Coberturas

Los calientes

Pastillas, Kapanga, El Bordo y LPQLP colmaron el Microestadio Delmi en la primera fecha del Festival Rock al Norte. Durante cinco horas, el estadio salteño se transformó en un sauna con música en vivo.

Fotos de Eduardo Pece (gentileza FM La Plaza 94.9)

La visita anual de Las Pastillas del Abuelo se convirtió en un festival que congregó a más de dos mil quinientas personas. Casi el doble de la acostumbrada concurrencia de la banda en nuestra ciudad. De esta forma, la propuesta resultó sumamente exitosa y el combo conformado junto a Kapanga, El Bordo y La Perra Que Los Parió se elevó triunfante como una de las mejores fechas del 2014 en Salta. Un giro total, si se tiene en cuenta la escasa convocatoria del Festival Cultura Itinerante, encabezado por Bersuit, semanas atrás.

También vale reconocer que los cuatros grupos atraviesan un momento sumamente caliente, como lo vivido en el interior del Microestadio Delmi, donde las remeras volaron por los aires o se transformaron en trapos mojados.

Con hora y media de retraso, el recinto salteño abrió sus puertas pasadas las 20. LPQLP terminó de probar sonido frente al público, y luego de unos minutos debutó en vivo en el Norte Argentino. Con catorce años de carrera y el constante apoyo de importantes artistas, no fueron teloneros de nadie: tocaron para cientos de pibes que tenían de remera el logo de la banda. Sonaron bien, y abajo del escenario fueron los más predispuestos con la prensa, ya que incluso se acercaron al móvil de FM La Plaza, montado cerca de la puerta de ingreso. Comentaron sobre su reciente disco doble y su creciente popularidad. Asociados definitivamente a ese grupete que además de LPDA, conforman con Salta La Banca y De La Gran Piñata.

La mejor parte del festival fue la oportunidad de poder ver nuevamente a Kapanga y El Bordo. Ambas bandas no tocaban en Salta desde el 2008 y se las extrañaba bastante. Por toda la fiesta y alegría que supone la primera y la excelente evolución disco a disco que vienen realizando los comandados por Alejandro Kurz, el dueño indiscutido de los gritos de la joven platea femenina, aunque el “gordito” Piti Fernández no se quedó tan atrás.

Con una fuerza demoledora, El Bordo dejó en claro el gran momento que atraviesa, además de las notorias influencias que tienen de La Renga, Pearl Jam y Foo Fighters. Cuando tocaron «El regreso», una versión inclusive más pesada que la grabada en Yacanto (2007), fue imposible quedarse quieto.

De todas formas, las baladas y melodías gancheras no son ajenas a la banda, e incluso la acercan mucho más a las agrupaciones de Dave Grohl y especialmente a la de Eddie Vedder, quienes saben a la perfección lo de hacer canciones para minitas.

“Un placer presentar nuestro disco Hermanos, que empieza así”, dijo Kurz antes de arrancar con “Existir”, canción que marcó la despedida de la banda porteña. A pesar del gran show, muchos quedaron con ganas de más por la brevedad, ya que son de hacer recitales largos. Acto siguiente, los técnicos desarmaron la batería, que estaba adelante, la misma con la que tocó LPQLP, y se destapo la de Kapanga, ubicada al fondo a la izquierda y en una plataforma. La técnica y armado de escenario para cada grupo es algo que se cuidó muchísimo, pero que a pesar de todo generó sus demoras, hablamos de un poco más de media hora entre cada concierto. A pesar de que era enorme, no es lo mismo contar con dos escenarios que con uno. Aunque largos esos tiempos de espera estuvieron dentro de lo normal y sirvieron para que la gente pudiera tomar agua, descansar e incluso cambiar de aire en la callecita de ingreso al estadio.

Pisando las 22.40, Kapanga salió al escenario y arrancó con “No me sueltes (es posible)”, último corte de Lima (2012). La fiesta y la alegría fueron inmediatas. La banda no paró un segundo y las dos mil quinientas personas, menos. El pogo y el baile llegarían a picos altísimos con “El universal”, “Ramón” y “Rock”.

