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Iorio | Solo la música puede darme amor

Miro a través del vidrio rayado del Chevy, escucho “Toro y Pampa”, respiro profundo y me aferro impotente al pasado sabiendo que los tiempos mejores ya no vendrán.

Texto: Rodrigo Juarez

En medio de una calle de tierra la noticia llegó como una daga al corazón. Ricardo Iorio, el padre del metal argento, ha muerto. Me miraban pero nadie preguntó qué pasaba.

Me aleje en solitario buscando alguien que apacigüe este tipo de dolor, que es distinto. Con la humedad en los ojos y buceando en los recuerdos agradecí esas canciones que ayudaron en momentos de rebeldía a ver las cosas desde otro punto. Panfletos de la lucha diaria, letras que identificaban el sentir adolescente y trabajador, recitales compartidos donde fuimos felices y nos fundíamos en un abrazo con desconocidos.

Reflexión y silencio profundo, transitar errante es humano y cada uno recogerá las hojas de su otoño. La muerte es bondadosa y los verdugos sin espejo se convierten en lo que dicen detestar.

Miro a través del vidrio rayado del Chevy, escucho “Toro y Pampa”, respiro profundo y me aferro impotente al pasado sabiendo que los tiempos mejores ya no vendrán. Quedará el amor de tu música y la simpleza de seguir forjando amistad, compartiendo en algún rincón donde se pueda prender fuego, viviéndolo como si fuera el último.

¿Adónde ves ahora algo en mí que no detestes? Tu música me alegró, hasta el fin de los tiempos Ricardo, siempre en mi corazón.