Bruno Solari

Capítulo Cuatro

Palacio Tomás Adolfo Ducó, viernes 19 de noviembre de 1993

Un año de trabajo. Un año menos en mi vida, un año de vivir en la década del noventa, en 1992. Pero todo funcionó perfectamente.

Haber enamorado a la hermana del sonidista sirvió para que el pobre de Rubén me invitara a ver el show desde la carpa de sonido. Ahora que acaba de terminar el concierto y estoy en el baño del estadio con mi primera copia de uno de los videos perdidos puedo decir que mi misión empieza a concretarse.

Lo siento mucho por Marta, era una buena chica y no se merece que la abandone de la manera en que estoy por hacerlo. Este año fue bueno y realmente la pasamos bien en nuestro fin de semana en Mar de Ajó, comiendo sus milanesas y disfrutando de las tardes; pero me debo a mi destino.

Me debo a mi extraño objetivo, a mi sangre familiar, que me exige conseguir todas y cada una de las imágenes que mi papá necesita para que su vida no se descarrile y desemboque en un espiral autodestructivo que tire por la borda una vida de pelada brillante e inexpugnable.

Publicado en la revista Rock Salta Nº5, en el mes de septiembre de 2011