Coberturas

Barrabino en vivo

Carlos Barrabino y su banda se presentaron en el Centro Cultural América, repasando temas clásicos y adelantando nuevo material. RS se hizo presente y te lo cuenta.

Entre un Quinteto, El Cuchi y El Barba

Carlos Barrabino atraviesa una de las dos puertas de acceso del extraordinario Salón Blanco del Centro Cultural América y se reposa al lado del escenario para ultimar detalles. El salón, todavía vacío, ya se encuentra listo para albergar a no más de cien personas: es amplio, delicadamente vestido de paredes blancas con detalles amarillos que se reflejan en dos grandes espejos ubicados a los costados.
 
En esta oportunidad Barrabino se presenta en formato quinteto acompañado por Luis Román (Bajo), un antiguo compañero de La Imaginaria, aquella banda bautizada en base a una novela del salteño Carlos Müller. El grupo se complementa con amigos de su camino como solista: Laura Cáceres (Percusión, coros), Emiliano Herrera (Batería) y Gabriela Del Cid (violín, coros).
 
La cita surge a modo de despedida de año con ganas de mostrar nuevas canciones, a incluirse en el sucesor de Un Ir (2010), último trabajo de un Barrabino que curiosea entre ritmos y pintorescos paisajes del interior de Salta. En su música se pueden encontrar tonadas candomberas del Río de la Plata, zambas, huaynos y carnavalitos atravesados con una dulce guitarra acústica que lo tiñe con un poco de la fórmula Johansen/Drexler. Y todo teniendo en cuenta sus andanzas con su ex banda a mediados de los años ’90, cuando grababan discos con aires más rockeros, que incluían el siempre presente sonido del violín que aún hoy conserva en su producción solista.
 
barrabino quinteto
 
El show arrancó pasadas las 22 con “Caminando Pensando”. Después vino “Qué Parece”, con unas palabras interesantes del artista al finalizar la canción, haciendo hincapié en la disposición de lugares para shows en vivo: “Miren donde estamos, un lugar increíble… parece que de a poquito vamos democratizando los lugares para tocar”.
 
Barrabino ha tocado contadas veces este año, ya que le gusta buscar comodidad ante todas las cosas, para él y sus músicos: “somos un poco quisquillosos, tenemos ganas de tocar lo mejor que se pueda, en lugares adecuado con un sonido bueno…y nos gusta muchísimo que nos paguen”, dijo alguna vez en una entrevista radial, escondido en risas que dibujan la sincera realidad de un músico independiente que a veces se ve obligado a rebajar su calidad artística por casi nada.  

El momento de nostalgia para los pocos que lo sabían llegó con “Cuestión De Sangre”, tema reflotado del viejo repertorio de La Imaginaria, después llegaron “Vidala Llevame A Casa” y “Canción Imposible”, todas canciones incluidas en Un Ir.

Hubiese sido más agradable escuchar con más volumen los coros y la percusión que, en momentos, se perdía en medio de la guitarra y la batería. “Nuevos Fuegos” y “Los Gigantes” siguieron en la lista, incluyendo la proyección de un corto que iba ilustrando los sonidos e imágenes del interior salteño en el último tema. Esa jugada visual se repitió con “Proyecto Estaciones”, al proyectar fotos capturadas por Román, el bajista, de antiguas estaciones de trenes de localidades perdidas en el interior de la provincia. “Nos chiflan los trenes”, advierte Barrabino al micrófono y pide la colaboración de otras fotos de aquellos que padecen la misma debilidad por los vagones y andenes.
 
barrabino quinteto
 
El show fue concluyendo con “La Marcha De Los Machados” y “Esta Sed”, dos canciones dedicadas a los eternos amanecidos que Barrabino suele apreciar los domingos por la mañana allá en Vaqueros, canciones que dibujan a un machado dormido en un zanjón “abrazando la bicicleta y el bolsón”,  y que al mismo tiempo, te invitan a saciar la macha recorriendo los Valles Calchaquíes y bodegas nacionales: “quisiera naufragar en un tonel, de vino torrontés de Cafayate, ahogar mi timidez, mi estupidez con una damajuana en Salsacate…”.
La última en sonar fue “Promesas Al Amanecer”, otra canción reflotada desde La Imaginaria para cerrar una noche “tranquilos, con un tema lento”.

Después del final sólo quedaron los amigos cercanos, familiares y demás curiosos que se acercaron a los artistas a saludar y felicitar por el show, un repertorio tranquilo y comestible para pasar una buena velada inmersos en los viajes mentales de la música del porteño Barrabino, más salteño que nunca.