Foto: Facebook Leo Goldstein
Entrevistas

Canción de Leo en el país

Con su nuevo disco, Leo Goldstein termina de definirse como uno de los músicos imprescindibles de la escena salteña contemporánea.

En algunas de esas noches juveniles de bares y recitales de rock, seguro nos habremos topado con un muchacho de una fisonomía y una cabellera poco usuales por estos lares. Sesionista en varios proyectos, prácticamente se convirtió en el quinto integrante de Perro Ciego. Cada tanto aparece con su Giróscopo y alterna en formaciones de jazz y folclore.

Leo se tomó el bondi un 18 de diciembre de 2001, de Retiro al Norte, mientras la crisis social ardía en las calles de Argentina. Un día después de su llegada a Salta, De la Rúa huía en helicóptero.

Casi veinte años después, y con su disco nuevo Nubes Lejanas bajo el brazo, Goldstein es un referente indiscutible de la música popular salteña.

– ¿Cómo se da que llegas a Salta? ¿Qué te trae puntualmente?
– Fueron una serie de casualidades y causalidades que dieron aquí, con Salta. En 2001, la pareja con quien estaba se ganó unos pasajes en avión y vinimos a conocer Salta y Jujuy. Nos gustó mucho, pegamos buena onda con un tipo que laburaba en un hostel y nos ofreció laburo para el verano siguiente. En diciembre nos vinimos porque la cosa ya no daba más, y yo me traje el teclado. Laburábamos en turismo, iba a buscar gente a la Terminal y a la noche iba a pasar la gorra en la Balcarce. Empecé así, en Gervasio, Café del Tiempo y El Castillo de San Lorenzo. Cuando me empezó a ir bien con la música al hostel le empezó a ir mal, entonces la piba esta se fue y yo me quedé. Me empezó a ir relativamente bien para lo que era la época, me pude mantener y alquilar una pieza. El 2002 lo pasé así, tocando en todos lados, yendo y viniendo, conociendo gente como el Chinato Torres o Ramón Vivas. También di un curso en la Escuela de Música, de teclado en la música popular. Y ya en 2003 se abrió un concurso de horas y lo gané. Ese fue el motivo definitivo para quedarme en Salta.

– ¿Qué edad tenías cuando te viniste y qué estabas haciendo en Buenos Aires?
– En Buenos Aires estaba laburando muy poco. A fines de los ´90 había agarrado muy buenos laburos con músicos de jazz. Toqué en lugares muy lindos, como el Palais de Glace, el Salón de Arte Decorativo o el Salón Dorado de la Alianza Francesa, pero en 2001 se cortó todo y empecé a tocar en los colectivos. La crisis me agarró con todo y ya estábamos pagando para tocar. El taxi, el sonido, al final perdés guita. No lograba remontar vuelo con la música.

– ¿Eran proyectos propios, o de otros compañeros de la música?
– Las dos cosas. Tocaba acompañando a guitarristas de jazz o cantantes y, a la vez, tenía mi banda de jazz fusión Adyacentes, muy spinetteana. También toqué como percusionista en una banda de música hindú que se llamaba Sri Lanka. Había sitar, violín, tabla y yo tocaba percusión. Estaba en distintos proyectos de músicas populares y no lograba despegar. Me quería ir de la casa de mi vieja, quería alquilar algo pero no podía. Ahí tenía 20, 21 años. Surgió la posibilidad de ir a Salta y ni la dudé.

– No sólo te venis de Buenos Aires, sino que salís de la casa familiar…
– Claro, era la intención. Salir de la casa de la vieja, con todo lo que la amo y todo lo que me dio, pero quería despegar. Me vine a Salta y arrancó todo con el pie derecho. Las propinas, las gorras que pasaba me alcanzaba para vivir. La plata me rendía mejor, comía muy rico, podía hacerme un viajecito cada tanto a conocer Cafayate, Cachi o Jujuy. Ni la dudé.

Foto: Facebook Leo Goldstein

Familia Musical

 – Cuando llegas a Salta, ¿qué otros músicos y músicas son tu primer vínculo? ¿Quién te acoge en ese primer circuito?

– Son varios. El Flaco Echazú, Rubén Chammé me ayudó mucho, Mario Soria, con Walter Guzmán pegamos buena onda y nos fuimos ese 2002 a tocar a Bolivia. El Flaco Echazú me consiguió muchos laburos, lo quiero mucho, le tengo mucho cariño y aprecio. Todos me regalaban cosas: platos, colchones. Encontré como una familia dentro de Salta, me di cuenta que me estaban abrazando y me estaban conteniendo. Por ahí, era lo que me estaba faltando en Buenos Aires, acá encontré una familia musical de gran corazón que desinteresadamente me abrió sus puertas, me dieron laburo, comida y casa. ¡Anita Miles! Hubo un par de días que no tuve donde parar, un par de noches me quedé en la calle y Anita me llevó a su casa, me tiró un colchón. Y bueno, esas cosas uno no se las olvida más. Mario Soria me regaló un juego de platos, el Flaco Echazú un colchón, Rubén Chammé una olla.

– De verdad arrancaste de cero…
– Mi viejo le dice «las inferiores» porque el es futbolero y futbolista. Siempre me decía «vos hacé las inferiores, andá de abajo…», y es verdad.

Todos estos años de gente (y de música)

– Una vez establecido en Salta, ¿tu primer proyecto propio es Giróscopo? ¿Con quienes y cómo surge?
– Sí, surge en 2004 o 2005. Laburé los primeros años con el Chinato Torres y con Ramón Vivas en el disco del Chinato. También quería hacer algo mío porque venía de Buenos Aires con banda de canciones propias, más de corte rock argentino. Quería continuar esa línea y, viendo la escena local, empezamos a juntarnos con el guitarrista Marcelo Avendaño. Jorgito («Corchito» Rodríguez) ya tocaba con él en una banda llamada Éxtasis, pero el guitarrista estaba muy loco y nos quedamos con Jorgito, los dos tocando solos. Pocho Epifanio se sumó ahí nomás, y entre los tres armamos el trío. Después le empecé a tirar onda a Javi Pastrana para que se sume con la guitarra eléctrica, y ahí se termina de formar Giróscopo. Ensayábamos en Soul, en la Caseros. Al tiempo, Pocho se empieza a abrir y se suma Joaquín Correa, que es un baterista muy capo que ahora vive en Australia. Javi se queda un tiempo más y luego se va con Joaquín. Volvemos a quedar solos con Corchito. A finales de 2007 se suma Diego Vilte y el Pelado Vega, con quien tenía muy buena relación de venir tocando con Perro Ciego en Peón de Luna. El venía tocando muy bien la guitarra eléctrica, y le pregunté si se copaba para tocar un tiempito, hasta que consigamos un violero.

– Un tiempito de 10 años… (risas)
– Sí, ya van como 10 años, alucinante. Y además forjamos una relación muy linda. Es un maestro total, aprendo todos los días.

– En el interín entre el primer y el segundo disco de Giróscopo sacas un primer disco solista.
– Sí, es un disco de piano solo. Apuntaba a laburar en hoteles como sesionista, hice un disco mostrando mi faceta más pianística, jazzero, bossa nova. Lo tengo medio olvidado porque no tiene canciones, estaba apuntado a laburar, como una carta de presentación.

– El nuevo disco no va en el camino de este primer disco del que estamos hablando.
– Exacto. Nunca dejé de tocar jazz y además hice muchos laburos con el folclore. Laburé mucho con Los Huayra gracias a los hermanos Rafael y Ramón Vivas y a Javier “Limón” Figueroa. Ellos me han hecho meter en el mundo del folclore. Grabé con Los Nocheros, Los Huayra, Guitarreros, Los 4 de Salta. Eso es un aprendizaje tremendo que amo y atesoro. En 2017 laburé con el «Chacho» Echenique, y eso me pegó tanto que decidí a hacer un proyecto de ese corte. El me dijo: «Mezclá la chaya con la zamba, la chacarera con la cueca, los ritmos peruanos con los argentinos». Como que me impulsó a no tener miedo.

