Hablamos con Roberto Musso, cantante de la banda uruguaya que este fin de semana se presentará en Córdoba, Tucumán y Salta.
Este fin de semana, el Cuarteto de Nos volverá a nuestra región. Esta noche se presentará en Córdoba y mañana y el domingo pisará el suelo del NOA para ofrecer shows en Salta y Tucumán.
Los uruguayos actuarán este sábado en el Club Floresta (Colon 471) de Tucumán, a partir de las 21. Las entradas se consiguen en Passline. El domingo, desde las 20, será el turno del Teatro Provincial de Salta, con entradas agotadas.
El éxito del Cuarteto en nuestra ciudad no es casualidad ni una extrañeza. La banda llega después de una gira por el verano europeo y tiene un 2023 intenso, con shows masivos, como los recientes en el Movistar Arena de Buenos Aires.
Ese éxito se puede percibir en la siguiente entrevista que Roberto Musso tuvo con Rock Salta, realizada a mediados de mayo, cuando el show salteño estaba a punto de agotarse y todavía faltaban tres meses para el concierto.
No recuerdo haber hecho una nota con tres meses de anticipación para un show. Eso me da la pauta de que están a full.
(Se ríe) Total. Sacamos a la venta las entradas un par de meses antes, por ahí. Pero ha sido tanto la vorágine… Si entrás a la página de Instagram ves lo que fue la gira de este semestre. Es increíble la cantidad de shows que hay. Entonces, claro, tenemos que hacerlo con anticipación porque, además de todo, está pasando que es la época que estamos vendiendo más tickets de toda la historia del Cuarteto. Entonces también viene por ese lado: haber cambiado el paradigma en cuanto a que vos ahora publicitás un show en Instagram y a las 48 horas ya tenés la mitad del aforo vendido. Es increíble cómo podés programar los shows con anticipación. Así que bueno, acá estamos. Igual te digo que agosto se viene rapidísimo. Cuando uno quiere esperar, ya está ahí.
Pestañeamos y ya terminó el año.
Total. Sí, nosotros ahora llegamos de Colombia, Venezuela y Centroamérica hace diez días, y nos vamos dentro de diez días para Europa. Para España y otros lugares de allá. Así que ya a la vuelta de todo eso ya estamos yendo para allá para Argentina.
¿Y estas entrevistas que estás dando ahora son las que más largo alcance tienen, o tenés algunas programadas para shows de noviembre, diciembre?
Tengo contigo estas notas y la gira por Mendoza y Córdoba, pero la semana que viene tengo ya con España. Ahí sí es un poquito más cerca. Sobre la fecha se siguen haciendo algunas notas, también. Pero más adelante no, no, dejame tranquilo (risas). Dejame que vengan un poco más adelante.
Volviendo a lo que decías recién de los tickets que se venden, es algo que le está pasando al Cuarteto y también es algo que está pasando mucho en general. Al menos acá en Argentina, no sé si en Uruguay también. Vuelan las entradas inmediatamente. ¿A qué lo atribuís?
Bueno, en el teatro de Salta está casi todo vendido, ya (Nota: ya se agotaron). Falta la parte de arriba de todo, que la habilitaron después. Era algo inusual que se vendieran tan rápido las entradas. Así que fijate vos lo que es la anticipación. Yo me imagino que hay un montón de factores. A veces hablamos con los productores de los lugares y nos dicen que no es para todos los artistas igual, viste. Como que fue también para artistas determinados, independientemente de los géneros, pero que no fue parejo para todos este crecimiento de venta de tickets. Si bien hubo, obviamente, después de la pandemia, una necesidad de la gente de consumir cultura, shows y todo. En el caso particular del Cuarteto, que siempre hemos estado en ascenso en los últimos años en toda Latinoamérica, nunca vivimos un crecimiento tan rápido como esta vuelta. Nosotros pasamos de hacer un Luna Park a hacer casi dos Movistar Arena seguidos, que son casi quince mil personas cada uno, agotados un mes y medio antes. Y lo vemos como que fue paralelo también en toda Latinoamérica. Cuando volvimos a Perú, después de la pandemia, ya era el doble de gente que la vez anterior. Cuando volvimos a Ecuador, lo mismo. Cuando volvimos a México, a Chile. Fue algo que podés atribuir a la cuestión general. Yo creo que también tuvo mucho que ver la conexión que tuvo el último disco, o los últimos dos discos, con la gente joven. Porque también hubo un crecimiento enorme de mucho adolescente, mucho veinteañero en los shows nuestros, que era bastante común pero no tanto como ahora.
Una de las particularidades de la banda es el estilo de letras que tiene, que un poco se asemeja al uso de la palabra, tan pronunciado, que hay en la música urbana en la actualidad. ¿Puede haber una conexión ahí para los más jóvenes?
