El guitarrista y la mánager de los Redondos vivieron en nuestra provincia a mediados de los setenta.
Antes de convertirse en el guitarrista y en la mánager de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, Skay Beilinson y la Negra Poli se instalaron en nuestra provincia. Fue a mediados de los setenta. La pareja vivió en un campo en la zona de Metán que era propiedad del padre del músico.
“La historia empezó en el año 76, que vino el golpe militar. La Plata se puso muy jodida, tuvimos dos allanamientos. Y nos salió la posibilidad de ir a Salta. Mi viejo había comprado unas tierras ahí con otra gente, a cien kilómetros de El Galpón, por San José de Orquera. Ahora se hizo el dique El Tunal, en aquel momento no había nada. Era más o menos como el impenetrable”, le contó Skay a la revista Rock Salta.
Skay y Poli estuvieron unos tres años en Salta. Desde aquí pudieron conocer todo el Noroeste y relacionarse con la bohemia salteña. Allí establecieron los contactos para lo que fue el primer concierto de Patricio Rey el 4 de enero de 1978 en el bar El Polaco, que estaba ubicado en calle Deán Funes, entre España y Caseros.
En ese campo, Skay y Poli debían administrar campos de zapallos y porotos. “Pero era extremadamente difícil, porque cuando no se inundaba había una sequía espantosa. Dependías de la lluvia. O se inundaba o había sequía. Por otro lado, las tierras todavía no estaban listas, estaba terminándose el desmonte y además lo habían empezado en la época equivocada, en la época de lluvia, entonces los cordones estaban llenos de barro. Pero lo interesante fue llegar a ese lugar y conocer a esa gente alucinante. Nosotros, al principio, dormíamos arriba de la camioneta porque no había dónde parar. Era el medio del monte”, recordaba Skay.
En esos campos no había demasiada población. “Vivía una gente acá, a los cinco kilómetros vivía otro”, contaba el violero, que se conmovió por la situación de los habitantes de la zona. Notó que eran personas despojadas de todo confort citadino, gente “casi nómade” que debía ir y venir sin un hogar definido donde establecerse. Entonces se le ocurrió hacer algo para ayudarlos.
“Nosotros, viendo su situación, que los echaban de todos lados; fuimos a hablar con la gente de acá (de Buenos Aires) y les dijimos ‘mire, a ustedes no les cuesta nada dar un terreno a esta gente, que siempre los están echando’. Hacemos un bien para la gente y también puede servir para la finca. Estuvieron de acuerdo, todo fenómeno. Entonces les dieron las tierras con papeles: un terreno de 20 por 50 cada uno, una cosa así. Y pensamos que el mejor lugar era al lado de la ruta, que estén juntos. La ruta era el lugar donde pasaba todo”, contaba Skay.
La decisión fue pésima. Skay recordó que las buenas intenciones también pueden lograr algo desastroso. “Fue lo peor que pudimos hacer, porque estaban acostumbrados a vivir uno acá, el otro a los cinco kilómetros. Entonces empezaron las peleas: que estas gallinas son mías. Hicimos un desastre”, decía.
Skay y Poli siguieron en Salta un tiempo más hasta que el proyecto de la finca no prosperó. “Hacía falta una inversión muy grande y esperar mucho tiempo para que eso pudiera ser rentable. Entonces decidieron vender y terminó” , contaba. La pareja luego se instaló en Mendoza, donde trabajaron en una bodega que no daba muchas ganancias.
Leé la entrevista completa a Skay en el número 15 de la revista Rock Salta.