– ¿Cómo llegas a tocar con el Chacho?
– Medio de casualidad porque nos veníamos encontrando a veces en el Paseo de los Poetas. Yo veía que él iba a chusmear a los jóvenes, siempre buscando en las nuevas generaciones. Allá por 2016 le digo: «mire maestro, cuando ande necesitando un pianista, hábleme que aquí estamos», como diciendo que cuando venga a Salta (vive en Buenos Aires) y tenga ganas de tocar y cantar no se quede con las ganas. Y por medio de Diego León, agarró viaje el Chacho. Empezamos a ensayar y me dice que tenemos que tocar en la Serenata a Cafayate. No me sentía a la altura pero me agarró y me convenció. Es un tipo muy agradable, me convenció, laburamos juntos y hasta grabamos una especie de disco en Eko Estudios. No me dio el ok pero tampoco me dijo que lo guarde, no me dijo nada. Por ahí estaba esperando que lo largue yo, y no me animé. 

– El Chacho siempre parece más jovial de lo que es, un chabón que fue futbolista, con otra calle, diferente a los folcloristas y a los músicos académicos. ¿Qué te queda de haber laburado con el?
– Atesoro momentos muy lindos, de incentivarme a arriesgar a tocar cosas distintas, a meter lo que me gusta a mí, que no me inhiba. Lo veo a él y veo la historia de Salta. El tipo tiene 80 años, conoce desde Manuel Castilla y Cayetano Saluzzi, al Dino Saluzzi, al Cuchi Leguizamón, grabó con el Dúo Salteño. Conoce a todos los poetas, a Jacobo Regen, César Perdiguero, Julio Espinoza. Además escribe, es un tipo muy completo. Yo siempre le digo a todos los cineastas que veo que hagan una película del Chacho porque se la merece, y es un tipo que además sabe contar su vida. Musicalmente, cuando laburas con él sentís que podes dar un poco más, que estás aprendiendo y que ellos mismos te piden más, en un lugar de compañero total.

El nuevo disco

– Es notorio en el disco esa veta folclórica fusionada a tu estilo. Contame de tus temas.
– Los dos temas que incluí son de corte folclórico y los demás son homenajes a Salta. Una es una zamba tradicional muy al estilo del Cuchi, que se llama «Diez hojitas de albahaca». Y la otra se llama «Tres Ñandúes» y tiene que ver con un toque de caja que descubrí laburando con Mariana Carrizo. Tocando con ella, invitó a copleros de Iruya y vi que con la caja hacen un toque diferente, no es “ni en 3 ni en 4” (NdR: referencia a un patrón rítmico). No le encontraba el groove y lo grabé. Después de escucharlo muchas veces y tocar el piano encima emulando el ritmo descubrí que es como una especie de 5/8. Tomé esa idea rítmica y en base a eso armé Tres Ñandúes. No es un invento pero es una composición basada en ese ritmo.

– Las otras canciones van desde Leguizamón a Cayetano Saluzzi, parecen ser un homenaje. ¿Por qué elegís esas piezas?
– Me encantan y siento que me quedé muy corto, que es muy caprichosa la selección porque dejé afuera muchas otras cosas como la «Vidala para mi Sombra», por ejemplo. Para los tradicionalistas, tal vez sea insultante poner cosas del Pibe Acosta metidas entre el Cuchi o Falú pero yo creo que volvemos a esto del Chacho: hay que animarse a mezclar, a ponerlos en el mismo lugar. ¿Por qué no?, si habla de la misma cuidad, del mismo amor por Salta. Quizá no la misma música pero si la misma temática.

– En este disco tenes una banda estable y un plantel de invitados.
– Sí, la banda estable está compuesta por Inti Vilte en batería, el Duende Angel Flores en el bajo, Eugenio Tiburcio en clarinete y clarón, Pablito Vaca en el saxo y yo en el piano.

– Y después cada tema va teniendo invitados. 
– Sí, está la India Menéndez en voz, canta en «Santamariana», «Las golondrinas» y «Diez hojitas de albahaca», donde también canta Dieguito León. El “Mecha” Menéndez toca la armónica en «No se quedarme», la Cé Colibrí toca tambores «En el umbral del socavón», donde también toca trompetas y tambores el “Negro” Juan Pablo Mayor.

– Estás sacando las canciones del disco en cuotas. ¿Lo vas a sacar en full, sea físico o digital?
– Sí, lo voy a subir a las redes, por ahora en YouTube. Estoy subiendo los temas de a uno y cuando se suban todos voy a poner el full album. Físico no, me encantaría, pero…

Foto: Carolina Vera

– Muchos proyectos aceptan que sea imposible sacarlo físico. Una cosa es no querer y otra cosa es cuando no se puede. En tu caso, ¿por qué no se puede?
– Me parece que por experiencias anteriores y por las cajas de discos que hay en casa (risas), no se si vale la pena. Es más un gusto personal el físico, de tenerlo como tarjeta personal. Ahora veo que no es tan necesario. 