Yo creo que puede haber, sí. Puede haber tanto a nivel del manejo del lenguaje, de la palabra, pero creo que también mucha gente joven ha encontrado en el Cuarteto un lugar medio de contención y de resguardo de un montón de cuestiones que se sienten muy identificados pero nadie se las canta. Capaz que en el relato o en el discurso del mainstream no hay tanto esas cuestiones de personajes tan raros, rebuscados, con temas psicológicos, con temas de salud mental, con asuntos filosóficos de la vida que por más que estén envueltos en un arreglo de canción de rock alternativo, pop rock, y con elementos prestados de otros géneros, en el fondo se identifican mucho con realidades personales. Nosotros vemos en los shows esa catarsis psicológica colectiva que hay, porque se cantan todas las canciones de principio a fin. Letras que, como bien decías vos, no son nada fáciles de memorizar. Se las saben mejor que yo, a esta altura. Me parece que hay una conexión por ese lado, también. De sentirse identificado con un montón de temas que no encuentran quizás en otra propuesta musical de hoy en día.
¿A vos te parece que esa falta de propuesta musical de hoy en día también falta en las bandas de los chicos más jóvenes? ¿Escuchás lo que se canta en esas nuevas generaciones?
Hay un abanico interesante de propuestas, porque no todas son canciones para pasar el rato o efímeras. Creo que hay bandas y artistas jóvenes que le ponen un pienso terrible a las letras. Me parece que el tema este del Cuarteto, de ser… (piensa) Personajes más raros, viste, más border y más outsiders, todo eso no es lo común. Sobre todo en los shows tienen mucha más repercusión las canciones que se van de lo común. Yo estoy viendo ahora lo que pasa con la canción de la computadora, «Contrapunto para humano y computadora», que es algo medio inclasificable dentro de lo que es un género musical, porque es más una cuestión de obra artística que otra cosa musical. La hicimos por ejemplo en el Quilmes Rock, en el medio de un festival rockero, que también había artistas urbanos, y la gente flasheó con eso. Fueron cinco minutos de un tipo solo (yo) con una pantalla, peleándome con ella. ¡Y fue antes del ChatGPT! (Risas) Pero me da la impresión que buscando ese costado diferente, la gente se ha identificado mucho con la propuesta.
Es decir que una propuesta original y trabajada con su propia personalidad todavía tiene espacio en la música popular del continente. Porque muchas veces el sonido y los productores generan que muchos intenten hacer lo mismo y todo termina sonando igual, todo parecido. Y acá llegan con algo «raro», por citarlos a ustedes mismos, que se destaca.
Pero fijate eso de lo auténtico, que la pauta clarísima fue el día que estábamos en el Movistar Arena. Propuestas auténticas: estábamos Divididos a pocas cuadras, en Vélez, repleto, y nosotros también, sold out, el mismo día, a la misma hora. Repletos de gente los dos. Con lo cual quiere decir que hay una avidez de la gente de estar viviendo esos shows que se van un poco por un carril distinto a lo que se está escuchando ahora.
¿Y vos qué estás escuchando ahora?
En realidad hay momentos en que siempre vuelvo a los clásicos. Cada tanto. Los clásicos míos y del Cuarteto cuando éramos jóvenes. Si me decís ahora, recientemente estuve reescuchando el Grafitti de Led Zeppelin y otros discos más: Led Zeppelin II, por ejemplo. Estuve revisitando el Álbum Blanco de Los Beatles, que no lo escuchaba hace un montón de tiempo y que siempre le descubrís cuestiones nuevas. Todo eso combinado con mi hija de doce años, que escucha mucho pop coreano, K-pop, entonces (se ríe) se hace una mezcla generacional interesantísima. Pero soy de escuchar salpicado. Capaz que estoy haciendo una canción y digo «ah, tal arreglo, cómo era aquella canción que bailaba cuando tenía 17 años». Y la volvés a escuchar con cabeza de grande y decís «claro, con razón me atraía tanto en aquel momento».
O cosas que no te gustaban y ahora te parecen impresionantes.
O cosas que no me gustaban porque estaban de moda. «A todo el mundo le gusta, entonces a mí no me gusta». Para llevar la contra. Pero después, con el correr de los años, te das cuenta «ah, con razón le gustaba a tanta gente» (risas).
Me pasó hace poco, viendo el documental de los Bee Gees. Me pareció alucinante. Y de adolescente, con prejuicio, no lo escuchaba.
Nosotros le hicimos muchos años bullying, mucho bullying, a Alvin, el batero, porque los otros Cuarteto siempre éramos fanáticos de Los Beatles y los Bee Gees nos parecían horribles comparativamente. Y él era Bee Gees total. Entonces siempre fue bullyneado por ese lado (risas). Hasta que con el correr del tiempo fuimos cruzando y él entendió que Los Beatles no eran tan malos y nosotros que los Bee Gees tampoco estaban tan mal del todo.
¿Cómo reaccionás a tus propias canciones de hace muchos años?
