Reseña del cuarto disco de Perro Ciego.
EFECTIVA CUADRADEZ
Cotidianeidad y simpleza rock´n´roll
Perro Ciego – Pelafustán (2010)
Perro Ciego, la banda de rock salteña más conocida, publica su cuarto disco oficial. Superando dos décadas en trayectoria, Vega, Zenteno, Dique y Aguilera traen a la vida una nueva producción, grabada en los estudios locales «El Cerro». Esta vez, con edición física y posterior distribución, a cargo del galardonado sello EPSA Music.
Tiempo atrás quedaron los cassettes grabados manualmente y la prensa a pulmón. Signos incuestionables de avance y madurez profesional. Lo que nunca quedó atrás es el macro género musical transitado. Ese estilo fuente que tanta satisfacción provoca en corrientes enteras de fanáticos, tanto de viejas épocas como contemporáneas. Simplemente rock´n´roll, cuadradito, sin tantas vueltas. Signos de quietud y relajo que, de tanto rédito emocional y efectividad en el gusto popular, mejor dejarlos como están. En un arcaico diccionario encuentro que el título del álbum hace referencia a una persona holgazana y perdida. Cualquier inmediata analogía con la realidad de la banda, es solo pura subjetividad.
Pelafustán, en el plano musical, es como una clase académica de rock tradicional. Con un filtrado de años en la mejora del dictado, aquí se instruyen a fondo los estilos básicos de la música originaria. Entre las diversas cátedras se encuentran el obligatorio blues en todas sus velocidades (Cenizas), el relajado country americano (Dejó de Llover) y una televisiva explosión boggie (Boggie del Café). Todas ellas, bien profesadas, se interrelacionan aquí con un toque de funk en actitud clásica rockera (Pelafustán, no tengo groove). No podemos dejar de lado los apuntes manuscritos del rock stone argentino (Amanecido). Tan fuerte hace unos años gracias a una oleada de bandas que, lamentablemente, nivelaron la escena nacional para abajo. Los grandes compositores teóricos como BB King, Rolling Stones, Eric Clapton, Ratones Paranoicos y Pappo se interpretan sin demasiada reflexión personal, logrando cumplimentar las exigencias de la currícula.
Las letras del disco, llenas de cotidianeidad según el cantante Dique, retratan estilos de vida comunes. Identifican a la gente común, si es que realmente existe algo así. Historias personales que buscan un cambio que nunca llega, o que internamente no se busca conseguir. Tipo de existencia que no quiere ligarse a nada, sino solamente existir. Un verdadero pelafustán.
Hay una especial dedicatoria en prosa a Federico Acosta, fallecido ex integrante. Una balada rock con influencias a un despojado Tom Petty, que resalta más que ninguna otra composición tanto en simpleza como en recuerdo (Estabas Ahí). Con el acompañamiento de varios músicos invitados, entre ellos Mario Teruel de Los Nocheros en guitarra española, el sonido de la banda se encuentra depurado y ajustado en su conjunto. Voces, primeras guitarras y rítmicas (categorización aún vigente), bases e instrumentaciones que llenan el espacio, como pianos y armónicas, son enmarcadas en un todo donde no hay margen a dobles lecturas.
Es rock tradicional, cerrado, cuadrado. Y para quien se sienta identificado con él, muy efectivo.