La muerte siempre sorprende y duele, pero hay casos en los que pega de manera diferente. En el caso de Spinetta, el dolor es mayor por la dimensión que tuvo su obra.
Tengo una lista gigante de personas que se tendrían que haber muerto antes que Spinetta
Siempre leí entre fascinado e incrédulo cómo lloraron todos la muerte de Lennon, con las radios interrumpiendo sus transmisiones para pasar su música y la gente volcándose a las emisoras para, primero, preguntar si era verdad que lo habían matado y, después, ya con la parca instalada; para recordarlo con anécdotas, con ejemplos de cómo sus canciones los habían marcado y educado para siempre.
Eso, así, tal cual; esa misma sensación de tristeza colectiva está pasando ahora mismo, mientras escribo esto. Se murió Luis Alberto Spinetta y el cielo de Salta se cae a pedazos con una tormenta enorme, como para agregarle algo de poesía al asunto.
Y ya empezaron los homenajes, las preguntas incrédulas, las canciones a rotar. No sólo en la radio y la tele. También en las redes sociales. Facebook y Twitter explotaron. Y se pudo notar la tristeza verdadera, la sorpresa, la indignación por las fotos de la revista Caras, que lo escracharon en pleno tratamiento; la careteada (“Chau, Espinetta”, escribieron varios), todo. Pero lo que se pudo ver claramente, en mayor medida que en las despedidas de los políticos, más que en cualquier otra muerte de alguien célebre que yo haya podido presenciar; fue la incondicionalidad en el respeto hacia el Flaco. Nadie lo bardeó, nadie lo criticó por rencores pasados. Todos lo alabaron, lo respetaron aunque no lo conocieran. Como pasaba siempre que se presentaba en festivales, cuando mandaba a callar a todos con su voz y su guitarra y el público se quedaba en el molde, bien quieto, por el respeto que había hacia su figura.
No se me ocurre mucho más para decir, excepto que el Flaco no se tendría que haber ido tan pronto. El mes pasado pensé en escribir algo que empezara con la frase “Tengo una lista gigante de personas que se tienen que morir antes que Spinetta”. Ahora voy a tener que cambiarla, pero la lista sigue, intacta.
Chau, Flaco. Gracias por todo.