Entrevistas

La venganza de los freaks

¿Qué sale de la combinación de cine under, cómics, funk, Eroticón y Spinetta? Illya Kuryaki & The Valderramas, el dúo más deforme del rock argentino, volvió a Salta después de quince años, recordó sus años de formación y habló de Chances, su excelente disco de regreso.

Luego de diez años de separación, la hermandad musical y afectiva que conformaban Dante Spinetta y Emmanuel Horvilleur ha regresado. Con ello, levantaron el alicaído rock de estadios argentino, tan falto de exponentes ante la disolución constante de bandas emblemáticas. En este regreso, los Illya Kuryaki & The Valderramas parieron un gran disco con el funk como estandarte: Chances (2012). A medida que pasan los meses este trabajo va dejando canciones desperdigadas en los rankings de las FM más escuchadas, atrayendo a un nuevo público que quizás no los conocía, y sumándole seguidores a una banda que marcó a fuego los oídos y las mentes que surcaron la adolescencia en los noventa.

“¿Esta foto es de tu papá?”, le pregunta Dante a su amigo, mientras ven sobre la mesa de la sala donde se realiza la entrevista, su discografía en CD. Como un par de niños, abren las cajas de los discos y bucean en los libritos observando el arte y los dibujos de sus propios discos. Seguramente no son pocos los recuerdos que se despiertan en ellos. Luis Alberto Spinetta y el fotógrafo EduardoDylanMartí, sus padres y “deformadores”, eran muy buenos amigos y eso se continuó en la siguiente generación. “Mañana serán poder”, fueron las palabras que alguna vez pronunció el Flaco a fines de los ochenta, cuando los dos (por entonces) niños integraban Pechugo, el grupo que parodiaba a Menudo y que grabó coros en “El mono tremendo”. Mediante un par de clics uno puede acceder a varios videos en la web de esta banda infantil que nació como chiste por parte de sus viejos, pero del cual terminarían germinando las bases Kuryaki.

Promediando los 16 años y con el hit “Es tuya Juan”, de Fabrico Cuero (1991), su primer disco; sentaron las bases del rap en el país. La evolución musical iba a evidenciarse con cada nuevo material, llegando a una masividad gigante a mitad de los noventa a cuestas de “Abarajame”, hoy en día convertido en clásico y el tema al que suelen acudir en esta gira de regreso para cerrar sus shows. Mega recitales, cargados con todo el arsenal de sonidos del grupo hardcore, rap, canción, funk y sobre todo un desborde de energía.

Esta charla a solas con Rock Salta es un viaje al corazón creativo de este par de malhablados, sexópatas y freaks que el rock vernáculo de antaño miraba con ceño fruncido y que hoy los abraza como hijos pródigos y redentores.

 

– ¿Cómo se sienten con la respuesta de la gente hacia el disco? La prensa lo recibió muy bien.

Dante: Re bien, la gente. Nosotros trabajamos mucho en el disco, no queríamos hacer cualquier cosa. Viste que a veces las vueltas, los regresos, son más bien un compilado de grandes éxitos y dos, tres temas nuevos. Nosotros dijimos que si volvemos, volvemos de verdad. Nos metemos en el estudio y diseñamos un nuevo sonido, una nueva parada para nosotros. Un nuevo mundo. Y el disco está pegando re zarpado con la gente. Justamente, superó hasta nuestras expectativas. Cada día que terminábamos de mezclar un tema en Los Angeles lo poníamos en la camioneta, estábamos con nuestros hijos, lo poníamos y veíamos si funcionaba. Después, decíamos “bueno, este tema explota, éste está bueno”. Pero cuando escuchamos todo el disco entero dijimos “lo hicimos”. Y la gente lo está acompañando increíblemente al disco. Aparte, con el boca en boca se corrió la bola hasta en países que salió después. Ya lo tenían, se lo habían bajado, lo compraron por ahí. Se generó una pelota re grosa con el disco, así que re cebados.

Pero se tomaron su tiempo para grabarlo.

