Las Pelotas vuelven al NOA y repasamos la entrevista a German Daffunchio en nuestra revista, donde nos habla sobre el contenido de sus canciones, recuerda la mala experiencia en el Rock del Valle y marca la diferencia entre pesimismo y realidad.
Germán Daffunchio está en la habitación de un hotel de Resistencia, Chaco. Llegó la noche anterior y, por el mal clima dominante, todavía no sabe si podrá tocar. La vorágine interminable de shows que Las Pelotas viene dando provoca que el músico, diga que sí, que tiene su residencia en Córdoba, pero que su hogar es un auto o un colectivo. Días atrás estaba muy lejos de allí. El grupo recorrió diferentes puntos de España para volver con una sensación de satisfacción, de haber abierto nuevos caminos para el grupo y con las inevitables comparaciones entre un país y otro. A pesar de la cargadísima agenda que este año ya los trajo dos veces al NOA, desde 2004 que no aparecen en nuestra ciudad. “Hoy me levanté pensando hace cuánto que no tocábamos en Salta –cuenta-. Siete años es un montón. Hay muchas cosas de ese viaje que son inolvidables. Mi sueño en este momento es volver a comer empanadas (risas). Es asombroso que cuando estás en Jujuy o en otras provincias te dicen ‘estuviste en el norte’. Sí, el norte es una zona geográfica pero las provincias son como países. Es muy excitante volver después de siete años”.
La última vez que Las Pelotas tocó en Salta fue durante el Quilmes Rock 2004, en la segunda fecha de tres. Esa noche, ante un llenísimo (como pocas veces) Estadio Delmi, la banda presentó las canciones de Esperando el milagro, su disco más exitoso, el que los puso a rotar ininterrumpidamente en las radio fórmulas, en el auto de los caretas y en la esquina de los pibes. Sin embargo, el gen pelotero todavía no se había acostumbrado al mega hit. Como Nirvana en los noventa, Las Pelotas debió luchar contra un éxito que los llevó a estar frente a audiencias que no se correspondían con lo que cantaban en sus canciones. La prueba fue que el público de ese día no sabía demasiadas letras. “Vamos a tocar la que vinieron a escuchar”, anunció Daffunchio antes de interpretar “Será” y provocar, ahí sí, la locura en las muchachitas que ese mismo día cantaron “Putita”, de Babasonicos hasta que la garganta dijo basta. “Fue como el principio, Esperando… fue el disco que nos hizo más conocidos y era la primera vez que salíamos a lo que se llama ‘el interior’ a tocar en festivales. Era toda una experiencia nueva. Igualmente pasaron muchos años, pasaron muchas cosas y ya estamos más templados. Uno espera el momento de llegar a tocar para disfrutarlo y pasarlo bien con la gente”, recuerda hoy el cantante.
En esa época, los recitales eran menos condescendientes, eran más de trinchera, y se escuchaban canciones como “La mirada del amo”, que provocaban que miles de personas se quedaran quietas mientras saltaban los fieles de antaño. Ahora, la relación con el público circunstancial mejoró. En julio, durante la última edición de La Salamanca Rock, el festival que se realiza en Santiago del Estero; la banda brindó un excelente show ATP sin perder una gota de su crudeza inicial y característica.
“Es difícil. Imaginate que en esa época, cuando vinimos, nadie conocía nada de Las Pelotas. Nosotros somos un grupo, vos lo llamás “de trinchera”, puede ser que la figura sea ésa, pero en realidad creo que nuestra característica es decir las cosas que sentimos y las cosas que pensamos sin un carácter político. Más que nada es nuestra forma de ser. También nos dimos cuenta de que la realidad es distinta, dependiendo de la provincia. En La Salamanca era salir y tocar para la gente que estaba, no había que amargarles la noche (risas). Entonces tratamos de bajar un poco el pie del acelerador, porque para nosotros la música siempre es un canal de sentimiento, de decir las cosas que uno piensa, de descarga de la vida y a veces nos cuesta mantener la boca callada”.
Además del show santiagueño, Las Pelotas visitó el NOA en este 2011 para tocar en Tucumán, durante el Rock del Valle realizado en febrero. Al grupo le tocó cerrar la primera jornada, pero por las demoras producidas por la pésima organización, se toparon con el límite horario de las cuatro de la mañana que rige en la provincia vecina. El resultado: les cortaron el sonido mientras interpretaban “Sin hilo”, uno de los clásicos del grupo. “De muchas de las respuestas que se pueden dar, un ejemplo máximo es la clase política. Es difícil decir la verdad, decir las cosas que se sienten. Tucumán es una provincia muy difícil. Cada provincia vive realidades un poco distintas y parecidas a la vez: de dónde venimos, nuestra historia pasada y lo que fue la represión, la falta de libertad. Digamos que por un lado estamos acostumbrados a tener que enfrentarnos a lo que se llamaría ‘la mediocridad’, a gente mediocre, a situaciones sociales mediocres. ‘Mediocre’ es una palabra suave, porque son varias palabras las que definirían lo que uno siente. En España tocamos en un festival en Getafe, el más grande que hay allá. Hubo ochenta mil personas, ochenta mil personas, loco. Es una cosa de una dimensión… y lo más asombroso y lo que te da bronca y mucha tristeza es por qué mierda nosotros no podemos vivir estas cosas en nuestro país. Esa sensación hermosa de sentir tus derechos, que se te respeta como ser humano. Si hay una constante en las llamadas provincias del norte es (mirándolo como un pseudo sociólogo amateur) que hay mucho miedo. Es muy raro porque las leyes en su mayoría son para amansar a las masas, pero no para impartir justicia. Los organismos del Estado se dedican mantener calmas a las masas pero no a ser justas. Y es lo más triste que tiene el país”.