– En términos de consumos culturales, ¿no te parece que perdemos algo si vamos abandonando el hábito de poner un disco y leer el librito?

– ¡Sin duda! «Disco es cultura», todo lo que envuelve al formato físico tiene que ver con el arte. Si lo descartas dejas el arte gráfico, la tapa, la tipografía, el orden de los temas, el color del disco. Igual, en mi caso, todo eso está. Quiero aclarar que trabajé con Andretti (Andrés Sierra), que hizo la portada del disco, hizo un dibujo por cada tema, una ilustración. También la pensé, en el caso que salga físico ya tengo los dibujos, la tapa, todo. También trabajé con Carolina Grillo y Juance Barrientos que hicieron videos. Pensé en apuntar más para ese lado visual en el formato videoclip más que en el formato físico de un disco en cajita.

Del Caschi al Cuchi

– Te vimos mucho en escena en los proyectos que nombraste. Una de las bandas con las que mas tocaste es Perro Ciego. Ese vínculo ¿cómo se da, desde cuando?
– No recuerdo bien cuando comencé pero fue para grabar Peón de Luna. El tecladista anterior se había ido a España y me llamaron. Grabo sin tener el nivel de conciencia que tengo ahora, era muy chico. Aluciné con los vagos, me encantó la onda, las composiciones, el estilo. Y me invitaron a sumarme a las presentaciones en vivo del disco.

– Sos el tecladista oficial…
– A mí me encanta, yo amo Perro Ciego…

– ¿Qué es lo que más te gusta de la banda?
– Me gusta ese estilo de rock que hacen y el mensaje que dan es muy piola, me gusta mucho como escriben. Me gusta la versatilidad que tienen y como van armando los temas entre ellos. La forma de componer entre el Salchi y el Pelado, ambos componen por separado muy bien. El Pibe tenía sus temas, el Gamba también. Creo que hay una retroalimentación musical que es muy buena. Tienen un mensaje muy claro, no bardean, son gente laburadora y honesta.

– ¿Te ves a tus 60 años de invitado para los 50 años de Perro Ciego? 
– ¡Ojalá que sí! Todos canosos (risas). Justo ahora estoy contento porque me invitaron a tocar Letras Rojas y Rocabola. Lo van a tocar tal como lo hicieron y me convocaron para tocar las partes que hizo el Rata, así que buenísimo.

– No deja de ser llamativo que muchos músicos que vienen a Salta, sea de paso o para vivir terminan siendo «Salieris del Cuchi». ¿A vos te pega en Salta o lo traes de antes? 
– De antes. Por suerte donde yo estudié, la Escuela de Música de Buenos Aires (EMBA), tiene un pefil muy jazzero, de rock, blues y folclore, música argentina. Estudiando piano me llegan partituras del Cuchi, tuve que tocar «La Pomeña». Mi profe de piano me pasó casettes del Dúo Salteño.

– Y de pianista a pianista, ¿Qué es lo que más te gusta del Cuchi?
– Me encanta todo, no hay nada en que no sobresalga. El tipo tocando el piano es único, tiene una forma de tocar que no hay otro. Inclusive las composiciones son geniales por las manos izquierdas, por las armonizaciones que utiliza. Las melodías son de un diseño originalísimo.

– ¿Hay un aspecto del Cuchi que consideras subvalorado por quienes usualmente refieren a él?
– Para los pianistas no hay tantísimo de folclore. Tenes Ariel Ramirez o Adolfo Abalos pero no hay tanto. Tenerlo al Cuchi de referente, con lo que escribió y grabó es una cosa grandiosa que se puede comparar a Telonius Monk o a cualquier otro pianista. No está ni por encima por abajo, está a la misma altura de Bill Evans o de esos tipos para mí, yo lo pongo en ese lugar.

