Coberturas

¿Cuánto vale ser la banda nueva?

El segundo día del Personal Fest sirvió de excusa para conocer novedades musicales. Te lo contamos.

La tarde nos encontró llegando al predio mientras en el escenario 1 cerraba su set Leandro Fresco. La primera parte del tour por el predio nos llevó a escuchar Intrépidos Navegantes, Hipnótica, La Armada Cósmica, Barco, Zero Kill, Silvina Moreno y The Thristes.

De elegir dos de estas bandas, habría que destacar a los cordobeses de Hipnótica, que mostraron un pop elegante, sobrio y amable, bien cancionístico. Intrépidos Navegantes recuerda mucho a nuestros Bort, también dentro del espectro de esa cruza entre pop y garaje rock noventero que agrega condimentos de artillería electrónica. Zero Kill sonó, aunque le falta pulir muchas cosas. De todas maneras, hubo una cuota de curiosidad, y por qué no, de nostalgia, en quienes se acercaron a ver la banda de Benito Cerati (algún integrante de Miranda! estaba entre las 200 personas que estuvieron viendo a la banda). Silvina Moreno fue casi una excepción al panorama musical que hegemonizó la noche. Su repertorio, que se dejó escuchar sin problemas, transcurrió por ese camino entre canción y notas soul que dejan entrever una clara influencia de las nuevas princesitas del mainstream global, como Joss Stone, por citar algunas.

Y fue el escenario 4 el que deparó, como a las 18.30, la grata sorpresa del festival: Sambara. Rock setentista y progresivo en su vertiente menos solemne. Pibes con un gran despliegue sonoro y físico que sí, invitaban con sus canciones a salir de la melancolía. Para tener una idea, no hace más que cerrar los ojos e imaginarse a La Máquina de Hacer Pájaros tocando algo así como Autos, Jets, Aviones, Barcos (sí, es de Serú, pero la imagen es a propósito), con un público bailando desprejuiciado al son del mini Moog en un verano del 69. Están prestos a presentar su primer disco –producido por Javier Malosetti– y seguramente le daremos el lugar que se merecen.

El cierre de ese escenario estuvo a cargo de Pampa Yakuza. La banda sonó bien, ajustada, y fue un repaso de temas clásicos, a tono con su nuevo disco (ver revista Rock Salta N°17, a la venta a partir de este miércoles). Quizá fue el momento de mayor convocatoria en ese escenario.

El cierre de la noche estuvo a cargo de Muse. La banda de Bellamy es muy buena, de una precisión destacable, pero su anclaje en vivo trasciende lo estrictamente musical. El show es una combinación de canciones y recursos escénicos que se ensamblan prácticamente de manera sociológica. No es el circo de Aerosmith, de mucha comunicación gestual y corporal, sino más bien un espectáculo propio de estos tiempos, con muchas luces, humo, y una utilización de las pantallas de led en la que aventajó a todas las demás bandas del festival. Si dios es digital, estos muchachos son los profetas de la nueva religión, donde se conjuga mucha teatralidad y mucho beat sintético, con una bajo a veces virtuoso, a veces machacante y una guitarra de 7 cuerdas que trae a los escenarios masivos aires de una paleta sonora que desde hace muchos años viene desarrollándose en el territorio del metal extremo. Puede gustar o no, pero es indiscutible la calidad del show.

Sin embargo, el cierre moral y rockero del festival, estuvo antes, a cargo de los Jane’s Addiction. La banda de Perry Farrell, Dave Navarro, Stephen Perkins y Chris Chaney dio cátedra con lo mejor que puede esperarse de ese rock llamado alternativo. Perry es un fenómeno, hace gala de una gran teatralidad y todo el tiempo busca la comunicación con el público. Secundado por dos bailarinas que van apareciendo a lo largo del show, desliza un tono actitudinal que aborda el reviente, lo sexual, pero sobre todo la picardía. Dave Navarro es un fuera de serie. No es el atleta de la guitarra que despliega velocidad y técnica, no. Es un violero expresivo y que sabe sacarle una cualquier sonido posible a los pedales de efectos y que se vuelve así, autosuficiente. La base rítmica es una aplanadora; aún retumban en la cabeza de varios asistentes a la fiesta.

Sí, el show de Jane’s Addiction fue una fiesta cervezal, aún en un festival donde no se vendían bebidas alcohólicas. Por lejos, lo mejor del Personal Fest 2013 Deluxe.