La referencia a las injusticias del país gracias a sus mandatarios es una constante del grupo, especialmente de Daffunchio, un tipo que se mostró siempre como un escéptico a cualquier esperanza que se pueda hacer realidad. “Nosotros siempre cantamos las cosas desde el lado humano, de la sensación nuestra. No me gusta mezclar la política porque es un campo que no tiene que ver con la música. La política es la política. Con la música uno puede decir las cosas que siente, las vivencias, la decepción cuando te das cuenta de la mentira. También es una oportunidad muy grande para decirle a la gente ‘loco, nos están rompiendo el culo’. Está bueno no sentirse cómplice y con la música canalizarlo. Cualquier pensamiento en este país que sea para cambiar cosas va a encontrar enemigos que te digan ‘no, lo que pasa es que vos sos un careta, vos sos un pelotudo’. Siempre va a haber lugar para eso. Vuelvo a hablar de Europa, porque la sensación de cuando volvés es ‘¿Por qué mierda no podemos vivir bien en este país?’. Es un país tan grande, tan enorme, tan rico. Pero bueno, ahí volvemos a las cosas de Esperando el milagro. Nos podemos remontar a esas épocas”.
Unos años antes, en 1999, la banda editó Todo por un polvo. Eran épocas de una tibia esperanza después de diez años de un menemismo que aún hoy se siente y se percibe en las consecuencias. Eran épocas de Fernando De la Rúa, el presidente que durante unos breves instantes fue el destinatario de los vientos de cambio que derivaron en un denso olor a mierda. El primer corte del disco fue “Solito vas”, un mensaje muy claro cantado a dos voces entre Daffunchio y Alejandro Sokol. “Qué caras más sonrientes hay en el cartel, ríen de todas las cosas que nos van a hacer”, era una de las frases más contundentes de la canción que hoy, a doce años de su edición, continúa sonando vigente. “A ese tema lo hicimos en la época en que había ganado De la Rúa y nos tiraron tanta mala onda –recuerda Daffunchio-. Hasta los mismos medios, las radios, nos decían ‘eh, loco, ustedes son unos amargos, ¿por qué no tienen un poco de optimismo?’. Y no, boludo, la verdad que lo que uno siente es lo que uno siente. El falso optimismo no sirve para tres pinchas. Sólo para pasar los días y hacerse el boludo. Pero creo que es más trágico todavía, porque a través de las caras sonrientes en el cartel y todo eso, hay un detalle que para mí es nefasto y que es la política manejada por publicistas. El tipo que te vende jabón en polvo, toallitas femeninas o un auto te vende políticos. Y son tipos que cuando los ves en vivo no son tan inteligentes, no son tan simpáticos, no son tan buenos y no son tan lindos. Hace un rato estaba mirando la tele y veía actuar a los políticos. Uno cuando está en el medio del espectáculo sabe, se da cuenta cuando alguien está fingiendo. Y te juro que es muy triste. Hay un concepto en nuestro país que dice que todo el que piensa distinto en este país es un anti algo. En otras épocas era ser un comunista o un zurdo, algo absurdo. Estamos hablando de nuestra tierra y de nuestra gente”.
Probablemente hoy también muchos vean en la postura de Daffunchio una actitud negativa y que tira para atrás. Especialmente en estos años de “primavera militante”, donde todos tienen algo para decir al respecto. Desde la vedette de turno hasta el músico más comprometido. La vida 678 cala hondo en todos los sectores. “Todo eso es chamuyo –opina Germán-. Yo no creo en nada de todo eso. Creo que en este país lo que más se ve es Tinelli. Y si Tinelli no es un responsable de la historia argentina en los últimos quince o veinte años, la gente no sabe de historia. Hay cosas que son nefastas, hay una cosa que es el manejo de las masas, el poder que tienen los medios para desviar la información y desviar la atención de las cosas importantes. Es tan grande lo que nos pasa como país que la mayor atención la tienen cosas que son para escaparse, para boludear, para enroscarse en pelotudeces que no tienen absolutamente para nada que ver.
