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Lo nuevo de Rolo

RS accedió en exclusiva a lo nuevo de la excelente banda tucumana. Desmenuzamos un álbum que puede dar que hablar más allá del NOA y ya se perfila como lo mejor del año en la región. 

En proceso de maduración cannábica

El nuevo disco de Rolo y los Fuckin Adictos será un disco de colección. Al menos, cumple con varios requisitos que así lo indican.

Pasaron cuatro años de la salida de su primer disco homónimo, y el tiempo es un factor tan presente en las canciones que la demora sólo puede ser tomada como algo fructífero. El álbum parece ser una deuda pendiente entre el músico y sus baluartes. Reivindica el sonido old school y a todos aquellos que de alguna manera lo influyeron. Pero ni siquiera se podría decir que se trata de algo planeado: que Rolo Marín tiene idealizada una época pasada no representa ninguna novedad para quienes lo conocen. Hasta en la Siambretta que se toma el tiempo de restaurar en sus ratos libres se nota su amor por The Clash, The Specials y la cultura inglesa de aquellos años. “Uno es lo que escucha”, se dice siempre, y es así, lo que consumió, resguardó y defiende diariamente aparece en algún bar nocturno, mientras como un pendenciero deja su punto de vista; o cuando entra a un estudio de grabación que le exprimió lo que podría haber sido un autito nuevo.

Los temas aún no tienen nombre definitivo, sólo palabras (en su mayoría una) que remiten a los tópicos de cada uno, pero esto no deja de ser parte de un juego interno de la banda. Fue grabado en Del Cielito, El Santito, y mezclado en estudio El Attic (ex Del Abasto). Al igual que el disco anterior, el crossover está a flor de piel.

La idea de activar como MC durante algunos minutos y llevarte a pasear por diversos estados anímicos se refleja en lo variado de las entregas: hay buenos reggaes, un poco de ska y claramente explosiones punks, cada una de las piezas con todos los recursos aprendidos, como para no fallarle al género.

Para este año, entran en una nueva etapa, donde se conocerán como RFA (aunque el nombre es el mismo, apuntan a una movida más “entradora”). Y no es sólo casualidad ni movida marketinera el cambio. Al escuchar las canciones lo primero que se saborea es la gran apertura musical que tendrá este disco por sobre el anterior, hay una “generosidad musical” que se hace tangible en los solos y bases colgadas que dan forma a temas más largos y donde ya no podemos hablar de Rolo y su banda, para nada. Son una banda hecha y derecha. Están en un proceso de maduración cannabica y pasión por los detalles.

Incorporaron un saxo que viene del jazz, teclas y un francés que hace coros o rapea con un tono bastante más grave, un contraste que da profundidad y un toque más exportable a los temas, si de fonética hablamos. No hay huecos en ningún momento, todo es armonioso y cierra.

Más puntos en común con su anterior entrega: vuelven a dejar un himno, pero esta vez para el fútbol, con todo el fundamentalismo y la pasión, el primer programa deportivo que lo use de cortina va a causar estragos. El canto revolucionario sigue presente, incluso en los reggaes que no se detienen en lo superfluo de cantarle a ningún profeta ni tierra anhelada. Otra vez reversionan un tema de la 448 (la banda que en la década del 90 dio a conocer a Rolo por la escena porteña) “Che chiquita”, y se dieron el gusto de regrabar “Rakataka fu”, una canción de su anterior entrega.

Esto es lo que hay hasta aquí, la fecha de salida aún no está anunciada. El sonido del disco es realmente impresionante, y al tratarse de la obra maestra que siempre quisieron sacar vino aparejado el cagazo de tomar las decisiones correctas para que se distribuya y llegue a tantas manos como sea posible. Es la realidad del under, el trabajo no termina jamás teniendo un puñado de buenas canciones bien grabadas. Los melómanos seguro saldrán al cruce, pero es obvio que el “yo cuelgo mi disco ahí y que lo escuche quien quiera” no siempre alcanza.

Mientras esperás la salida del disco, descargá gratis (y legalmente) el primer material de la banda.