Foto: Facebook Leo Goldstein

El agujero interior

– Actualmente hay un reclamo por una Ley de Emergencia Cultural. ¿Cómo ves la situación general de la cultura en Salta y por qué crees que los artistas no pueden vivir de la música? ¿Por qué en momentos como estos terminan en emergencia?
– Es muy difícil encarar el tema porque los que venimos trabajando para el Estado venimos bien, tenemos un sueldo. Pero los músicos y artistas sin un ingreso fijo ahora se ven en jaque porque no pueden salir a tocar, los bares no los pueden recibir y la gente tampoco quiere ir mucho. Entonces, es muy dificil. Yo no se como contenerlos pero si tuviese que hacer algo, los ayudaría económicamente, financiando sus proyectos. O si demuestran que venían tocando, tratar de mantenerle esa paga hasta que puedan volver a hacerlo. Si estaban haciendo una producción, financiarla para que la terminen y puedan continuar.

– Fuera del plantel de músicxs que enseñan en los distintos dispositivos estatales parece que no hay una posibilidad para trabajar fijo y en blanco, como en un bar u hotel con un recibo de sueldo.
– Eso no existe en realidad, el músico no cobra en blanco las tocadas, es plata en negro. 

– ¿Cuando pase la pandemia deberíamos poder reflexionar sobre como cuidamos los derechos de los músicos? Derechos de intérprete, de compositores, una obra social.
– Es complejo ese tema porque deberíamos tener la obra social, algo donde el Estado nos pueda contener, toquemos o no. Ahora si no tocas estás en el horno. Pero si tuvieramos una obra social, si tenes hijos un ingreso universal para los músicos, que se yo. También, ¿cómo demostras que venías viviendo de eso? Porque los bares no te quieren poner en blanco porque no les conviene. Es bien complejo, yo me mato pensando estos días, pienso en Matías Aguilera que es un musicazo, pienso en la India Menéndez, en los tamborileros o en la gente que antes venía tocando y ganando un mango y ahora no lo tiene. ¿Cómo haces para que esa gente se mantenga en la música? Veo que hay muchas quejas y me embola, porque somos re quejosos pero no proponemos nada. Además la gestión de Cultura está dando pasos en falso, haciendo cosas que solamente parecen ser como para decir «bueno… estamos haciendo algo». Realmente no están paliando la crisis con los músicos, tampoco se como deberían hacerlo, por eso no me quiero subir a eso de «Ah, Sansone tal cosa», porque no me quiero poner en ese lugar. Tampoco se que hacer yo si estuviera ahí, no se como hacerlo sinceramente.

La yapa

– ¿Que estas escuchando ahora?
– Estoy escuchando lo que editó la familia de Spinetta, «Ya no mires atrás». Son unos 6 o 7 temas que quedaron ocultos del Spinetta que me encanta. Escucho mucha radio, de Salta y de Buenos Aires.

– ¿Tus programas favoritos?
– Me gusta mucho FM La Plaza, FM Noticias, escucho Qué poder dar?, a Tognetti. Siempre es hoy, el programa de Buenos Aires. De acá, en FM Noticias escucho La madre que las parió, trato de variar un poquito.

– Leo, ¿Salta es tu lugar en el mundo?
– Justo ayer pensaba en eso. Estoy saliendo mucho a andar en bici y pensaba en la gente que anda como con casas rodantes, eso de de despertarse cada mañana en un lugar diferente. Y no, yo me quiero despertar todos los días en Salta porque me parece que es el lugar más hermoso del mundo. Cuanto más vivo acá más me gusta, quiero que mis hijos vivan y se desarrollen acá. Estoy convencido que la Argentina comienza acá, en Salta y Jujuy, que el país se tiene que ver de esa manera. Las oportunidades también están acá, a mi me pasó eso cuando llegué de Buenos Aires, al revés de todo el mundo que se quiere ir a Buenos Aires o a Córdoba. Al final, las oportunidades están donde vos las encontras. Amo a Salta, su gente, su música, cada vez me gusta más. Obviamente que tiene sus contras como toda provincia feudalista, pero entre quienes nos gusta la música y los proyectos, nos encontramos y sumamos. Gente como ustedes que le dan bola a los músicos independientes, que también hacemos nuestras cosas, dan ganas de quedarse. Siento que Salta me abrazó y no puedo hacer otra cosa más que abrazarme con Salta. Mi post vida va a ser acá, no lo dudes.