Coberturas

Quilmes Raaack

RS estuvo presente el Domingo en el Festival de la cerveza, y te cuenta todo lo que pasó desde otra mirada. Una nota de color para disfrutar.

Lo que van a leer a continuación es una especie de relato de lo que pasó en “la otra parte del Quilmes” que oscila entre lo fantástico y lo creíble.  Queda a su criterio llevarle el apunte o no.

VASOS VACÍOS

Así es señores, el Quilmes tal como se lo conoce ha pasado una vez más por nuestra ciudad dejando recuerdos lindos y muy calurosos de la tarde/noche del 22 de noviembre, allá en las tierras del Delmi.
 
Eran las 17:00 y me encontraba dando vueltas en el por la pista de skate del Delmi buscando a Flavio Cianciarullo, bajista de los Cadillacs, que se encontraba haciendo piruetas con su “súper patineta”- según palabras propias del Señor Flavio – .
 
“El joven sonido de América no es nada más que esto, disfrutar de la vida haciendo lo que más te gusta” me dijo mientras se levantaba de una reciente caída y a continuación estalló en risas: “lo que pasa es que pasan los años y te vas poniendo cada vez más tecno ¿viste? El pelado no se equivocaba. Esta noche no doy tantos saltos ahí en escena” me dijo y se subió otra vez a la “super patineta”.
 

Ahí me encontraba, apoyado en unas de las barandas del Skate Park cuando inesperadamente siento que alguien me toca la espalda. Era el Guille Bonetto de Cafres quién me pedía lugar para recostarse. “Estamos muy cansados pibe, el calor me está matando… Andá a comprarme una birra por ahí”, acto seguido sacó uno de dos pesos y me lo dio mientras fruncía las cejas para lograr que el sol no pegue en sus ojos.

Estaba caminando buscando un lugar abierto a esa hora para que me vendiera una birra cuando me topo con un par de fanáticos de los Cadillacs que me pidieron unas monedas “para comprar algo de agua”. Les dije que se sumen a mi búsqueda del negocio abierto y arrancamos. Bordeamos el Delmi y nos topamos con la fila para ingresar al Estadio. Mala suerte, ya que las promotoras de Quilmes nos empezaron a bombardear con folletos que indicaban cómo tomar alcohol y cómo ponerse un forro en las noches. Nos pudimos deshacer de ellas y seguimos en plena caminata. En eso veo que el Salchi de Perro sale a tomar un poco de aire y, aprovechando la cercanía, le pregunto por algún kioskito abierto a esa hora. Me manda dos cuadras adentro y me pide “otra botellita para mí de paso“.

Me sentía el proveedor oficial de las bandas a esta altura ya, a lo que me di vuelta y le dije a uno de los que me seguían que compre dos birras bien frescas y le pasé la plata. Volví a donde Flavio y el tipo ahora estaba cambiándose de zapatillas mientras tarareaba la última de los Kapanga. Me dijo que “el guillote (Bonetto)” me estaba buscando y que si el fuera yo se escondería por algún lado. Me despedí de él y me fui a hacer la fila para ingresar. A todo esto ya eran las 18:30 y el calor seguía molestando.

Gente durmiendo en el pasto, sandwichs a medio comer, latitas de gaseosa aplastadas, celulares sonando como un mini componente…todo eso se veía en la fila de ingreso. “Los de platea se van para acá y los de campo se quedan acá” decía uno que organizaba la fila mientras se movía a la vez como una azafata.

Ya adentro del Delmi veo cómo pisan a uno con la remera del Electro Circus en el pogo de los Calmaniño y decido irme para atrás del escenario. “¿Botellitas de Terma Limón Light a tiempo para Vicentico? Hay; ¿Orquídeas de leopardo para Rotman? También hay, las repuse ayer.” se decían un organizador y el manager de los Fabulosos minutos antes de que la banda entera llegara al estadio.

Los Calmaniño están por terminar de tocar y ya la gente de Perro se preparaba para subir a escena. “Hoy adelantamos un temita nuevo, primicia bolú” me dijo el Gamba Aguilera mientras se colgaba la guitarra para subir a tocar. Sólo faltaba que haya un poco más de aire en el Estadio para que todo esté a la perfección. El Salchi en media tocada me miró de reojo y se acordó de “la botellita” que me pidió, a lo que me hice el distraído, agarré una botellita de agua del costado y se la arrojé.

Los Cafres estaban a punto de subir a escena cuando notaron que el Guille no estaba. Ahí me acordé de las palabras de Flavio y salí a la búsqueda del frontman Cafre. Lo encontré con una dosis de jugo Inca de ananá y tirado en la vereda del negocio del frente. Lo hice entrar en razón y cuando volvió en sí salió corriendo para el Delmi a cantar el repertorio planeado.

Volví al show y observé un movimiento en la entrada del Delmi. La combi de los Cadillacs estaba ingresando y todos los que se encontraban por ahí corrieron en busca de fotos. Para desgracia de los LFC, el chofer de la combi era Gustavo Vacarella, quién “nos pedía que le cantemos canciones a capella en el trayecto del hotel al Estadio” me dijo medio atontado Vicentico que al final le terminó cantando “Se Despierta la Ciudad” y a capella. Adentro la gente esperaba ver a los LFC de una vez por todas mientras los plomos acomodaban los instrumentos; hasta que se apagaron las luces y todo arrancó con la furia de El León Santillán.

Mientras tocaban Silencio Hospital (y ya en el tramo final del show) tuve la suerte de meterme en el pogo y presenciar como la gente salta/patea/empuja todo al mismo tiempo. Vacarella, que estaba en la valla, sufrió un empujón que lo llevó a iniciar el mejor pogo de la noche, con gente que salió con moretones y ansias de agua.

El Quilmes terminó después de despedir a los Cadillacs que se fueron contentos y rogando que el aire acondicionado del hotel esté funcionando. Afuera del Delmi el humo del choripan actuó como un humo cegador en todos, logrando que nos choquemos con las paredes y, accidentalmente, iniciar el último pogo de la noche.

Pude salir de esa y miré a mi derecha a un tipo que vendía vasos de gaseosa al grito de un pregón improvisado que decía “siempre habrá vasos vacíos, ¡a los vasos vacíos señores! “.