El Mono, ya metido en su personaje, agitó al público y dejó las mejores declaraciones de la noche: “¿Cómo la están pasando?”, “¡Como el orto!”, respondían todos, a pedido del cantante. En los acostumbrados “covers” pasaron La Mancha de Rolando con “Arde la ciudad” entonado por todos, y también Tan Biónica, abucheados de manera unánime. Hace casi diez años, en el Twin Music Fest en el Delmi, supieron gastar a Intoxicados y a Los Nocheros.

Para el final llegaron “La crudita”, cuyo ocurrente video estuvo a cargo de los Farsa Producciones, autores también de la película de la banda, y “El mono relojero”, que hizo estallar el estadio. Una hora y diez al palo y la intriga de cómo iban a hacer LPDA para superar lo hecho por Kapanga, Incluso unos pocos se retiraron del estadio, con remera en mano. Similar sensación al festival Lo mejor del Rock, cuando NTVG cerró luego de Las Pelotas.

El público pastillero ya estaba listo, un populoso grupo de pibas y pibes muy jóvenes que ven a la banda como su primer amor, y que esperan pacientemente su encuentro anual con ellos. Ante un calor agobiante y ya pasadas las 00.30, Piti Fernández desde el escenario charlarba con la gente sabiendo lo largo de la jornada y agradeciendo al resto de las bandas. Luego de un arranque en falso, los músicos comenzaron a desandar esas canciones que se propagan en cada cuenta de Facebook de sus seguidores. Con esa prosa mezcla entre Sabina, Silvio Rodríguez y lunfardo. Pasaron “Viejo karma”, “Amar y envejecer”, y dedicada a Diego Armando Maradona en su cumpleaños, “¿Qué es Dios?”. Mikel de Kapanga acompañó con su guitarra en “Tantas escaleras” y la gente de LPQLP hizo lo propio cantando en “Sabina y Piazzolla”.

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El sonido en el microestadio esta vez fue muy bueno, muy superior a otros shows en ese lugar. Como siempre, al llegar “Enano/La parabellum del buen psicópata”, reventó todo. El poder ricotero sigue trascendiendo generaciones.

Inolvidable para la gente que se bancó el festival en la valla: el clavado y chapusón directo de Piti. “Ojos de dragón”, una de las mejores canciones de la banda, sonó sumamente cambiada, cerca del final, que llegó con “Otra vuelta de tuerca”. Mientras los globos inflados hacía más de cinco horas al lado de la consola de sonido por los fanáticos del grupo se desplegaban por sobre el púbico cerca de las dos de la mañana.

Un excelente inicio de gira para el festival, que también visitó Jujuy y Tucumán en fechas consecutivas. Y algo especial para los salteños, que vivieron un jueves para el recuerdo.

Como dato negativo hay que remarcar la creciente pungueada de celulares, billeteras y mochilas que hay en los recitales. Incluso muchos denunciaron la presencia de “puntas” para cortar bolsos. Si bien es una tiste costumbre en los shows, no estaría mal buscarle una solución, o por lo menos intentarla, en una de esas, con un buen sistema de guardarropas.

Punto aparte el calor agobiante en el microestadio y en el Delmi, que ya no se soporta más. Son lugares cuyo único sistema de ventilación y refrigeración son ventanas que se abren a medias, situación que atrasa a Salta treinta años como ciudad, respecto de Córdoba u otras capitales del país. Esto no tiene que ver con los organizadores del show sino con el gobierno, que alquila instalaciones que no están en condiciones.

A pesar de sus limitaciones musicales, es meritorio reconocer las ganas de hacer cosas distintas por parte de Las Pastillas, que junto a la productora Crack organizan festivales y fechas en conjunto con grupos de géneros similares, aunque también de otros palos, y aportándole cosas fuera de lo habitual, como stand-up o juegos tipo kermés. Por primera vez llegaron al NOA de esa manera. No estaría mal repetir.

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