Coberturas

Tucumán… Rock & Roll is dead

Finalmente pasó el Rock del Valle, con muchos problemas organizativos y clima tenso entre las bandas y la organización. Más allá de eso, hubo mucho rock para contar.

Fotos gentileza Javier Corbalán (El Tribuno)

 

Durante años habíamos mirado a Tucumán desde abajo. La vecina provincia siempre fue (y en cierta medida sigue siendo) el polo cultural más grande del Norte Argentino. De algún modo, el crecimiento de los recitales en Salta, desde fines de la década del noventa, tuvo mucho que ver con la posibilidad de “bajar” los shows que se presentaban allá.

 

Incluso, cuando Salta empezó a dejar de depender de Tucumán para organizar fechas, los vecinos hicieron lo propio. Cuando creíamos tener mayoría de edad al ver al Indio Solari en el Martearena, Charly García (de ninguna manera es intención valorar estéticamente ambas propuestas) tocaba allá, gratis y al aire libre para miles de personas. En Marzo lo tenemos al Indio de vuelta… Tucumán lo tiene a Sabina…

 

Así, resultaba lógico que un festival que se pretendía de tal magnitud como el rock del valle (sí, de ahora en más con minúsculas), por fuera del auspicio de grandes marcas, se desarrolle en Tucson City.

 

No entraré en detalles sobre la primera edición de este festival, desarrollada en Tafí del Valle durante 2010, sino que voy a decir que la segunda edición, con una grilla mucho mas mainstream (léase grandes bandas, convocantes, masivas… comerciales), y trasladándose a San Miguel de Tucumán hacía prever la posibilidad de un GRAN festival.

 

El primer día comenzó con el pie izquierdo. Si bien la lluvia (el viernes 18 amaneció lloviendo desde las siete de la mañana hasta las tres de la tarde) fue un factor que influyó en el desarrollo del mismo, no hay que olvidarse que Cosquín Rock y otros festivales de tal calaña se desarrollan bajo el agua.

 

Los shows comenzaron mucho mas tarde de lo previsto, con momentos de alternancia entre el Escenario “Grande” y un Escenario “Chico”. Tocaron, por orden de aparición: Ciruelo (Bs. As.), Barona (Chaco), La 220 (Corrientes), La Brizuela Méndez, Random (Tucumán), Karamelo Santo, Los Reyes (Tucumán), Fidel Nadal, Nonpalidece con Kenyatta Hill, Los Pericos y Las Pelotas.

 

barona

 

Ciruelo abrió la fecha a las 20.45, brindando una propuesta spinetteana con influencias del resto de los “hijos” del Flaco (Ariel Minimal y cía.). Me encantó. Luego llegó Barona, una banda de metal chaqueña con una mujer al frente. Después, La 220 comenzó a calentar la fiesta con una propuesta de ska muy cercana a la ortodoxia. Estas tres bandas tocaron 20 minutos cada una.

 

escenario

 

Luego, la fiesta empezó a levantar un poco más con La Brizuela Méndez, banda que desde hace siete años le “presta” el cantante (Godi Corominas) a los Karamelo Santo. Siguió Random, un trío de pibes tucumanos que andan en los 21 años más o menos. Su propuesta de metal “moderno” (con influencia de Soundgarden, Tool, Mastodon y el metal extremo) sonó muy bien: el bajista impecable, el cantante y violero toca muy bien, y aunque en lo vocal falta mejorar, mostró una gama de matices impresionante, pasando de una voz a lo Chris Cornell a otra gutural tipo death metal (onda Firu, de Santuario) y a la voz podrida aguda que también caracteriza a los géneros extremos. Esta banda se merece el punto aparte.

 

la brizuela mendez

 

Luego vendría Karamelo Santo, presentando –al menos para el Norte Argentino- una nueva formación, tras la salida del fundador Guillermo “Goy” Ogalde. Fue el momento del carnaval; la gente entró en trance, saltó, bailó… y se llenó de barro. Los Karamelo exorcizaron demonios encarando un repertorio de temas viejos y mostraron un nuevo sonido, tras la incorporación de un DJ cordobés que le dio el pulso electrónico que le hacía falta a la banda. Los Reyes mostraron una propuesta muy similar a la que desarrollan en Salta los chicos de El Barco del Abuelo. Bien. Luego pasó Fidel Nadal, con su reggae fabricado en serie y sus rimas compradas en un outlet calamaresco. Aburrido.

 

fidel nadal

 

El tramo final de esa noche se desarrolló de forma papelonera. Los sets de Nonpalidece y Kenyatta Hill fueron unificados (ocurre que los Nonpa son la backing band de Kenyatta, algo así como lo fue la Bersuit en el retorno de Calamaro años atrás), y entre ambos tocaron… treinta y cinco minutos. Los Nonpa impecables como siempre, y si bien Kenyatta da un buen show, lo favorece el pasaporte jamaiquino más que sus cualidades artísticas. Medio Gasparín, el amigo. Los Pericos también tocaron treinta y cinco minutos, con un set nacional y popular, basado en el último disco donde reversionan su repertorio mas hitero.

