Coberturas

PIL en Córdoba

El pasado viernes 12, Public Image Ltd, la banda que fundó John Lydon a fines de los setenta para dejar de ser Johnny Rotten y mostrar de qué estaba hecho, se presentó en Krakovia, Córdoba. 

Por Alejandro Wierna
Fotos de TridenteKrakovia

Con un disco nuevo bajo el brazo, y los ánimos renovados desde la reunión de 2009, la banda comenzó un proceso activo en búsqueda de cimentar algo sobre aquel camino que comenzaba a quedar desdibujado por el paso del tiempo y la polvoreda del mito viviente.

La lista de temas hizo un sobrio recorrido sobre toda la discografía de la banda, con énfasis en What the world needs now, pero sin poder ser considerado un show presentación de material propiamente dicho. Comenzó pasada la medianoche, luego de que tocaran los locales Cith, y tras una previa perfectamente musicalizada que carcomía la ansiedad del público (spoiler alert: no se mantendrá a lo largo de la noche).

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Abrieron su show con “Albatross”, y cerraron con “Shoom”, en medio de eso (fueron 15 canciones en total) un recorrido por toda la historia de la banda. El arsenal necesario para tratar de no dejar afuera a nadie. Sin embargo no hubo grandes sobresaltos, si se tiene en cuenta que es la misma lista que eligieron para tocar en todos sus shows de Sudamérica. Los momentos más álgidos vinieron con “Deepeer water”, “I’m not satisfied” y “Rise”. Levantar el primer bis luego de eso fue facilísimo y estuvo muy bien jugado, pues tenían la carta de “Public Image” a mano. Si se quiere, el tema más conocido por el público que estaba presente.

Lejos de aquel tono juvenil de protesta que supo caracterizarlo en tiempos de rebeldía punk, Johnoptimiza los recursos que le quedan para potenciar la figura de frontman (que en efecto es lo que seguirá cotizando a la hora de sumar público nuevo a sus giras). Con un polémico estado atlético (en visible sobrepeso), y el impacto de los años sobre su metabolismo, la performance se reposa sobre el rastro de un tenor grunge, que tiene el respaldo de una imponente banda.

Ya no le hace falta gritar, perderle miedo al cruce de géneros, jugar con el espectro arrastrado que dibuja la voz sostenida desde un atril, poner recursos maquinosos a jugar con el sonido orgánico de una banda que ahora sí sabe tocar, le ha funcionado muy bien.

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Las guitarras de Lu Edmonds, aquel jovencito que supo darle el sonido característico a The Damned y ahora luce como un Gandalf de Salem, son estridentes y camaleónicas, pueden pasar del filo rajante a crear una atmósfera oscura de forma tan rápida como imperceptible. Todo esto mechado con un puñado de pistas perfectamente disparadas, que se terminan de tapar con las líneas de bajo post punk que sutilmente va tirando un tipo con formación en Jazz (Scott Firth).

Durante las casi dos horas que duró el show,  la puesta en escena fue sólida y no necesitó realimentarse de la (poquísima) energía que devolvía el público. Aunque sí costó algunas malas caras, y leves momentos de apagón anímico. Incluso hasta llegó a verbalizarse en un momento particular: “Venimos de muy lejos, y están muy tímidos”. Fueron alrededor de 500 personas las que componían el público, algo que daba un espacio cómodo para contemplar en actitud casi pasiva la propuesta única y reveladora que habían ido a buscar. El camino recorrido es nada ante el monumental mito construido sobre los Sex Pistols (aunque haya durado 3 años activos), los parches y las remeras seguirán siendo mayoría, y sólo queda partir desde ahí. Tal vez esta vez a la estafa se la hicieron a él.