D: Sí, grabamos casi un año entero, parando bastante tiempo también. Pero le dimos esa madurez, digamos. Que madure el disco, que leve la masa. Lo producimos junto a Rafael Arcaute y la idea era esa. Darnos el gusto y generar, digamos elegir, de las treinta y pico de canciones que armamos para el disco quedaron éstas. Elegimos también las que más hicimos entre los dos, las más Kuryaki de todas, para que representen realmente la mezcla. Había una riqueza especial y un concepto que estaba bueno cuando hacíamos todo junto. Capaz en algunos temas sí hay una música que es más de uno o del otro, pero las líricas las hicimos 100% los dos en el disco.

¿Notan que con este regreso pasaron de ser los freaks de los 90 a ser una especie de héroes del rock? ¿Sienten que ahora hay una aceptación distinta?

Emmanuel: Sí, un poco sí. Creo que el tiempo también como que aplaca un poco todo y enaltece también mucho. Nuestros discos con el tiempo tomaron un vuelo y un poder que se lo dio la gente. Eso a nosotros, obviamente, nos pone muy contentos. Tocar canciones como “Expedición al Klama Hama” o “Chaco” en vivo, que a esta altura han tomado fuerza, se han convertido como en himnos.

D: Sí, nos ha pasado, por ejemplo, de ir a Colombia a un festival donde había un montón de bandas colombianas y que nos vengan a decir “boludo, no saben lo que son para nosotros, arrancamos por ustedes”. Había unos que se habían emocionado, entonces decís “qué groso”. O sea, con el tiempo la música maduró re bien. Hay muchas generaciones nuevas y de golpe somos más populares ahora que cuando nos separamos, ¿viste? Es muy loco. Obviamente que todo el trabajo que hicimos como solistas también sumó y conectó a un montón de generaciones. Un público que capaz se nos unió en los discos solistas y cuando estábamos con Kuryaki eran muy chiquitos, y ahora descubre Illya Kuryaki en los 90 y Chances. Igualmente, hoy en día está más aceptado el mestizaje musical que en otra época. Éramos medio herejes en el mundo del rock argentino, que era mucho más el rock, el heavy, el hardcore. Nosotros salimos todos re deformados y bueno, que la banquen también. No somos una banda para la batea, estamos en la batea estelar digamos. Queremos deformar, que la gente flasheé y nosotros también. No queremos tener límites. ¿Por qué hay que tener límites en el arte, en la música? El límite te lo ponés vos y es una cagada tener que tener un límite para pertenecer. Yo quiero pertenecer a esa tribu libre, nómade, mestiza. Esa es nuestra tribu también.

En la parte musical del disco se nota mucho una nueva tendencia mundial, que es la idea del rock para la pista de baile, para que se escuche en los boliches, en los dance floor, en los pubs. ¿Sienten que la música va para ahí?

D: Nosotros siempre pensamos eso, pero no porque vaya para ahí o no. Nosotros crecimos escuchando funk, hip hop y todo eso que se genera en la pista de baile. Y cuando vos escuchas a Funkadelic en los 70, para mí no hay banda más rockera que esa. Unos negros en pañales tocando todos re sacados con un bajo con cinco salidas de plug, con distorsión, ¿entendés? Eso para mí es rock, lo mismo que James Brown tocando con dos bateros en el año 69, 70, no sé. Eso para mí es lo mismo que el rock. Es la actitud de subir al escenario y romper todo. El baile me parece que en un momento se subestimó. Como que la música bailable era una mierda. Y había música bailable que era una mierda y otra que no.

Hace unos años atrás, cuando apareció Calle 13, los dos por su lado decían que sentían que estaba el espíritu Kuryaki ahí. ¿En qué otras bandas presienten que sus integrantes escucharon lo que ustedes hicieron?

E: Se me viene Miss Bolivia ahora, por ejemplo, que hizo ahí un cover de “Chaco”, una versión que estaba buena, que le dio el color de su música. Pero hay muchos, muchas bandas. Pero igual hay algunas que decís “¿estás seguro que somos tu influencia?” (risas). Y no sólo de Argentina sino de toda Latinoamérica.

