Coberturas

Cultura encerrada entre muros

LaForma se presentó por segunda vez en el Penal de Villa Las Rosas. Rock Salta, nuevamente, los acompañó.

“El Segundo Encuentro Nacional de Cultura en Contextos de Encierro, tiene como objetivo primordial avanzar en la profundización del enfoque cultural como eje transversal en las prácticas penitenciarias”, dice el propósito conceptual del informe de la actividad. Esto es, en otras palabras, seguir difundiendo y alentando actividades culturales dentro de las cárceles. Y es “seguir” porque es una actividad que se viene llevando adelante desde hace un par de años atrás, no es algo inédito. En este caso lo novedoso sería la incorporación de un recital de rock a cargo de una banda salteña dentro del Penal de Villa Las Rosas.

Ya en el Primer Encuentro del año pasado se desarrolló con éxito algo similar: un mini festival con artistas folklóricos y un poco de rock de la mano del grupo LaForma. Esta semana se estuvo desarrollando el Segundo Encuentro Nacional que prometió desde un principio repetir la experiencia vivida el año pasado y por eso convocó nuevamente al cuarteto salteño integrado por Horacio Ligoule (voz y guitarra), Gonzalo Delgado (bajo y coros), Rodrigo Troyano (batería y cajón peruano) y Cristian Gana (guitarra y coros. Fue la segunda vez de LaForma brindando un recital en el penal salteño.

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La idea del ciclo, desarrollado los días 10 y 11 de diciembre del corriente año en los servicios penales de Salta y Jujuy, fue fortalecer el centro cultural creado y puesto en marcha dentro de la cárcel. Desde ahí se generan nuevos espacios culturales entre los presos, garantizándoles el goce pleno de los derechos culturales.

El cierre de las dos jornadas tuvo lugar durante la noche del martes 11 en el Complejo Deportivo División de Bienestar de Internos, ubicado en uno de los patios internos del penal. La diferencia con la experiencia del año pasado fue que esta vez solamente tocó LaForma, no hubo otros grupos, por lo que la tarde/noche pasó más rápida que la última vez.

A las 18 horas nos encontrábamos transitando por la puerta del acceso principal, luego de un minucioso chequeo a toda la banda y los acompañantes. Por razones obvias, no se puede ingresar dinero ni ningún objeto de metal, encendedores o elementos similares: llaveros, billeteras y colgantes quedaron retenidos en el acceso. Ahí es dónde más tensión se siente porque es la zona por donde se entra y sale al resto de los pabellones, por lo tanto la vigilancia es muy cuidadosa y cada puerta se encuentra bajo grandes candados y monitoreada por cámaras de seguridad.

Para facilitar el transporte de los instrumentos y amplificadores nos facilitaron unas carretillas que normalmente hacen de transporte de los productos de la panadería interna (sacos de harina, panes, bandejas, etc.). El camino hacia el patio donde está ubicado el escenario se hizo lento, moviendo la carretilla por los pasillos internos iluminados por una triste luz. Atravesamos el gimnasio, después pasamos por la puerta custodiada de un pabellón, más allá hay una pequeña iglesia y, ya más cerca del escenario, están ubicadas las aulas donde se dictan clases de diversos cursos. “Escuela de Boxeo Carlos Monzón” se puede leer en la gran habitación de entrenamiento para los practicantes de boxeo; es la sala que brinda acceso al patio donde a principios de año se construyó un piso que hace de cancha para jugar partidos de básquet y fútbol. Ahí se armó el pequeño escenario con una enorme bandera de la Provincia de Salta como telón de fondo.

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Mientras la banda acomodaba sobre el escenario instrumentos y amplificadores, empezaron a ingresar al patio los internos que se ganaron el derecho de disfrutar del show: sólo un grupo de unos 40 presos de buena conducta podían salir de sus celdas para sentarse en el patio al aire libre y disfrutar del recital. Ellos fueron avisados con anterioridad del evento y tuvieron que mantener sus logros semanales para poder estar presente en el evento. Igualmente, la seguridad estuvo presente durante todo el show para evitar problemas.

