitando a todos lados. Está mucho más jodido que hace veinte años atrás, sobre todo después de lo que pasó con Cromañón. Para mí, después de eso, el rock entró en un letargo del que no tiene recuperación. Imaginate si tenés 18, 19 años, tenés una banda, y de entrada ya tenés que pagar para tocar. Son parte de un semillero, de lo que va a venir, y ya tienen que meter la mano en el bolsillo. Si ya, de por sí, no tiene guita, apenas pudo comprar su instrumento, quizás hasta se lo compraron los padres, y en vez de cobrar tiene que pagar para tocar ¿Cuánto tiempo puede durar el loco? Un año, dos, tres. Después el padre, o la mujer, o la novia, le dice ‘no traes nada, andá a buscar un laburo’. Los que tienen los locales habilitados son muy pocos y hacen lo que quieren con esto, entonces generó que se cierren muchas oportunidades para las bandas under. A las bandas grandes no les afectó nada, el que llevaba seis mil personas no estaba en el under, no necesitaba de esos locales chicos, pero a los que venían por atrás los cagó. Para tener éxito con tu banda tenés que llevar gente, para que el sello te dé bola tenés que estar años trabajando. Si no hay lugares va a ser complicado.

¿Y acá?
Acá en Tucumán hay muchos más locales que antes, hay radios que apoyan, hay bares que abren las puertas para que toquen las bandas, pero hay mucho desinterés de la gente. Las bandas se tendrán que preguntar por qué no generan interés, tendrán que hacer su autocrítica también. Una banda como 448 tocaba en Caja Popular, un estadio para mucha gente, y hoy si llevás 300 personas está buenísimo. Tiene que ver con las épocas, me parece. Hoy hay mucha oferta de todo a la noche, antes quizás no había tanto, la gente quizás pierda interés por esto y está en otra cosa. Estamos en un momento como de transición, el rock es una música que tiene sesenta años, perdió la sorpresa, seamos sinceros, no hay nada más para inventar en el rock. Hace ya casi veinte años que tiene un gran conflicto de creatividad, ya es una música clásica, pero uno tiene que estar por encima de todo, si no te volvés loco.

“Tuve muy buenos momentos, y eso no me lo saca nadie”, dice Rolo. “Sigo haciendo lo que me gusta, esto es lo que más me gusta hacer en el mundo. El tiempo del show, en el que estoy en el escenario, es el momento donde estoy más feliz, me transporto, y logro un grado de plenitud única. Entonces, uno se vuelve adicto a eso. Me pasó de tocar en Cemento, en el Malvinas, como en cada antro. Y siempre fui feliz, con mucha gente, o con muy poca también, pero si estás pensando en eso, entonces… Ya hace mucho se me pasó eso. Todos los colegas que pensaron eso ya no están tocando, muchos dejaron. Yo disfruto de los que están y doy el alma por la gente que hay, sea la que esté. Cierto es que una banda toca para tener éxito, es una hipocresía no reconocerlo, pero hace muchos años, en mi caso, que creo que soy un tipo que ya está hecho. Montar un recital, correr con los riesgos de la infraestructura, el local, el alquiler, si traés bandas de afuera tenés que cubrir el hotel. Si ponés toda tu expectativa en eso y después no te va bien, no querés hacerlo más. Los gustos de la gente son ciclotímicos, va y viene todo, y en ese camino vamos descubriendo y viviendo, de eso se trata. Si vos estás buscando el hit para tratar de salvarte te volvés loco. Entonces seguís haciendo lo que te gusta, y creo que voy a seguir rockeando hasta que me muera. Para mí la guita es lo de menos, yo estoy por la institución, yo estoy por el rock, mi legado es ese, lo demás que me chupe un huevo, gano guita por otro lado y soy feliz, no me falta nada. Si yo tengo una cuestión en la que me siento institucionalmente identificado, de decir, ¿qué sos vos? Yo soy rockero, soy Rolo el rockero. Desde los ocho años, que vi mi primera banda de rock con un tipo rompiendo una guitarra y las chispas saltando por el aire y sintiendo la distorsion de esa Gibson Les Paul, me di cuenta que era lo que más me emocionaba y por lo visto no es un capricho de niño, me sigue emocionando igual. El rock es mi vida, es lo que me emociona, más que nada en el mundo. La música es la energía que me permite, a mis cuarenta y tantos años sentirme aún joven, como sigo sintiendo en mi corazón que la eterna juventud es el rock and roll y con eso voy llevándola.”

– Te vas mintiendo a vos mismo.
No sé. Hay gente que le va mejor económicamente pero no son tan felices como yo. Uno no se miente a uno mismo, ya me hice esa pregunta más de una vez, si uno es un delirante, un desequilibrado. Uno se ve distinto cuando sale a la calle y no es igual a otro o no le gusta la misma música que a la gente que te rodea. Yo te puedo decir, veinte años después, que estoy feliz por lo que hago, me encanta hacer música, tener una banda, subirme a un escenario, nada en el mundo me gusta más que eso. Te vas adaptando a los tiempos y tratás de ser lo más profesional posible y dejar tu legado artístico, puede ser bueno o malo, pero es uno dejando lo mejor de uno mismo. Nada es más emotivo que hacer música, es un gran refugio espiritual, porque me permite mantenerme inocente, crédulo, me gusta creer, más allá de que después acertás, te equivocás y vas creciendo en la vida. Es eso, errar o acertar, cuando errás tratás de achicar el margen para no equivocarte más, y los aciertos disfrútalos porque tampoco duran tanto. Uno va sobrellevando eso con mucha pasión, es lo que me sostiene. Todos los días de mi vida pienso en mi banda, en la música, disfruto muchísimo, es lo mejor para mantenerme sano. Fui promotor de boxeo, llegué a tener mucho poder, de una manera u otra mucha gente dependía de mí, viajé por el mundo acumulando experiencia, muy buenos hoteles, pero nunca, nunca, nunca, es igual que hacer música. Aun ganando mucha más guita que haciendo esto. Y un día mandé a la mierda todo, prefiero volver al llano, al mundo del arte, y disfrutar, que es el lugar del mundo donde me siento cómodo y contenido. Te juro que en los años que llevo muy pocas veces recuerdo haber ganado guita con la música, gané mucha más guita haciendo otras cosas, pero nada más lindo que eso.

Leé la entrevista completa en el número 20 de la revista Rock Salta, de junio de 2014.