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León Gieco en La Caldera: Siempre hay un motivo para decir “Gracias, León”

Todos reconocemos a León y sabemos que es una leyenda viva del rock nacional. En La Caldera nos invitó a conocer todas sus etapas. RS te cuenta más.

Foto gentileza de Santiago Lofeudo

El recital que ofreció León Gieco en el escenario de La Caldera fue el mismo que vimos en la Serenata a Cafayate 2009: un concierto que abarcó toda su historia, desde los comienzos en festivales como El Acusticazo hasta estos años de crónicas musicales. Cuando León invitó a todos a ver las pantallas, nos trasladamos hasta el inicio de la década del 70, y si bien la imagen proyectada es muy conocida y se vio cientos de veces, fue muy fuerte verlo joven, sentado, cantando “Hombres de hierro”, en una Argentina que era otro país, que tenía a Perón vivo y a punto de volver, a una dictadura todavía dormida que no se había chupado a treinta mil personas ni había mandado a otros a morir cagados de frío en el sur; y que carecía de tipos como Maradona y Charly, que hoy en día pareciera que están instalados en el inconsciente colectivo desde más o menos la Revolución de Mayo.

Al mismo tiempo, el rock argentino era otro. Casi no era, en realidad. Sólo habían pasado cinco años desde la edición de “La balsa” y sus fundadores recién daban los primeros pasos en un movimiento que, por ejemplo, estaba obligado a realizar recitales los domingos a la mañana, cuando los teatros no tenían ocupada su programación con espectáculos más exitosos.

En La Caldera se pudo ver en las pantallas y escuchar en las canciones el desarrollo, la evolución y la decadencia de nuestro rock, que también encierra al propio León. También pudimos darnos cuenta (por si todavía quedaba alguna duda) de que el rock argento es sin dudas la banda sonora por excelencia de los últimos cuarenta años en este país. Ni el folclore ni el tango calaron tan hondo en la gente, o parieron canciones tan representativas ni músicos de la envergadura de los que surgieron desde ese bendito 1967.

Lo que ofreció León sobre el escenario es su historia y también la nuestra. Sus canciones son él y somos nosotros. Nos mostró que su obra y la de sus pares están mucho más adentro nuestro de lo que creemos, aunque hayamos crecido a cientos o miles de kilómetros del lugar donde sucedieron las cosas; y a pesar de que el DNI de muchos muestre un año de nacimiento posterior al de la creación de la mayoría de los temas que sonaron en La Caldera.

Uno también es parte de esa historia y ésa identificación quizás sea el motivo principal por el que aún cantamos y disfrutamos de los temas de Gieco, a pesar de que hace años se alejó de su pico creativo y de que la lista de sus shows se haya convertido en un grandes éxitos inmodificable que deja de lado las sorpresas. Será que hay canciones que no deben ser olvidadas ni silenciadas y se deben cantar por siempre, y el deber de cada uno de nosotros sea difundirlas y agradecerle a su creador por interpretarlas durante toda su vida. Ahí es cuando uno recuerda a Ciro Pertusi y repite: siempre hay un motivo para decir “Gracias, León”.

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