Presenciar el show de una banda de rock como LaForma en ese contexto es algo interesante de vivir; así podemos hablar de un público verdaderamente cautivado, por ejemplo.
“Con la División de Bienestar buscamos, como lo indica el nombre, el bienestar de la población penal en cinco aspectos: la parte deportiva, social/administrativa, religiosa, educativa y cultural. Dentro del plano cultural nosotros tenemos como plan realizar festivales musicales. Durante todo el 2012 realizamos festivales de folklore, de cumbia y ahora cerramos el año con el rock, este último como parte de este encuentro nacional. También tenemos un taller de música y canto donde particularmente se ve el folklore, de ahí se han formado algunos grupos de acá. Pero igual, sea de rock, cumbia o lo que sea el internado penal valora que los grupos den parte de sus tiempos para tocar ante ellos”, dice Daniel Figueroa, Sargento de la División Militar Interna y parte responsable de Bienestar.
Daniel también es comunicador social y le entusiasma ver cómo una banda con mayor distorsión y volumen que el folklore está tocando, por segunda vez, en el Penal. Está a cargo de la radio interna y organización de eventos similares. La idea de progresar no le asusta, quiere seguir apoyando eventos como estos.

“Privados de libertad, pero no de voz” es la frase de cabecera de Radio Libre, la FM de la cárcel que se transmitía por la señal 107.9 Mhz. Hace dos años que la falta de nuevos equipos de transmisión generó el cese de transmisión. Encima, el dial actualmente pertenece a FM La Estación, pero eso no les preocupa demasiado porque “la AFSCA nos cedió ese dial mucho antes que a la emisora que actualmente está al aire”, dice Daniel.

Fabián Salazar es un interno que encontró en la radio su espacio de creatividad: junto a dos compañeros hacen un programa. A pesar que la radio no está al aire ellos van al estudio igual. “La idea es no perder la esencia de hacer un programa de radio; practicar el habla y todo eso. Tenemos unos 10 programas actualmente, después hay algunos que están presentando proyectos para hacer más programas”, dice Fabián, sentado en un extremo del pequeño estudio equipado con tres micrófonos. “Cuando transmitíamos lo hacíamos en baja potencia debido a que está la otra emisora sobre nosotros, por eso es que nuestros únicos receptores eran las Unidades de varones y la de mujeres y por ahí algún vecino de Villa Las Rosas”.

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El show arrancó con una seguidilla de potentes versiones de “Yosotros Rock” y “A Costa Del Rock”, para luego bajar la velocidad con dos canciones de las viejas épocas: “5:45 Blues” y “Whisky con Hielo”.

Micrófono en mano, Horacio Ligoule se dirigió al público: “Sé que a la mayoría de ustedes no les gusta el rock, pero nosotros estamos acá para hacerles escuchar algo de lo que se trata y también para hacerles saber que todos ustedes por más que estén encerrados acá también tienen derecho a la cultura, porque los derechos no se los niega a ningún ser humano”. El público, sentados en las sillas y bancos disponibles, miraba tímidamente (pocos se animaron a arengar, por ejemplo) y aplaudían con el fin de un tema.

Durante el resto de la noche siguieron sonando canciones con fuertes mensajes como “Pa’l César”, “El Inmoral” y “El Despojao”, para después hacer un pausa y dar lugar a parte de los organizadores del ciclo que dejeron algunas palabras. El final llegaba con el roncanrolazo de “Ácido fórmico” y un tema nuevo a pedido del público.

“Gracias por venir y por el recital. Me alegraron el día”, le dijo un interno al cantante cuando se bajó del escenario, ya con la luz de la luna iluminando los pasillos del Penal.

Al terminar el show, todos los internos se dirigieron a sus celdas, guiados por gente de la seguridad carcelaria. Algunos trataban de quedarse un rato más a saludar y felicitar a los músicos. Parecía que, de verdad, les hacía falta escuchar música en vivo. Quizás la recompensa del día fue eso.

Objetivo cumplido.

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