(Verdades que brotaron un frio día escuchando a la gran Nina Miranda, viendo cómo un joven le preguntaba “¿No tiene home banking?” a un jubilado.)
Lejos de creer en la existencia de una única verdad y teniendo en cuenta que los tiempos actuales son distintos, de a poco pero a paso firme intentaremos, poniendo todo como siempre (¿si no para qué?), transitar el controversial y difícil camino de demostrar que existen múltiples lecturas y análisis de conceptos o estructuras que ya son parte de nosotros. Porque “así es el rock” y así debe ser, rebelde e imberbe. Porque sólo el tiempo y el estar expuesto a situaciones van a ir formando nuestra experiencia.
Como siempre hemos dicho, “las cosas se aprenden de chico”. Lo bueno o malo, según las referencias o el ejemplo a seguir. Si fuiste un padre opresor tu hijo querrá ocupar tu lugar maltratando a quien corresponda según el orden jerárquico. O capaz que no, ¿quién sabe? Y si así pasara esto no se termina más. Por si te importa, no esperes que en las reuniones con familias amigas, digan “es que tu hije te salió piola”. No es así la cosa. Ojo, no estamos pidiendo la cabeza del macho alfa lomo plateado opresor (aunque en muchos casos sería la solución). Tampoco viajar en el tiempo hasta ese momento que callamos y tendríamos que haber dicho algo. La vieja escuela decretaba que al mayor no se lo contradecía. Y ese falso respeto en muchos casos fue miedo al posible castigo, llevando una vida basada en la creencia de la dominación, lo cual, claro, ayuda para mantener el orden cultural entre “mandadores y mandados”.
Cada uno tiene una historia. Por algo “es lo que es“ y ese dato no es menor. Tampoco se trata de crear mundos paralelos modificando las decisiones tomadas para cambiar el resultado. ¿Cuántas veces pensamos en eso? Como si fuera posible. El tiempo ha pasado de distintas formas para todos.
Lo que sí depende de nosotros es tratar de llegar a esas distintas verdades a través del análisis, en busca de fallas o contradicciones de todo esto que hemos aprendido de chicos, para que se desmorone o no todo aquello que está mal. Con tan solo pensar en las ganas de poder vivir en libertad y con respeto.
Difícil tarea la de purgar lo que nos han enseñado, pero es menester. Eso también es rock. Comprá un vino y dedicate a desarmar recuerdos, entrelazar actitudes. A ver cómo nos pega esto de revisar viejos libros guardados de los que nunca dudamos pero que ejecutamos al pie de la letra, como robots de doble moral, porque así nos enseñaron. Que siga o no, depende de nosotros, para que de una buena vez podamos quedar bien con nosotros mismos. Somos lo que hacemos. Hay que hacerse cargo sin buscar culpables. Nuestros padres hicieron lo que pudieron, dieron todo y estuvo bien, en su momento era distinto. Hoy no nos queda otra que desarmar algunos de esos conceptos valorando aquellos que sí estuvieron bien. Estamos dentro de esta piel y aunque muchas veces nos odiemos por lo que hicimos ya estamos acá y no nos dejará ir. ¿Hay algo más heavy metal que eso? No sé, quizás sí (lo de Mentalo, 1987, es tremendo; Battle Cry con su disco conceptual, demoledor). Pero mirarse y cantarse las verdades es Black Metal con coágulos celeste o rosa según corresponda. Todas éstas órdenes y discursos solo dividen, subestimando nuestra capacidad de análisis e inteligencia. Ya nada es lo mismo y los derechos que todavía no se ganaron solo será cuestión de tiempo para que decanten. Nuestros hijos ya son una versión mejorada, lo cuál asegura un futuro mejor, sin las mochilas de las frustraciones de sus padres. Viviendo en libertad, sin restricciones de género y sobre todo con respeto. Como dijimos al comienzo, intentaremos de a poco, pero a paso firme, resetear algunas cosas. Es por esto que la Chevy no quiso arrancar, entendiendo a todos aquellos que poseen la capacidad de separar vida personal de la artística. Muchos dirán “¿qué vamos a escuchar, entonces?”. Nada, jajaja. No estamos juzgando a nadie en particular. No se trata de eso. ¿Quiénes somos para eso? Pero hay cosas que ya no van. Todo ha cambiado y tratar de alcanzar la coherencia entre lo que uno dice y hace es el gran desafío tanto para el público como para los artistas. El termómetro social, como ya sabemos, es la milanesa. Entonces, cuando ya no haya escraches en las redes porque se murieron o arrepintieron o porque siguen coimeando para mantener el estatus, igual, sean culpables o no, ya no volverán. La condena social es tremenda. Cuando eso pase habremos ganado una de las tantas batallas como sociedad y las huestes dormirán tranquilas. Pedirán para comer una milanesa completa, reinará la empatía, serán felices y harán las cosas bien, aunque nadie los esté mirando.