¿Están escuchando bandas nuevas, emergentes, o incluso apoyando a gente nueva? Aunque nada tenga que ver con lo que ustedes hacen.

D: Sí, siempre hay buena onda con músicos. Por ejemplo, el rapero Jesús Vázquez, que está buenísimo lo que está haciendo. Nico Cota saca su disco en unos meses y nosotros cantamos en dos temas, es un disco funkero que la rompe, la parte. Y cuando nos mostró el material, dijimos “dale, vamos. Que este tema, el otro también, ¡vamos!”. Aparte que es amigo, es mortal lo que hace. Y hay un montón de propuestas nuevas.

E: Algunos artistas de Córdoba me gustaron últimamente. Una banda que se llama De la Rivera, que es así como bastante funkera. Después están Los Rayos Láser o Hipnótica que son bandas de un rock más indie, pero que tienen mucha calidad, cantan muy bien, tocan bien.

¿Se puede llegar a sostener esta estructura junto a sus carreras solistas? Así como hacen los Cadillacs, que van, tocan y cada uno sigue con lo suyo.

D: Nosotros no tenemos porqué volver a separar la banda, ni cortar las carreras solistas. La idea es fluir y ver adónde vamos aterrizando también, qué vamos sintiendo con respecto a eso. Hay una libertad. También creo que cada uno se sacó las ganas de ser solista y mostrar lo suyo. Vamos a volver a hacer discos solistas, pero también seguramente hagamos discos de Kuryaki.

E: Igual, también hay algo en la escena mundial que las bandas ya no se separan más definitivamente, son muy pocas. Las bandas que son una marca, como Illya Kuryaki, no tienen por qué dar un corte definitivo. Se puede entrar y salir.

Hay ejemplos como Metallica, que no permite que sus integrantes editen discos solistas; y otros The Rolling Stones, que cada uno hace su historia hace años y no hay ningún problema. Hay una frase que dijo Jagger cuando volvieron hace unos años, que decía “yo me separaría de Richards, pero el problema son los chicos, no quiero que sufran” (risas).

D: Sí, sí, la idea es justamente fluir. Es tomárselo como es. Algo que nos da mucho placer, que la pasamos bien, nos va bien y no hay porqué romper nada de eso. No necesitamos romper para crear, en este caso el terreno es amplio, vasto, para seguir generando nuevos castillos.

Sus letras de amor no se toman mucho en cuenta. Se los asocia más a la fiesta, al baile, pero hay letras anteriores como “Húmeda” o “Ruégame”, y en este disco dos nuevas como “Amor” y “Adelante”, que son realmente muy fuertes. Cuando escriben eso, ¿se descargan ustedes mismos o también van a los personajes?

E: Nosotros hemos amado y hemos estado en la escuela de eso. Nos gusta la temática del amor, creo que es básica en nuestra música. Y aparte siempre hay como nuevas miradas sobre el amor, ¿no? Y hay nuevos amores (risas).

D: Y todas las experiencias que uno va teniendo, después las volcás. No son historias que son tal cual, pero hay sensaciones que las viviste capaz en algunas cosas y las podés volcar desde un lado más real. Eso está bueno, y te lo va dando la vida también.

Minas en tetas, peleando contra monstruos

Una cosa que siempre tuvieron, y que se notó en el videoclip del regreso, fue el cine clase B, el cine asiático. Un cine que ahora tomó un nuevo vuelo con Tarantino post Kill Bill. ¿Ustedes siguen viendo ese tipo de películas?

E: Claro, el cine que ve Tarantino, no el cine de Tarantino. Te lo digo muy humildemente, pero hemos tenido en muchos aspectos las mismas influencias que Tarantino.

D: Todas las películas orientales que él vio, nosotros las vimos también.

E: O el género blaxploitation, Blacula, Shaft. Todas películas que son así.

