Libros

Canciones argentinas, de Sergio Pujol

El libro pasa revista al canon de la música popular del país.

A diez años de su edición, el libro Canciones argentinas de Sergio Pujol sigue siendo un excelente catálogo para repasar o introducirse en esa compleja estructura que se forma al mezclar rock, folclore, tango, boleros, jazz, cumbias y cuartetos y que para no andar con tantas vueltas llamamos música popular.  

¿Pueden tener algo que ver las canciones de Patricio Rey con los tangos de Gardel? ¿Hay algo en común entre las noches de bohemia del Cuchi Leguizamón en Salta y las de Luca Prodan por los suburbios de la gran ciudad? ¿Se puede entender la historia de un país, su idiosincrasia a lo largo del siglo XX a través de sus canciones? La respuesta quizás no esté soplando en el viento porque ése es el tema de un cantante foráneo, pero sí puede estar a partir de las páginas de este libro o en los versos de las obras que contiene. 

Radiografía de todos los instantes, Canciones argentinas permite ver la evolución de la música popular en las distintas décadas. El tango, luego el folclore como eje, más tarde el rock como género dominante. ¿Qué hubiera pasado si el libro se siguiera escribiendo en estos años? ¿El trap tendría lugar? Hablamos con el historiador y ensayista platense al respecto.  

¿Cuántas canciones tenías en la lista original?  ¿Cuáles fueron las que más te costó sacar de la lista final? 
– Hice un listado de cerca de 200 canciones, luego sometida a un trabajo de pre selección bastante arduo, hasta arribar al caprichoso número de 140. Cada una de las canciones que saqué me costó: no tanto como al personaje de La decisión de Sofía, pero me costó.
– En el libro contás que casi dejás afuera una canción fundamental. ¿Recordás cuál era?
– “El humahuaqueño”. En mi memoria figuraba como tema boliviano. Y creo que en la memoria de su compositor, Edmundo Zaldívar, también. Zaldívar escribió la canción antes de haber pisado la Quebrada de Humahuaca. Un día lo estaba tarareando y mi mujer de entonces me dijo “Esa está, ¿no?”. A tiempo. Creo que si hubiera tarareado más canciones frente a la gente habría evitado más omisiones.
¿Cómo trabajaste? ¿Hiciste entrevistas? ¿Escuchabas más de una versión de la misma canción? 
– A diferencia del resto de mis libros, me propuse trabajar sin salir de mi estudio (en realidad, tendría que haber esperado época de pandemia para hacerlo). Hice algunas consultas vía mail, pero en general opté por el género del ensayo antes que del de investigación. Digo ensayo en el sentido clásico o literario del término.
La cumbia y el cuarteto están ausentes. ¿Por qué quedaron afuera teniendo exponentes populares tan grandes?
– No están ausentes. “Fuiste” de Gilda y “Quién se ha tomado todo el vino” son buenos representantes de ambos géneros. Es verdad que no hay más ejemplos, tal vez porque de las músicas de baile social ya había dado cuenta en mi libro Historia del baile. De la milonga a la disco.
En la Introducción reconocés que las canciones de la etapa 2000-2010 eran más una apuesta que una certeza. ¿Cómo ves hoy la elección de esos temas? ¿Alguno que no entró tendría que haber estado?
– Creo que la elección de los temas temporalmente más próximos al momento de la escritura fue la correcta. A diferencia de lo que pensé mientras lo hacía, el libro gana interés a medida que se acerca al mundo contemporáneo.  En cuanto a olvidos, hubo uno de un período anterior: “Mi viejo” de Piero- José Tcherkaski. Imperdonable. Me jugó en contra cierto prejuicio con Piero, para qué negarlo. Dicho sea de paso, así lo conocí a José: me increpó por el olvido, y terminamos haciéndonos amigos. También pondría más chamamé y rasguido doble.
– ¿Qué canciones agregarías para una etapa 2010-2020?
– No lo he pensado mucho. Es un libro “cerrado”, en la medida que abarca un ciclo de larga duración completo, de 1910 a 2010. Pero supongo que no podrían faltar temas de Acorazado Potemkin, El Mató… y algo de trap, aunque no tengo idea qué sería.
– ¿Cómo influye en la trascendencia de las canciones la manera actual de escuchar y difundir música?
– No sabría decirlo con precisión, pero la conclusión parcial que extraigo es que en esta época de playlists y algoritmos las razones por las cuales una canción trasciende y otra no sigue teniendo mucho de misterio. Más allá de la desmaterialización del disco y la crisis del concepto de “álbum”, las canciones sobreviven a todo, son invencibles. Algo de eso dije en el prólogo, y ahora lo reafirmo. 
– ¿Nos recomendás un libro sobre música que te guste? Puede ser cualquier género.  
– Hablando de canciones, Las mil y una vidas de las canciones de Abel Gilbert y Martín Liut (compiladores) está muy bien.

Escuchá la lista con las canciones del libro: