Apoyándose en viejos clásicos y un sorpresivo set acústico, La Renga encendió las gargantas de cinco mil almas en el estadio Delmi. Fue la fecha más al norte de su gira por estadios cerrados.
Luego de la gigantesca convocatoria que tuvo la gira presentación de Algún Rayo (durante 2011 y parte del 2012), La Renga se embarcó hace unas semanas en la curiosa idea de volver a los estadios cerrados, una movida imprevista que hace pensar en que el grupo tenía ganas de recordar épocas de shows intimistas. En junio realizaron la mini gira “Sur al interior”, tocando en provincias de esa región; para proseguir con “Norte al interior”, que prometía fechas en Rosario, Salta, Córdoba y dos en Santa Fe. El recial en Salta planteaba la única fecha realmente en el Norte y una rápida vuelta al NOA, ya que en abril dieron un gran show en Tucumán.
La tarde del sábado 14 de julio era muy fría y contó con alguna llovizna, por eso muchos salteños se alegraron de que el show no sea en Gimnasia y Tiro como el 9 de julio de 2007, cuando el frio fue extremo e incluso nevó. Las motos, autos y colectivos, esos que llevan “a los mismos de siempre”, llegaron de distintos puntos del país y se instalaron por toda la zona del monumento 20 de Febrero y en las cercanías del Estadio Delmi, donde se realizó la famosa previa con asados, brindis y largas charlas. Ojo, no era ni la décima parte de lo que se pudo ver en los pasados shows del Indio en nuestra ciudad, pero si se modificó bastante el paisaje de la zona.
Con la baja de Lovorne, los Gauchos de Acero tuvieron la tarea de ir calentando al público que iba ingresando al estadio. Pasadas las 20, los hermanos Jorge, con Emilio (el guitarrista) recién llegado de España, subieron al escenario, se acomodaron delante de los monstruosos equipos de La Renga y aprovecharon al máximo la gran oportunidad. Fueron de menor a mayor interactuando mucho con el público e intercalando temas de sus dos discos, además de un popurrí de Pantera y una versión de “Sucio y desprolijo”. Seguramente los visitantes y algunos salteños desprevenidos se llevaron una grata sorpresa en los cincuenta minutos del set, porque hace rato que estos tres dejaron de ser esos niños que llamaron la atención del mundo vía You Tube.
El gran escenario que se montó ocupaba todo el lateral de la cancha de básquet y a lo ancho llegaba a sólo un par de metros del círculo central. Tenía dos pantallas amorfas a los costados, más un telón improvisado con unas sogas que iban de torre a torre y que más tarde jugaría una mala pasada. La espera se hizo larga, el campo se puso cada vez más abarrotado y la gente se iba impacientando. En esos momentos se vivió una estúpida disputa por la colocación de unas banderas en las gradas más altas.
A las 21.47 se largó un video introductorio sobre el telón y sobre las pantallas de los costados. Acto seguido Chizzo, Tete y Tanque golpearon a todos con “Canibalismo galáctico”, el mismo tema con el que están abriendo sus shows desde que salió el disco Algún Rayo (2010). El formato trío se mantuvo en los siguientes poderosos temas incluyendo varios del mencionado último disco. Justamente “Algún rayo” sonó pesadísima, incluso más que su versión en estudio (si es que eso es posible). Se sabe que en vivo La Renga se pone más dura con su baterista apelando al clásico doble pedal del metal pesado. El pogo al centro del escenario comenzó a levantar temperatura y miles de buzos o camperas pasaron a la cintura o la mano.
Al quinto tema, la banda se transformó en cuarteto: Manu (actual saxofonista) se unió para “El twist del pibe” y las gargantas de los presentes se encendieron totalmente. En sus eventuales palabras, ese clásico momento de presentar cada tema, Chizzo repitió lo dicho en la entrevista que brindo en la revista Rock Salta Nº9 refiriéndose a lo mucho que le gusta el Norte Argentino. Pero la cosa no quedó en palabras y “Lo frágil de la locura” nos contó una vez más esa vieja charla del porteño desbordado por los paisajes de nuestra tierra.
El Delmi alojaba entonces a cinco mil personas. A diferencia de otros shows importantes, la mayoría eran salteños, ya que se vendieron alrededor de 3500 entradas en nuestra ciudad. También había un buen número de seguidores rengos de Jujuy, Tucumán, Catamarca, Santiago y en muy poca cantidad los visitantes del centro del país, que se aventuraron a realizar la gira con la banda.
“Dioses de terciopelo” fue un gran acierto en la lista, ya que muestra la sensibilidad spinettiana alcanzada por el compositor en el último álbum: “Sólo el amor sostiene el deseo, desde el torbellino a tu corazón”. “En el baldío” nos hizo retroceder en el tiempo y recordar a ese gran disco que cerró la década de los noventa: La esquina del infinito (1999), el tema fue dedicado a Víctor Poleri, actor de los videos clips de la banda, recientemente fallecido.
Luego de un pequeño impasse, el grupo de Mataderos regaló un set acústico, el mismo que hicieron en todos los shows de las mini giras. Jorge “Tanque” Iglesias pasó de estar al palo con la doble pedalera, rodeado de bombos y platos, a estar adelante, al lado de Chizzo y Tete; sentado sobre una caja acústica. Los temas en este formato fueron “Llenado de llorar”, “La balada del Diablo y la Muerte”, esa canción que ningún renguero de alma pediría, pero que si la tocan, la canta a morir; y el viejo clásico “Voy a bailar a La Nave del Olvido”. Fue un momento muy emocionante y la gente cantó a pleno. Aunque el detalle triste fue el ver tantos celulares en el aire, cuando no hace mucho tiempo lo que se elevaban en estos temas eran encendedores.
“2+2=3” trajo un poco de blues a la noche salteña y abrió el baúl del recuerdo, ya que le seguirían “Bailando en una pata”, “Buseca y vino tinto”, “Psilocybe mexicana” y “Negra es mi alma, negro mi corazón”.
Pero el año es el 2012 y “La furia de la Bestia Rock” nos devolvió al presente demostrando que La Renga tal vez sea la única banda de la historia en ponerse más pesada con cada disco (incluso pensando en el plano internacional). Gustavo “Chizzo” Nápoli el último gran héroe de la guitarra despliega riffs duros y solos cercanos al hard rock y metal de los setenta. “Arte infernal” mostró su gran contraste, con su blanda letra: “Las cuestiones de los fracasos, siempre fueron así / no querés dormir en otros brazos si te dan a elegir” pero acompañada del poder de la batería y con la enorme distorsión de la viola.
Aparte de las remeras de la banda, no era sorpresa ver remeras de Almafuerte y V8. Luego del descanso que duró aproximadamente diez minutos, durante los cuales la gente alentó a la banda con los clásicos cantitos rengos; el regreso fue con la sorpresiva “Blues de Bolivia” que no figuraba en la lista de temas y el pogo se sintió en cada rincón del campo.
“A la carga mi rocanrol”, “Panic Show”, “El final es en donde partí” y la inamovible “Hablando de la libertad”, fueron los últimos temas de este banquete de recuerdos, que trajo a La Renga de nuevo al Delmi luego de ocho años.
En todo ese tiempo transcurrido, el rock argentino fue dejándonos huérfanos de grandes bandas, la futbolización tuvo desastrosas consecuencias, el precio de la entrada aumentó diez veces en 2004 se pagó $15; pero a pesar de todas esas pálidas Chizzo, Tete y Tanque siguen siendo los grandes exponentes y pilares del rock vernáculo.
Mirá el video de «Poder», uno de los mejores temas de la noche:
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