Siempre bien. Sobre todo las que son de hace mucho tiempo atrás, canciones de los 90, por ejemplo. Te soy sincero, soy de escuchar muy, muy poco. Los discos recientes, igual. Salvo cuando voy a alguna entrevista o la escucho en la radio, pero no soy de escuchar. Cuando estamos grabando son tantas las escuchas, tantas las veces que escuchás la mezcla que después no querés escucharlo por mucho tiempo. Pero a las canciones viejas las veo que están muy bien, deslindadas del tiempo y el momento y el lugar en que fueron compuestas. Y de la edad que teníamos. A veces decimos «pa, qué bueno que está esto y qué bien que están ahí». No las haría de vuelta, porque la verdad que me están movilizando otras cuestiones para componer, pero digo qué bien que las compuse en aquel momento, qué bien que las tocamos en aquel momento y qué bien que están ahí grabadas.
¿Te referís a todo? ¿Letra, música, forma de grabar?
Sí. En general todo. Hago canciones desde que tengo 16, 17 años, y obviamente las cuestiones que me movilizaban entonces han ido cambiando. ¡Por suerte! He intentado escribir desde mis vivencias y desde mi edad biológica, digamos, y no con cierta nostalgia del tiempo pasado. Y me parece que ha sido una buena compañía eso. Pero sabiendo que esas canciones están ahí y la verdad que muy bien compuestas, muy bien realizadas, muy bien grabadas para lo que eran las posibilidades en aquel momento. Y sabiendo siempre que el mundo de 1980 y 1990 no tiene nada que ver con el de ahora. Te digo más: ni el mundo de hace ocho años atrás tiene que ver con el de ahora.
¿Ahora que se van de gira hay tiempo para componer? ¿Un compositor está siempre pensando en ideas?
No, en la gira no. Para mí es imposible. Yo soy un tipo rutinario, muy estructurado en cuanto a los tiempos y eso. Soy muy lento para componer. Ya me conozco (se ríe). Envidio mucho a mis colegas cantautores que te hacen una canción maravillosa en una noche de inspiración. Para mí eso es imposible. Siempre lo fue. Si bien, sí puedo tener un hilito, una frase, un titulo, una idea que después tengo que trabajar mucho para que vea la luz. Pero no soy una persona que te haga una canción en una noche, en un día, ni en una semana (risas). Entonces la gira es un lugar muy lindo, precioso, de disfrutar, pero imposible de tener esa concentración. Tenés el show un día, al otro día ya viajás para la siguiente ciudad. A veces es con aeropuertos o bondis. Las notas de prensa, la prueba de sonido, el meet and greet. Para mí es dificilísimo, entonces mi tiempo de componer es acá, en el estudio que tengo al fondo de casa. Cuando puedo aprovechar el tiempo lo aprovecho todo lo que puedo. Acá en Montevideo.
Deben ser tremendas las giras. ¿Alguna vez saludaste mal una ciudad?
(Piensa) Yo creo que no. Seguramente mis compañeros se van a acordar de varias (risas). Por lo general creo que no me ha pasado. Porque aparte son ciudades que no tienen nada que ver una con otra, entonces es bastante difícil errarle. Ahora venimos de una gira por El Salvador. La mayoría de las giras son en Latinoamérica, que uno más o menos lo conoce. No como el típico yanqui. Lo que sí nos pasa es habernos olvidado cómo era el recinto de tal lugar. O cómo era el hotel que nos quedamos hace un mes. Nadie se acuerda. Porque son elementos que se repiten y a veces son calcos en distintos lugares.
Supongo que siguen disfrutando muchísimo girar y mostrar sus canciones.
Más que antes. Porque hemos vivido lo que era antes, curtirnos en lo que eran los shows en las rockerías de los 90, con falta de infraestructura, yéndonos en ómnibus de línea. Que también se disfrutaba en ese momento. Lo que vivís con veintipico de años no es lo mismo ahora, treinta años después, pero lo vivimos y nos curtió un montón. Y ahora, teniendo toda la infraestructura, sabiendo ya de antemano que hay un aforo lleno o que es un país o una ciudad nueva, que tenés el récord de entradas, la verdad que te mueve mucho. Y tener también un equipo técnico, que en los 90 era imposible, porque éramos nosotros los que nos ocupábamos de todo. Se disfruta con otra madurez.
En esta cosa de acordarse y no acordarse, ¿te acordás de algo que haya pasado en Salta?
Sí. En Salta tuvimos shows en un teatro chiquito que estuvo buenísimo, porque estaba la gente ahí, pegadita a vos, sentadita y en el primer tema se paró a tocar. Tocamos después una vuelta en un festival mucho más grande. Y después me acuerdo de las empanadas salteñas, que para mí, que soy un degustador de empanadas y de flanes, la empanada salteña rankeó muy alto. Estuvimos varias veces y la ciudad me encantó. Hay veces que la música nos llevó a lugares que capaz que si no fuera por el Cuarteto no hubiéramos conocido, realmente. Y llego acá y le cuento a mi esposa o a mi hija de los lugares que conocimos. Me acuerdo cuando le describía Salta y le decía «tenemos que ir, está precioso para agarrar un auto, hacer carretera, llegar allá». La dejé re copada. Mi hija ahora tiene doce, pero en aquel momento tendría seis, siete años, y me decía: «Papá, cantar no es un trabajo como decís vos. Porque siempre que te vas, te vas con tus amigos y cuando volvés solamente contás cosas lindas. Eso no es trabajar» (risas).