Porque que me digan que es importante la vida de no sé qué bailarín de mierda y que ocupe tu vida y digas ‘uy, qué importante lo que le pasó a Juan Sorongo’. Es un mal general, una realidad que no tiene nada que ver con el pesimismo. El pesimismo es una cosa y ser realista es otra. El no comerse el chorizo es otra cosa, el no querer ser cómplice es otra cosa”.
Quizás, lo realmente importante resida en lo que Luca Prodan llamaba “las cosas afectivas”. El amor entre las personas, las relaciones con la familia y los amigos. “Indudablemente que los afectos verdaderos y los buenos sentimientos son las cosas que sostienen –afirma Daffunchio-. Nos hacen creer que lo importante de la vida es la posición, el llegar más alto en el gallinero que el otro y en realidad se nos va la vida en un montón de pelotudeces que no son importantes. Lo más importante, para mí, es ser una buena persona; es sentirse uno mismo tranquilo con su conciencia, en paz”.
Con todo, entre show y show, la banda trabaja en lo que será el sucesor de Despierta, el disco de 2009. “Puedo contar que hay cosas hechas muy hermosas, que estamos muy entusiasmados. También puedo decirte que estamos tan apretados de tiempo que nos cuesta cumplir con los plazos porque no paramos de girar y eso complica un poco la parte operativa de la composición y la preproducción del material. Hay mucho trabajo por hacer. Podría ser como un político y contar cosas hermosas y mentir en todo lo que te digo. El disco de Las Pelotas va a ser hermoso pero nos falta mucho todavía. Es muy loco porque hay momentos en que tenés que organizarte por años; qué vas a hacer este año y qué vas a hacer el próximo. Tenemos una idea de producción pero estamos trabajando todos para que fluya y salga. Lo que más nos cuesta es encontrar el tiempo”.
¿Y qué pasa con las canciones viejas? En una carrera de veinte años pueden existir cambios, uno puede modificar su manera de pensar, de ver el mundo y notar que lo que cantaba en aquellos momentos iniciales ya no lo representa. No es el caso de Daffunchio, quien se siente bien con cada uno de los versos que escribió para la banda. “Me siento orgulloso de todo lo que hemos hecho a lo largo de nuestra vida, con los aciertos y los errores. Quizás me puedo reír de cierto grado de inocencia por falta de experiencia, a través de los años uno va aprendiendo cada vez más. Estoy recontra orgulloso de lo que hemos sido, de lo que hacemos y lo que haremos. Pero no somos profetas, no somos semidioses. Cada uno se lleva de la vida las cosas que vive y lo consecuente que fue. Creo que estas cosas son las que te traen paz en las noches. No sé qué buen recuerdo puede tener un garca, quizás no tiene y no le importa nada, por ahí dice ‘qué bueno el día que lo colgué de las pelotas al pelotudo ése’”.
Desde que Alejandro Sokol abandonó el grupo, en abril de 2008, Daffunchio debió hacerse cargo de todas las voces. “En los últimos tiempos, cuando Alejandro dejó de cantar con nosotros, el 99 por ciento de los temas que yo cantaba eran los que él no hacía. Desde el segundo disco en adelante, los temas están repartidos mitad y mitad con él; lo que pasa es que en el primer momento Alejandro era el que estaba al frente y fue un rol que tuve que tomar para el que yo nunca estuve. Siempre me gustó tener tipos como Alejandro o Luca al lado. Pero la vida te va llevando adonde ella quiere, un poco, y hay cosas que uno no puede manejar. Todo es difícil, pero todo depende del respeto”, cuenta Germán, quien asegura que de las canciones que interpretaba Alejandro sólo hace “las que creo que no falto el respeto. Si siento que no puedo hacerlas medianamente bien, que no llego, no las hago. Por respeto a la memoria de mi amigo. Pero todo es una presión. Nuestra profesión es una presión. Se ven muchas cosas. De todos modos, lo que creo es que lo importante es que seas consecuente con las cosas que sentís y tratar de respetar al resto del mundo”. Al mismo tiempo, siente que Sokol, fallecido en enero de 2009, “estaría orgulloso de lo que estamos haciendo y del esfuerzo que le ponemos a todo lo que hacemos. Es increíble cantar temas que sigan siendo actuales. Que lo que escribiste siga siendo actual. La sensación maravillosa es que Las Pelotas es una gran familia y hay mucha gente que está en el cielo y mucha gente que está en la tierra pero seguimos todos estando unidos”.
Mientras continúa con la gira interminable del grupo, Daffunchio cree que en el rock argentino “hay 400 grupos que no dicen nada, que se quieren hacer los resistentes y en realidad están tocando con el vicepresidente”. “Pero nosotros no nos guiamos por esas cosas –explica-, nos guiamos por lo que creemos y lo que queremos hacer”.
El 15 de octubre, entonces, después de siete años; los salteños vamos a poder cruzarnos de nuevo con esa coherencia.
* Entrevista publicada en la Revista Rock Salta N°6 (octubre de 2011)
* Fotos por Gaston Iñiguez, show de Las Pelotas en el festival Lo mejor del Rock en Salta (octubre de 2011)