En su flamante libro de memorias, Vitico relata una increíble historia ocurrida en nuestra provincia.
A principios de los 80, Riff era una de las bandas más reconocidas y escandalosas del país. El grupo de Pappo, Vitico, Michel Peyronel y Boff convocaba a miles de fans y los escándalos no se hacían esperar.
Con su ropa negra y sonido pesado, el grupo se volvió muy pronto una amenaza para la pacata Argentina que todavía intentaba salir de las ataduras castrenses. Los cuatro músicos causaban y sufrían “problemas en todos lados”. En ese contexto se dio una situación entre ridícula y graciosa en nuestra provincia. Lo cuenta Vitico en su flamante libro de memorias El canciller, publicado por la editorial Planeta.
“Nos divertimos mucho en las giras. Donde veíamos una luz roja, Pappo y yo bajábamos: ¡cabaret!”, cuenta el bajista en el libro. “Pero había lugares del país donde no se nos permitía pisar. En la Mesopotamia estaban convencidos de que nosotros éramos enviados del diablo y de que lo llevábamos dentro. Peor fue en Salta”, sigue.
“Nosotros teníamos vendido un show en Jujuy y debíamos atravesar la provincia para llegar. El obispo de Salta decidió que no se nos diera permiso para cruzar el territorio de la provincia. Se sabe que Salta es un basión católico. Entonces tuvimos que ir disfrazados en distintos taxis, todos por separado, hasta llegar a Jujuy”, relata Vitico, nacido en 1948 como Víctor Bereciartúa.
Una vez que pudieron atravesar Salta y llegaron a Jujuy, los Riff se relajaron. “Ahí era muy distinto todo. Hay mucha influencia de Bolivia, mucha merca y la cultura es mucho más pagana”, cierra Vitico.