 

los pericos

 

Finalmente, vendría el show de Las Pelotas, que a juzgar por la cara de Germán Daffunchio en la conferencia (ver nota aparte), se hacía prever. La actuación estuvo impecable, con temas del último trabajo y perlas de su trayectoria. Dedicaron “Pasajeros” a Tavo Kupinski, “Si supieras” fue para “la gente de Salta” (¡gracias!). A las 04.30, mientras comenzaba “Sin hilo”, Daffunchio lanzó un “chau, nos vamos, este tema va dedicado a la memoria del Ale” (por el gran Bocha Sokol) e inmediatamente la organización cortó el suministro energético del escenario, demostrando una ABSOLUTA FALTA DE RESPETO por los músicos y el público. Desagradable, bochornoso, irrespetuoso… una mierda.

 

las pelotas

 

La segunda jornada vino precedida por un caos en las redes sociales: el muro de Facebook del festival cerrado por tantos mensajes hostiles, los rumores de suspensión, el Twitter anunciando que todos se haría a partir de las 18; y claro, después de un histeriqueo matutino de Inti (léase, el Sol), llegó la lluvia. Otra vez sopa… celestial.

 

karma sudaca

 

Llegamos un poco tarde, agarrando el set de Andando Descalzo, segunda o tercera banda que tocaba esa jornada. Un buen show, mostrando a pleno el inconformismo con la organización. Luego vendrían los shows de Rustiko y de LD5 (Jujuy). Luego tocarían los Karma Sudaca, la banda bipolar de la jornada. Digo esto porque, más allá del excelente show que dieron, durante el mismo su frontman Tony Moltoni arengó fuerte contra el clima dictatorial de Tucumán (en relación a la prohibición de tocar después de las 4 am), postura que luego fuera puesta en cuestión cuando sus compañeros en la conferencia de prensa dijeron que “a las leyes hay que cumplirlas”. Luego vendrían los chicos de Bort , dando paso a Los Gardelitos. Debo confesar que nunca les había dado bola. Porque mas allá de saber que son una banda con años de trayectoria –desde los tiempos del histórico Korneta-, el prejuicio contra el aluvión rollinga que hubo hace años, me hizo poner escéptico. Pido las disculpas del caso. El show fue excepcional. La banda me gustó, sonó de la puta madre, y si… prometo escuchar sus discos.

 

cuarteto de nos

 

La segunda banda salteña en tocar fue Tommyknockers. Luego vendría El Cuarteto de Nos que, si bien dieron un buen show, no sonó de manera deseada, y dieron –otra vez por razones de tiempo- un show acotado (muy distinto a lo que sería el domingo en Salta). Los tucumanos de Merkhaba continuaron. No les di mucha bola, el rock mortuorio es viejo… y me cansó. Luego fue el turno de los chicos de Perro Ciego (dos temas, otro bochorno de la organización), y ahí vendría la recta final del festival con un show de Gondwana que encendió, -y mucho- al público. Los chilenos son una buena banda, Sí, nadie lo niega, pero el cantante carece del carisma y la puesta en escena que amerita una banda de tal calibre. De todas maneras, sigue siendo un sonido que a esta altura es demasiado repetitivo y no se diferencia de otras bandas del género. ¡¡¡Renovación por favor!!!

 

gondwana

 

Y el cierre del festival vino en mano de los NTVG, que tenían todo para hacer el gol en el último minuto. Subieron a escena a las 03.30, arrancando con un tema del nuevo disco; tocaron sin parar ni un instante otros temas clásicos y cuando a las 04.01 terminaba “Pensar”, mientras Emiliano Brancciari se aprestaba a dirigir unas palabras en la primera pausa del grupo, el suministro de energía del escenario fue cortado, dando por terminado el show de los uruguayos. Mono relojero parte 2. La gente se quedó agitando bajo la intensa lluvia, los músicos intentaban dar explicaciones por gestos (no había sonido), el cantito: “Alperovich hijo de puta” colmaba el estadio, y ahí vino el gran broche, la muestra de que el rock tiene altura para sobreponerse a las adversidades. Los NTVG se pusieron al borde del escenario, pidieron al público silencio, y con un tambor encararon una murga uruguaya. Impresionante.

 

rock del valle

 

Idea final: las repercusiones van a durar por un buen tiempo. Seguramente cada vez menos bandas van a querer tocar en ese marco organizativo (sólo se repitieron cuatro bandas que tocaron en la primera edición, también mal organizado, y dos de ellas de Tucumán). Tucumán ha retrocedido años con lo que pasó el fin de semana. Las bandas, el público y la prensa hemos sido estafados y si las cosas no cambian, desde los productores advenedizos a las leyes represoras, debemos decir: Tucumán… Rock & Roll is dead…