D: Y todas las mexicanas, las latinoamericanas. Hoy en día ves Los Exterminators 2, y qué Robert Rodriguez ni Robert Rodriguez. Emilio Disi es… (piensa un rato) El Sheraton, es tan grande como el hotel (risas).

– ¿Esas ganas del cine la canalizan en los videos o hay unas ganas de hacer algo aparte?

D: Nosotros muchas veces componemos a través de imágenes. Nos imaginamos una película, un videoclip o algo, y ver eso con la textura, con la época impresa también, nos excita o nos genera ya un concepto estético bien firme. Lo mismo también con la producción. Por ejemplo, en “Águila amarilla” queríamos lograr un sonido, que la parte rockera suene vintage, que no suene rock modernito. Entonces ahí buscamos, o sea, trabajamos con elementos clásicos de la época también, tambores con afinaciones más graves, con guitarras y pedales. Entonces toda esa búsqueda, de buscar los pedales indicados. Clones de los antiguos o los antiguos de verdad, los equipos. Todo eso después resulta en un sonido. Lo mismo que en “Adelante” o en “Safari espiritual”, donde buscamos sonar más como Prince en los 80, con sonidos de batería y eso, buscamos realmente la misma máquina que usaba Prince. Obviamente dándole la impronta nuestra, remixado a nuestro estilo, no es una copia, pero nos gusta jugar con lo de los tiempos, ¿viste? Con el concepto Marty McFly (risas).

Algo que tienen ustedes es justamente esa estética de película en la letra, de relatar una historia. ¿Se siguen metiendo en personajes a la hora de componer las letras?

E: Es una narrativa que teníamos mucho cuando éramos más chicos. A mí me encanta y creo que está emparentado con lo que son las historietas o el comic. “Es tuya Juan”, “No way José”, “Algo huele mal”. Hay un montón de esas canciones que estaban referenciadas a un personaje, como “Corrupción gringa”. Yo las escucho y me encanta, creo que en esas canciones había como una originalidad, son historias y está bueno.

D: Sí, esas son influencias de todas las revistas que leíamos, tipo Fierro, Heavy Metal.

¿Comic europeo?¿Manga?

D: Sí, todo eso. También estaba la Sex Humor, la Eroticón.

E: Dante es más DC (Nota: la editorial que publica Batman y Superman), y yo soy más Patoruzú (risas)

D: Yo coleccionaba tipo Linterna Verde.

E: Y yo Condorito.

D: Están buenísimas, las Condorito explotan también.

E: ¡Plop! (risas)

D: La que nunca leí fue Mafalda, la verdad. Cazador era mortal. Después, nosotros también hacíamos comics, dibujábamos así como historietas. Dividíamos la hoja en seis cuadrados y hacíamos escenas.

Escuchando los temas viejos, ¿no se ponen a pensar “che, a este disco lo grabé cuando tenía 14 o 16”; y ven a pibes de esa edad que están totalmente en otra?

D: Nosotros tuvimos la posibilidad y crecimos públicamente también. Hay chicos que están en su garaje creciendo en este instante y en algún momento van a salir a la luz con la evolución que les toque a cada uno. Nosotros tuvimos la posibilidad de crecer en un ambiente con demasiada estimulación artística, constante. Emma dijo hace rato algo que yo me había olvidado, nosotros nos dormíamos con la música sonando todo el tiempo. En nuestras casas, de verdad, yo me dormía todas las noches y la música seguía sonando. Y eso se te mete en la cabeza.

Javier Malosetti contaba lo mismo.

D: Claro, y esas cosas después te quedan dando vueltas, entonces crecimos en ese ambiente. No solamente de música, también de fotografía, de pintores, de arte, había todo ese material, todas esas revistas y teníamos seis años. Agarrabas y en la mesa estaba la Heavy Metal, había minas en tetas, en naves, peleando contra monstruos. Y bueno, eso después te empieza a cagar la cabeza (risas).

 

Entrevista publicada en la Revista Rock Salta N°14 (abril-mayo 2013)